NARRA UNUSCuando se acabó el aire y no podíamos respirar más, llegó el tiempo de separarse.
Nada más hacerlo me di cuenta de lo que acababa de hacer. Dios mío, ¡ lo había besado !
Bueno, en teoría, él me había besado a mi.Sentí la pasión y el deseo crecer dentro de mi. Me asusté. No podía dejar que sucediera. Nunca había luchado antes contra esto, pero estaba segura de que si lo intentaba podría con ello.
Abrí la boca para murmurar una disculpa, para borrar todo aquello, pero él negó con la cabeza en un gesto seco y firme, que no dejaba lugar a otra opción.
- No tienes que decir nada - dijo, con la voz agitada pero tranquila.
Los ojos de Octavius brillaban y refulgían en la oscuridad de la noche, alumbrando la habitación y mi corazón.
Mi mente estaba confundida. Sacudí la cabeza e intenté pensar de forma coherente.
Justo cuando hilaba el primer pensamiento, él se levantó y me dió un beso, corto, fugaz.
Todos mis esfuerzos de aclarar mis ideas se desvanecieron en ese instante.- Iré a traerte una muda - anunció, irguiéndose en toda su altura, pero sin dejar de mirarme - No te muevas de aquí.
<< Ni que pudiera irme muy lejos así>> pensé.
Dicho aquello me dejó sola.
Entonces solté el aire y me llevé las manos a la cabeza, apartando el pelo hacia atrás.
Y respiré.
Cuando estaba junto a él algo me oprimía el pecho, algo en mi interior se disparaba que me llevaba a ponerme nerviosa e inquieta. Algo que me cortaba la respiración.
Me eché hacia atrás, tumbándome en la cama, miré al techo y suspiré. Tenía que aprender a relajarme cuando él estuviera cerca. ¿ Pero cómo hacerlo, cuando imponía tanto ? Su altura, su cuerpo musculoso, y su voz grave no ayudaban demasiado.
Apreté los dientes al moverme en la cama, ya que así rozaba las heridas contra la ropa.
Traté de mantenerme quieta hasta que volviera.Cuando regresó, lo hizo con el rostro sereno.
Una vez más, me pregunté como era capaz de demostrar tanta tranquilidad, sin una precupación ni tensión que pudieran notarse en su expresión.
Octavius caminó hacia mi y me tendió una túnica limpia. Cuando la cogí todavía olía a jabón y a recién lavado.
Me incorporé con dificultad hasta quedar sentada en lo alto de la cama.
- ¿ Necesitas que te ayude ?
Con el simple pensamiento mi rostro enrojeció, y negué rápidamente con la cabeza.
- Puedo sola - respondí.
El asintió, y con el rastro de una pequeña sonrisa se dió media vuelta para no incomodarme.
Me saqué la ropa manchada de mi propia sangre y deslicé los brazos en la nueva con un gemido de dolor. La piel tiraba de las heridas al moverme.
- ¿ Todo bien ?
- Sí, ya está.
Se volvió con mis palabras y se quedó allí de pie, mirándome.
Entonces averigué una cosa ; que me ponía nerviosa tanto si hablaba como si no.
Le devolví la mirada confundida. ¿ Es que había algo que mirar ?
- He pasado a ver a Hilâl de camino aquí, está en una de las habitaciones de al lado.
El cambio de tema y el fin del silencio llegó tan repentino que tardé en reaccionar.
- ¿ Sí ? ¿ Y que tal ? ¿ Cómo está ? ¿ Está bien ? - pregunté incorporándome, ansiosa por saber más.
Él alzó una ceja al oír tantas preguntas seguidas.
- Te preocupas mucho por ese niño, ¿ verdad ?
- Lo quiero como a un hijo.
Octavius asintió, como si supiera de qué estaba hablando. ¿ Habría amado él alguna vez con tanta fuerza como un padre quiere a un hijo ?
Yo había amado muchísimo a mis padres, con todas las fuerzas de mi corazón, pero aún así, nunca me había sentido enferma de amor. Nunca había amado tanto que dolía... y nunca había estado enamorada. Aún tenía que averiguar si lo estaba ahora.
- ¿ Cómo ha ido el resto de la cena ?
Octavius me miró, sabiendo que aquello no me importaba, que era por hablar, pero respondió igualmente.
- Todos los invitados se han sentido a gusto y están actualmente en sus dormitorios. Se quedarán un par de días más - mi mirada se ensombreció en ese mismo instante - Tranquila, lo he echado de aquí.
Sonreí. No solo por sus palabras, sino porque había sido capaz de percibir mi ligero cambio de humor sin tener que decirle lo que me preocupaba.
- ¿ Atia y Maximus no han venido a verme ? - pregunté de repente, extrañada.
- Lo hicieron. Se fueron cuando comencé a curarte - respondió, guardando silencio un instante- Y ahora es hora de que te duermas. Tu cuerpo necesita recuperarse.
Suspiré pero asentí, y como una niña obediente me acomodé sobre la cama lista para conciliar el sueño.
- Tú también deberías descansar - le dije, ya totalmente recostada.
Él arrastró una silla hasta el cabecero de la cama y se sentó en ella.
- No pienso irme a ninguna parte.
Su voz fue tan segura que no me dió margen para protestar. Y en el fondo quería que se quedara, así que decidí no hacerlo.
Cerré los ojos, entreabrí los labios. Entonces recordé algo ; aún no le había mostrado mi agradecimiento.
- Octavius - lo llamé en voz alta por su nombre por primera vez, sin abrir los ojos.
- ¿ Sí ?
- Gracias.
Tras esa simple pero profunda palabra, sentí como su mano se aferraba a la mía, casi haciéndola desaparecer.
Sonreí, y me preparé para dejarme llevar por los brazos de Morfeo.

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Serva
Historical FictionMe creen débil, pero soy fuerte. Soy apenas una niña, pero a la vez, toda una mujer. Soy sierva, pero nací libre. (Novela ambientada en la Antigua Roma) #1 en Novela Histórica el 18/02/19