Apenas cruzamos la puerta de entrada pude sentir el ánimo que siempre acompaña al primer día de clases. Todos hablando y contando, con efusividad y alegría, todo eso que habían vivido en sus vacaciones. ¿Y nosotros qué hacíamos? Fácil, caminábamos por todo el medio del pasillo, con pasos fuertes y a la vez sutiles, con elegancia y gracia, ¿por qué? No lo sé, tal vez la emoción del último año.
—¿Por qué caminamos así?—susurra Cris. Estallo en carcajadas, pues es exactamente lo mismo que yo me preguntaba.
—No lo sé. Seamos cool, nena, dejate llevar.—le responde mi primo, con un aire hippie, mientras pone su brazo sobre sus hombros. Mi mejor amiga rueda los ojos, divertida, y quita su brazo de sus hombros.
—¡Oh, pero si ha llegado la loca de Tangamandapio!—exclama Francisco, un compañero de clases, llegando a mi lado. Me abraza.
—Hola, Fran ¿Cómo estás?—pregunto, sonriente.
La gente suele decirme de muchas maneras, y no me molesta, tengo muchos apodos. Suelo decir algo y de ahí lo toman. Ejemplo: ¿Han ido alguna vez a Tangamandapio? Es el pueblo de donde viene el cartero de El Chavo, Jaimito. Y desde entonces, Fran me dice de ése modo, supongo que es divertido. De verdad quisiera ir a México un día y visitar ése pueblo. Tangamandapio. ¿Gracioso nombre, no?
—Muy bien, ¿y tú?— pregunta Fran, se dirige a mí, y vuelvo la vista a él. Ya se me había olvidado que estábamos hablando. Soy muy distraída.
—Pues, disponible no está. Vamos, Carrie carretera.—Damian toma mi brazo y me jala.
—¡Adiós, Fran!—grito, antes de ser arrastrada hasta el salón de clases—. ¿Qué se supone que fue eso, moco? Estaba hablando con Fran—hago un puchero. No le estaba prestando mucha atención a Francisco, lo sé, pro tampoco para dejarlo así.
—Agradece mejor. El gordo ya está ahí—señala hacia la entrada y, en efecto, el profesor cara de papa se encuentra en la puerta. ¡Maravillosa manera de empezar el primer día!
(...)
Salimos al descanso para almorzar y, junto con Cris, nos separamos de los chicos y nos sentamos bajo la sombra de un árbol para que ella pudiese contar sus vacaciones libremente.
Empezó hablando de cuan divertidos habían sido sus días y cuan irritantes sus noches, por escasez de habitaciones le había tocado compartir una con Damian, y éste resulta ser tan fastidioso cuando se lo propone, así que no dejaba de hacerle preguntas (sobre mí o sobre Paul) hasta tarde, para que no pudiera dormir. Sin embargo, siguió contando sobre los días junto a sus abuelos y familiares, las cosas graciosas que habían hecho, mientras yo la escuchaba atentamente.
—¿Y tú que hiciste?—pregunta, curiosa.
—Aparte de estar 24/7 en Wattpad y aguantar a Paul, nada más. Salimos pocas veces, papá estuvo muy ocupado por el trabajo.—cuento y ella asiente, para luego darme una de sus raras miradas que me dicen que su cerebro está maquinando una idea.
—Vamos a hacer algo para compensar tus vacaciones—exclama, sonriente.
—¡Wujuu!—levanto mis brazos, divertida.
Cinco horas más tarde, nos encontrábamos en mi cama, junto a Paul y Damian viendo una peli y comiendo bocadillos. Sí, la grandiosa idea de Cristal fue ir al cine, pero como recién empezaron las clases y ya nos dejaron tareas, vinimos a casa, las hicimos y luego nos dio flojera salir. Así que, hicimos el cine en casa. Tenemos una pantalla grande (no tanto como la del cine, obvio), comida y mi cómoda camita. ¿Qué podría ser mejor?
—Agh, Carrie, dame espacio.—se queja Paul, en la otra punta de la cama.
—Sí, carretera, muevete un poco.—le sigue Damian, a mi lado. Me muevo un poco, pues estoy apunto de caer.
—¡Más!—insiste mi primo. Sí, empiezo a valorar la idea del cine.
Sin embargo, todo pasa muy rápido, siento el empujón y jalo las sabanas para no caer, pese a eso, caigo y arrastro a Damian conmigo, luego siento un fuerte dolor plantándose en mi cabeza. Masajeo la parte que duele y siento un bulto ahí. Genial, me salió un cuerno. ¡Carrie el unicornio!
—¡Alejate!—empujo a Damian con mis manos, pues está sobre mi estomago—. Me duele todo mi sensual cuerpito—me quejo, mientras me pongo de pie.
—Ay, que mal. Sabes, a mí no me duele nada.—comenta Damian, burlón.
—Oh, ¿Por qué será, genio? Creo que fue por que caiste.sobre.mí—hago énfasis en las últimas palabras y él ríe.
—Shh, no escucho—se queja Cris, le fulminó con la mirada.
—Eres mi mejor amiga y me acabo de caer ¿hay sentimientos dentro de ti o no te importo?—bromeo, solo para molestarla. Me fulmina con la mirada y luego palmea la cama, para que me vuelva a subir.
Damian y yo subimos a la cama y nos ponemos donde estábamos antes. Sin embargo, me dispongo a tomar más espacio esta vez. No caeré en sus bromas de nuevo.
(...)
Me despierto y sonrío ante la melodiosa voz de Ed, pese a eso, un peso sobre mi espalda, me hace volver a mi realidad, con las piernas de mi mejor amiga sobre mí y sus fastidiosos golpes, y el palpitante dolor en mi cabeza.
Empujo las piernas de Cris y me levanto. Entro al baño, cepillo mis dientes, me ducho y salgo, enrollando una toalla en mi cuerpo. Me encuentro con Cristal durmiendo como un bebé, levanto su brazo para medir los pulsos vitales de su muñeca ¿será que murió o qué? Opto por mi última, y más eficiente opción: agua.
Tomo un vaso y lo lleno con agua del lavamanos, me dirijo hacia donde yace el cuerpo de mi mejor amiga y lanzo chispas de agua a su rostro. Se queja, pero sigue durmiendo. Entonces lo hago, lanzo toda el agua del vaso en su rostro, dejando mojado todo a su paso, su cabello, su cara y el cuello de la camisa.
Se despierta, completamente asustada, malhumorada e irritada. Me dedica una mirada asesina y empieza a gritar improperios.
Entonces reacciono: ¡Es hora de correr!Nota de autora:
¡Segundo capítulo!😍
Sigan comentando, me encanta💕
Besos, May💜📖
ESTÁS LEYENDO
Simplemente Carrie.
Roman pour AdolescentsCreo que si la gente tuviera que definirme en una palabra esa podría ser: Rara, o tal vez loca, o explosiva también. Pero yo diría que soy: Carrie. Sí, así, simplemente Carrie. Solo soy yo. Y si quieres saber más sobre mi singular vida, te invito...