XIX

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Octavius

Paseé la mano sobre las estanterías de la biblioteca, sintiendo que su mirada no me dejaba en ningún momento.

- ¿Y bien ?

Lo miré de reojo sin girarme y pregunté :

- ¿ Y bien qué ?

- ¿ Cuando voy a conocer a mi futura nuera ?

Suspiré y rodé los ojos. Aquí estábamos otra vez.

- No tengo intención de casarme, padre - respondí - No todavía, al menos.

- Vamos, Octavius. Hay muchas chicas romanas jóvenes y hermosas deseosas de tu atención, y tú no miras ni siquiera a la más bella de todas.

- Eso es porque no he encontrado a nadie que me interese - repliqué, y aparté la mirada de los libros para mirarle a él - ¿ Por qué tanta prisa, de repente ?

- Porque me muero. Y quiero ver a mi hijo con alguien antes de irme, saber que no va a quedarse solo.

Lo miré fijamente.

- Y lo dices así, sin más.

Él se encogió de hombros.

- Oh, vamos, todos sabemos que es así. No me queda mucho tiempo, y lo sabes.

- No quiero hablar de eso - respondí cortante.

Él sonrió, y se acercó a pasos lentos.

- Sé que será difícil, querido, que será un duro golpe. Pero eres fuerte - dijo dándole un apretón a mi brazo - sabrás encajarlo, con el tiempo.

- ¿ Y Livia ? ¿ A ella no te preocupa dejarla sola ?

Él rió.

- No, no me preocupa. Livia se casará con el primer hombre importante que se le declare, no estará sola.

- Eres cruel - sonreí, negando con la cabeza.

- No - respondió - soy realista. No hay nada malo en decir la verdad. Aunque escuchar conversaciones ajenas sí que podría ser castigado, ¿ verdad ?

Lo miré confundido por aquella última frase. ¿ Qué estaba diciendo ?

- Lo siento, mi señor - me di la vuelta hacia la entrada, para ver como una joven se asomaba por ella - No quería molestar, iba a esperar a que acabaran.

- Pasa, Unus, no importa - dijo amablemente, acercándose a ella - ¿ terminaste el libro que te presté ?

Dirigí la mirada del uno al otro sin entender. ¿ Es que acaso habían hablado alguna vez ? Eso parecía.

- Sí, señor, de hecho venía a devolvérselo - contestó, sacando un viejo libro que llevaba atrapado entre su cuerpo y su brazo.

Padre cogió el volumen, y cojeó hasta una estantería cualquiera para dejarlo encima.

Unus, mientras tanto, movía su mirada de un lado a otro por la habitación, maravillada.

- ¿ Y, te ha gustado ?

Ella asintió con energía.

- Mucho, señor, al menos lo que he entendido.

- ¿ Y qué no has entendido, pequeña ?

Lancé una mirada a mi padre. Me resultaba extraño que la tratara con tanta cercanía. ¿ Habrían tenido muchas conversaciones de las que yo no estaba al corriente ?

- Bueno, yo... yo... - balbuceó, con el color subiéndole a las mejillas. Comprendí.

- No sabe leer, padre - respondía por ella, mirando como Unus bajaba la mirada al suelo avergonzada.

- Sí sé, en realidad. Pero no en latín - corrigió, antes de morderse la lengua.

Alcé las cejas y asentí. En realidad, no sabía nada de su vida anterior. No sabía quien era Unus, solo conocía lo que ella me había dejado entrever.

- Una pena - dijo él - Bueno, si quieres algún otro libro solo tienes que pedirlo.

Unus nos miró.

- Quizás en otra ocasión. Creo que ya he interrumpido bastante.

Dicho esto, sonrió, hizo una pequeña reverencia y se dió media vuelta.

La seguí con la mirada fija hasta que desapareció.

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