- ¡ Unus !Una voz, aguda y aniñada, se escuchó entre el sonido del viento.
- ¡ Unus, Unus ! - repitió ansioso.
Salí del establo y me asomé hacia fuera.
- Estoy aquí- dije, mostrando una sonrisa.
Hilâl se soltó de la mano de Atia y corrió hacia mi.
Reí y lo alcé en mis brazos.
- ¿ Qué pasa, pequeño ?
Él me miró entusiasmado.
- ¿ Es cierto ?
Miré a Atia y a Maximus con reproche, que se acercaban con tranquilidad.
- ¿ Se lo habeis dicho a todo el mundo o qué ?
Ellos se miraron encogiendo los hombros.
- Todos acabarían sabiéndolo tarde o temprano - dijo Atia - ¡ Encargarte de la doma tu sola ! Es mucha responsabilidad.
- Lo sé - suspiré, aún con Hilâl entre mis brazos - Aún no sé como voy a hacerlo.
- Sé un poco de caballos, si necesitas ayuda puedes contar conmigo - se ofreció Maximus.
- Gracias, pero quiero hacerlo sola. Es algo que necesito hacer para probarme a mi misma y probar a todos lo que valgo- contesté.
Ellos asintieron, en señal de comprensión.
Hilâl se removió inquieto entre mis brazos.
- ¿ Puedo verlo ?
Asentí con la cabeza y lo dejé con cuidado en el suelo.
- Claro, vamos.
Entré con el niño en el establo, con Maximus y Atia siguiéndonos por detrás.
- ¿ Dónde está ? - preguntó ansioso por verlo.
- Al final del todo - señalé, y él corrió hacia allí.
Mientras, los tres conversamos.
- Aún no puedo creer que quisieras cederme tu trabajo - comentó Atia - Si supieras lo agradecida que te estoy...
Maximus no dijo nada, ya había hablado de todo esto con él y de hecho fue en su presencia cuando tomé esa decisión.
- No quería pasarme la vida amargada haciendo algo de lo que no disfruto - contesté - La dama Livia es una pesadilla con piernas.
Atia rió.
- Bueno, yo puedo soportarla, no tengo tanto caracter como tú.
Sus palabras me hicieron alzar una ceja y reír.
- ¿ Que yo tengo más carácter que tú ? ¿ De dónde has sacado esa idea fantasiosa, Atia ?
- Es cierto lo que dice - intervino Maximus por primera vez - Puede que Atia lo demuestre más, pero tú tienes más carácter, Unus. Solo que te empeñas en ocultarlo, no se por qué.
- Yo no oculto nada - repliqué a la defensiva.
Atia me lanzó una mirada inquisitiva.
- ¿ Cuando fuiste tú misma por última vez, Unus ? ¿ Lo has sido alguna vez desde que viniste aquí ?
Aparté la mirada, incómoda. Y pensé. ¿ Había mostrado mi verdadero yo ? ¿ Tenían mis amigos razón ? ¿ Lo ocultaba ?
- Es difícil mostrarte cómo de verdad eres cuando no eres libre - traté de excusarme.
Maximus negó con la cabeza.
- No, no lo es. Tanto Atia como yo actuamos tal y como somos - dijo, mirando a mi amiga - ¿ Por qué tú no ?
- Porque yo no siento que estoy donde debería de estar - espeté, cortante -No puedo comportarme como realmente soy si no me siento cómoda en el lugar donde me encuentro. Me niego a creer que así va a ser el resto de mi vida, no lo acepto. Tiene que haber algo más.
Atia me miró con tristeza.
- Quizás ese es el problema.
Bufé, y me dirigí al final del establo, dejándolos allí. Al final habían conseguido cabrearme.
Pero una parte de mi no pudo evitar decirme que tenían razón. Quizás el motivo por el que, aunque mi situación no fuera mala, no consiguiera ser feliz, era eso. Que no aceptaba en lo que realmente me había convertido ; en una esclava.
Y me di cuenta de que yo no pensaba en mi misma como tal. No pensaba que mi vida valiera menos que la de una persona noble, no pensaba poder vivir sin libertad, no pensaba que debiera dedicar mi vida sirviendo a alguien a quien ni siquiera conocía. No me resignaba a aceptar lo que tenía, así sin más.
Sí, quizás ese era el problema. Pero era un problema que no sabía cómo resolver.
Hilâl extendió la mano por encima de los tablones de madera, deseoso de tocar con la mano el pelaje del caballo.
Éste se acercó, inquieto, pero en cuanto Hilâl quiso acercarse aún más para tocarlo soltó un relincho nervioso y retrocedió hacia la esquina del boxer.
El niño, que había notado que acababa de llegar, se volvió hacia mi con rostro compugnido.
- Siempre que estoy a punto de tocarle sale corriendo - dijo enfurruñado.
Sonreí y revolví su cabello.
- Es normal, aún es pequeño. Tiene hasta menos años que tú.
Él me miró sorprendido.
- Vaya, pero es tan grande...
- Lo sé - reí ante su admiración- ellos son mas grandes que nosotros.
Asintió, observándolo.
- ¿ Lo has tocado alguna vez ? - preguntó.
- Sí, claro. Pero todavía se asusta a veces. Hay que darle tiempo.
- No puedo esperar a ver cuando lo puedas montar - suspiró con aire soñador.
- Ya - sonreí- Ni yo.
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Serva
Historical FictionMe creen débil, pero soy fuerte. Soy apenas una niña, pero a la vez, toda una mujer. Soy sierva, pero nací libre. (Novela ambientada en la Antigua Roma) #1 en Novela Histórica el 18/02/19