NARRA OCTAVIUSEl sol se coló por la ventana y comenzó a iluminar la habitación, cada vez más a medida que la mañana se abría .
Normalmente a estas horas ya estaría bien despierto, y los esclavos mucho antes que yo.
La mayoría de ellos ya lo estarían, preparados para atender a los invitados en cuanto se despertaran. Esperaba que Numerius y padre se hubieran encargado de ello.
Abrí y cerré los ojos un par de veces, acostumbrando mi vista al lugar que me rodeaba.
Recordé que no estaba en mi habitación, recordé lo que había pasado... y recordé que no estaba solo.
Giré la cabeza hacia la izquierda, para encontrarme con una chica agazapada en un lateral de la cama.
Su cabello castaño estaba esparcido por la almohada, y los mechones delanteros caían sobre su rostro. Tuve la tentación de apartarlos para observarla mejor, pero su expresión era tan relajada que temí despertarla.
La observé durante largo rato. Era tan hermosa... No es que tuviera algo especialmente llamativo, como unos ojos azules o un color de pelo unusual... pero ella era especial en sí. Cada vez que la veía sentía ganas de pasar mis manos por sus ondas castañas, acariciar sus labios rojos, la piel suave de sus mejillas y hundirme en sus profundos ojos negros. Y su forma de ser era tan atractiva... En un momento podía estar tranquila y apacible y al otro explotar en un cúmulo de sentimientos. Era tímida y extrovertida a la vez, y sobre todo, inocente.
Decidí darle más tiempo para que descansara y cerré los ojos, dispuesto a esperar hasta que decidiera despertarse.
Después de un tiempo me quedé medio dormido, aunque no del todo.
Pude escuchar a Unus moverse en la cama, y cómo se incorporaba.
Después se quedó quieta, y casi podía imaginármela observándome fijamente.
Le di un momento para situarse antes de hablar.
- No estoy dormido.
Abrí los ojos al escuchar su exclamación, y vi cómo se llevaba las manos al pecho sobresaltada.
- ¿ Es que me vas a dar sustos todos los días del año ? - me dijo con reproche.
- Le estoy cogiendo el gusto, lo confieso - contesté con una gran sonrisa.
Ella me imitó y me miró durante un momento, en silencio.
- ¿ Has dormido aquí ?
Asentí, estirándome en la silla y haciendo crujir mi espalda ante su mirada sorprendida.- Te dije que no me movería.
- Pensé que te quedarías un rato, no toda la noche - contestó - debe de haber sido muy incómodo estar todo el tiempo ahí.
Me encogí de hombros.
- No me importa. ¿ Tú como estás ?
Aparté la mirada de sus ojos para recorrer todas sus heridas, al menos, las que podía ver.
- Mejor, aunque aún duele.
- Normal. Déjame echar un vistazo.
No esperé a que me respondiera, y me levanté de la silla agachándome a su lado.
Moví la tela de la túnica a un lado, y comprobé las heridas.
Deslicé los dedos por su piel en una caricia, y ella se estremeció.
- Están comenzando a curarse - dije apartándome, satisfecho se haber causaso esa sensación - pero tardarán en terminar de cicatrizarse.
Ella asintió, mordiéndose el labio inferior. Lo miré fijamente, combatiendo las ganas de desaprisionarlo.
- ¿ No deberías estar con los demás ? - preguntó entreabriendo los labios - ¿ Y no debería yo estar trabajando ?
- Puedo ausentarme un rato. Y tú no vas a moverte de aquí en un par de días - ordené señalándola con el dedo.
Ella frunció el ceño, pero no replicó - Te traeré algo para desayunar.- Puedo ir yo - protestó tratando de levantarse. La empujé suavemente de vuelta a la cama.
- Déjame hacer esto por ti - le pedí, acariciando su mejilla.
Ella cerró los ojos un segundo y asintió con un suspiro. Junté nuestros rostros y la besé rápidamente - No tardaré.
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Serva
Historical FictionMe creen débil, pero soy fuerte. Soy apenas una niña, pero a la vez, toda una mujer. Soy sierva, pero nací libre. (Novela ambientada en la Antigua Roma) #1 en Novela Histórica el 18/02/19