Llegamos. Damian estaciona mi auto, nos despedimos y sube al suyo. Entro a mi hogar y voy directo a la oficina de mi padre, estoy con él un rato y luego subo a mi habitación. Me desnudo y entro a la ducha, tardo más de lo normal, debido a lo cansada que llegué.
Después me puse mi pijama, tome mi portátil, abrí Google y escribí Wattpad rápidamente. Mi usuario ya estaba abierto, así que le di a editar historia y pasé el resto de mi tarde tecleando y desbordando imaginación en una de mis historias.
Hasta que, sin darme cuenta, la noche llegó. Guardo todo lo que escribí y dejo mi portátil en el escritorio; voy y me siento en el balcón de mi habitación que tiene vista a las estrellas. Desde pequeña, mi pasión ha sido contar las estrellas, tanto así que mi papá mandó a construir este mirador; le puso un gran mueble y lo rodeó de almohadas. Éste ha sido mi lugar preferido desde siempre, no hay otro, es mi refugio.
Tomo mi celular con mis auriculares y doy play a reproducción aleatoria. Una canción comienza a sonar y a ésa le sigue otra, y así hasta que, recostando mi cabeza en un cojín, comienzo mi imposible trabajo de contar estrellas.Estoy por quedarme dormida y escucho unos golpes en la puerta.
—¡Pasa!—exclamo, sacando el auricular de mi oído izquierdo que da a la puerta.—Buenas, buenass—la cabeza de mi padre se asoma en un espacio de la puerta.
—Hola, papá, entra—obedece y se sienta frente a mí.
—¿Viendo estrellas?—adivina y asiento.
—Claro que sí—sonrío—. Siempre es lindo estar aquí—afirmo.
—Lo sé, cuando eras pequeña solías dormir aquí; decías que era mejor que dormir en tu cama que no tiene vista a las estrellas.
—Sí, pero siempre despertaba con dolor de cuello—rio, feliz.
—¿Quieres ver una película? Mi compañero ha salido hoy—hace un puchero, bromeando.
—¿Ah sí? Entonces me buscas para reemplazar a Paul—le fulminó con la mirada—. Me pierdes, padre—bromeo y luego río—. ¿Qué si no?—rueda los ojos, divertido—. Claro que quiero, pa. Pero con una condición...
—Ya pedí hamburguesas.— me interrumpe.
—¡Wow, que bien me conoces, eh!
—Obvio, grinch ¿Acaso olvidas que te cargué en mi vientre nueve meses? Ah no, cierto que yo no hice eso—bromea y reímos.
—Eres muy tonto—insulto, burlona.
—Eh, respeta a tu padre—me señala con el dedo índice, haciendo su mayor esfuerzo por ser serio.
Luego de burlarme de mi padre un rato más, fuimos al sofá y junto a la tv, nos sentamos a comer hamburguesas con Coca Cola y ver una de las famosas películas que mi padre ama: Búsqueda implacable. Una vez que la peli termina, mi padre se levanta de golpe.
—¡Tengo una idea!—exclama, ansioso—. Ya vuelvo.
Lo veo subir a su habitación y lo espero acostada en el sofá. Regresa con su guitarra en manos.
—Te voy a enseñar a tocar.—dice, alegre.
—Papá, siempre lo intentas y sabes que siempre olvido las notas.—recuerdo, sin ganas.
—No seas pesimista, Carmina—ruedo los ojos. ¡Que nombre más horrible, Señor!—. Hoy será diferente. Dame un lado—me siento para que mi padre tome lugar a mi lado.
Entonces comienza, mi padre toma la guitarra entre sus manos y las notas comienzan a sonar en toda la casa. La voz de mi padre canta ésa canción que me dedicó desde que supo que había vida dentro de mi madre. La canción se llama: Ha llegado un ángel.
—Es un ángel que ha llegado
a mi soledad, para hacer de mi tristeza la felicidad, es un sueño
que se ha vuelto realidad. Y es flor con perfume a paz, su aroma huele solamente amor.— a éste punto de la canción sólo puedo sentir mis ojos aguarse.Puede faltarme mi madre, pero no sé que haría sin mi padre.
(...)
Me despierto en mi cama, aunque no recuerdo cómo llegué a ella. Seguro papá me trajo.
Ya es jueves y debo darle una respuesta a Francisco, sin embargo, ya no estoy indecisa. Fran es mi amigo y puedo salir con él de una manera normal y amigable. Estoy segura que sus intenciones son iguales que las mías.
Luego de bañarme y lograr verme decente, bajo a desayunar y me encuentro con mi padre.
—Hola, papi—me siento a su lado en la mesa—¿Y Paul?
—Buenos días, Grinch. Él llegó tarde anoche y creo que no irá hoy.—frunzo el ceño.
—Y ¿Sabes adonde fue?—pregunto, curiosa.
—Dijo que estaba con el rubio alto y raro; Damian—asiento, divertida.
—De acuerdo, pa. Me voy, nos vemos luego—beso su mejilla y salgo.
Subo a mi auto y no tardo en llegar al insti. Estaciono junto al auto de Damian, sin embargo, él no se encuentra ahí, sino es Cristal quien baja de él.
—Hola, sis ¿y eso que no andas con Paul?
—Hola, Cris, ¿y eso que no está Damian?
Ambas hablamos al mismo tiempo y nos miramos ceñudas.
—No lo sé, Paul salió ayer y llegó tarde.
—Damian hizo lo mismo.—asiente.
—Que raro, ¿crees que lleguen?—pregunto, insegura.
—No lo creo, Damian tenía mucho sueño está mañana cuando lo desperté. Así que me traje su auto porque no me vendría en bus—cuenta.
—Mm, bueno. Entonces entremos.—se encoje de hombros y entramos al instituto.
Al finalizar la jornada de clases, ambas salimos y nos dirigimos al estacionamiento. Los chicos nunca se presentaron a clases, sin embargo, cuando estamos por llegar al auto de Damian que es el primero que se ve, vemos el auto de Paul y a ambos chicos recostados en éste. Sin embargo, el mío, que debía estar en el medio, ya no está.
—¡¿Y mi auto?!—los nervios se apoderan de mí y, camino a pasos largos y apresurados hacia los dos tontos.
—¡¿Donde esta mi auto?!—pregunto, histérica.
—Tranquila, nena, está en tu casa, sano y salvo—responde Damian, tranquilo. Respiro y me calmo.
—¿Porque?—pregunto, confusa. Cris llega a mi lado.
—Por que ustedes, chicas, tendrán la mejor tarde de sus vidas.—responde mi primo, seguro.
¿Qué planean éstos dos?
Nota de autora:
¡Séptimo capítulo!
Me gustaría sabes sí les está gustando la historia, ya que es de mucho apoyo para mí💕
Voten y comenten😊
Besos, May💜📖
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Simplemente Carrie.
Novela JuvenilCreo que si la gente tuviera que definirme en una palabra esa podría ser: Rara, o tal vez loca, o explosiva también. Pero yo diría que soy: Carrie. Sí, así, simplemente Carrie. Solo soy yo. Y si quieres saber más sobre mi singular vida, te invito...