NARRA OCTAVIUSTraté de no moverla mucho mientras que cargaba con ella entre mis brazos, para no agraviar sus heridas.
Su sangre manchaba mi túnica blanca, y se le pegaba a la ropa en las heridas, dejándola roja.
Finalmente llegué hasta las últimas dependencias de la casa, las más cercanas al campo exterior.
Allí siempre había habitaciones vacías y se estaba tranquilo.
Podríamos acomodar una de ellas para que Unus se quedara el tiempo que necesitara.- Atia - la llamé, que no se había despegado de mi en ningún momento desde que vió a su amiga. Ella me miró con los ojos aguados por las lágrimas, aún en estado de shock - Ve a buscar a alguien que te ayude a traer una cama hasta aquí. Y consigue de paso algo para limpiarle esas heridas.
Ella asintió y sin perder más tiempo se alejó corriendo.
Bajé la mirada hacia su rostro con preocupación. Hacía ya tiempo que había caído en la inconsciencia. Esperaba que no tardara mucho tiempo en despertar.
La observé con atención, porque sabía que si no me concentraba en ella no podría controlarme a mí mismo y saldría a vengarme de quien había hecho esto. ¡ En mi propia casa, uno de mis propios invitados !
Me sentí culpable por no haberme dado cuenta de lo que pasaba, aunque bien sabía que aquello no había sido cosa mía. Jamás se me ocurriría ponerle la mano a alguien encima, más que para luchar... y menos a ella.
- ¿ Qué ha pasado ? - padre entró a trompicones en la sala, fatigado por la carrera- En el salón se está formando un gran barullo. Livia está cabreada, dice que has echado a uno de sus invitados.
Confundido, su mirada bajó hacia la chica entre mis brazos, y entonces su boca se abrió en una perfecta "o".
- Por los dioses, ¿ qué le han hecho a la pobre niña ? - dijo acercándose para examinarla.
- Puedes intuirlo - contesté, separándola un poco de mi para que la viera mejor - No todos tratan a los esclavos como nosotros lo hacemos.
¿ Entiendes ahora que echara a ese hombre ?- Sí, y yo le hubiera dado un puñetazo de recuerdo - comentó, acariciando el pelo de Unus con una mirada apenada.
- Lo hice - sonreí levemente, antes de devolverle la atención a ella.
- Bien, voy a poner las cosas en orden por allí, entonces - dijo, apretándome el brazo- ¿ Has mandado ya a alguien a que la cure ?
- Sí, estarán en camino. Pero voy a hacerlo yo.
Padre me miró fijamente a los ojos. Ambos sabíamos que eso no me correspondía a mi, que estaba fuera de lugar. Pero ambos sabíamos también que me daba igual, y que lo haría con su aprobación o no.
- Está bien - suspiró - ocúpate tú. Pero no te desveles toda la noche, ¿ eh ?
Asentí, en parte para contestarle y en parte en forma de agradecimiento. No tenía ganas de discutir ahora.
En cuanto padre se fue de vuelta al salón, Atia regresó, acompañada de otra chica, Flavia, y Maximus.
Entre ellos cargaban con una pequeña cama de madera, mientras que Flavia llevaba un cuenco con agua y varios trapos limpios.
La deposité con cuidado sobre la cama, estirando sus piernas y acomodando su cabeza sobre la almohada.
Flavia dejó las cosas sobre una mesa, le dedicó una mirada a Unus y se retiró. Maximus se acercó, susurró unas palabras sobre su oreja, le dió un apretón en la mano y se marchó.
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Serva
Historical FictionMe creen débil, pero soy fuerte. Soy apenas una niña, pero a la vez, toda una mujer. Soy sierva, pero nací libre. (Novela ambientada en la Antigua Roma) #1 en Novela Histórica el 18/02/19