Alair iba progresando con asombrosa rapidez.Iba enseñándole a cabalgar a la vez que enseñaba a Hilâl a montar a caballo. Yo enseñaba, y ambos aprendían juntos.
Aún no había galopado con él, ya que quería asegurarme de que su cuerpo se hubiera desarrollado con totalidad para no lastimarle, pero sí lo sacaba de vez en cuando a las afueras del campo para trotar.
Ya no se revolvía tratando de soltarse, ni intentaba tirar al jinite de su lomo. Parecía haber entendido su destino y haberse acostumbrado a él, como lo habíamos hecho todos.
Por una parte me daba pena. Me daba pena que un animal tan magnífico dejara de vivir a su aire, salvaje y poderoso, para ser domésticado y usado por los humanos. Pero comprendía que si queríamos cubrir largar distancias más rápido y de forma más eficaz, si queríamos prosperar, debía ser así.
Con Octavius la cosa iba sobre ruedas. Pasábamos las noches juntos ; unas hablando, otras simplemente nos mirábamos y otras... otras. Solo Atia, Maximus y Vibrius Customina estaban enterados. Los demás no sospechaban nada, o eso creíamos nosotros. Se me hacía difícil no poder besarle, o cogerle de la mano cuando quisiera. Lo llevaba como podía.
- ¿ Didius ? - llamé, entrando en la caseta del establo.
Solo tuve que asomar la cabeza para ver que en la única habitación no había nadie.
Confundida, salí de nuevo al exterior. Creía que estaría ahí.
- ¿ Alguien ha visto a Didius ? - pregunté cuando estuve de vuelta en el centro de la villa.
- Ni idea - respondieron, negando con la cabeza.
Chasqueé la lengua y seguí buscando, caminando con paso más malhumorado. ¿ Dónde diablos se habría metido ?
- ¿ A quién buscas, muchacha ?- preguntó uno de los hombres que se encargaban de dirigir el trabajo de campo.
- Didius. ¿ Le has visto ?
Para mi satisfacción, el asintió con la cabeza.
- El viejo dijo que llevaba días encontrándose mal, y que se iba a tomar un descanso - contestó pasándose la mano por la frente - Creo que iba a pedirle permiso al señor.
Se lo agradecí antes de dirigirme a pasos largos hacia allí. Tuve un extraño presentimiento, una idea que cruzó por mi cabeza y me hizo darme prisa. Me sentí culpable por no haberme preocupado de él en todos estos días.
Lo encontré subiendo las escaleras del patio.
- ¡ Didius ! - exclamé dándole alcance - ¿ Estás bien ?
Él me lanzó una mirada.
- ¿ Tengo pinta de estar mal ? - respondió con su tono gruñón de siempre - ¿ Que pregunta es esa ?
Sonreí aliviada, aunque le veía cara cansada.
- Deberías tomarte un descanso- aconsejé.
- ¿ Qué crees que hago ? - replicó. Rodé los ojos. Con Didius todo era réplicas.
Terminábamos de subir los escalones cuando le dió un ataque de tos.
Se llevó la mano a la boca para taparse, y con la otra me agarró.
Puse la mano en su espalda mientras tosía, preocupada.
Octavius, al oírlo, salió del interior y nos miró intermitentemente.
- ¿ Qué le pasa ? - preguntó.
Iba a hablar, pero Didius se adelantó.
- Nada - tosió, apartándose la mano - Estoy bien.
La expresión tranquila de Octavius se descompuso entonces. Dirigí mi mirada hacia Didius y lo vi. Su mano estaba manchada de algo rojo ; de sangre.
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Serva
Historical FictionMe creen débil, pero soy fuerte. Soy apenas una niña, pero a la vez, toda una mujer. Soy sierva, pero nací libre. (Novela ambientada en la Antigua Roma) #1 en Novela Histórica el 18/02/19