Creo que si la gente tuviera que definirme en una palabra esa podría ser: Rara, o tal vez loca, o explosiva también.
Pero yo diría que soy: Carrie. Sí, así, simplemente Carrie. Solo soy yo.
Y si quieres saber más sobre mi singular vida, te invito...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En el camino de regreso a casa, mi padre y yo vamos escuchando música a más no poder, cómo si estuviésemos en un concierto. Sin embargo, nos detenemos en un semáforo y papá baja el volumen.
—¡Oye—me quejo—, venía mi parte favorita!
—Lo siento, cariño, pero debemos hablar—contesta, adoptando un tono serio que he podido apreciar muy pocas veces.
—¿Qué pasa, papá? Me pones nerviosa...—musitó, frunciendo el ceño.
—Es sobre tu madre—responde, al cabo de un rato.
—Adriana—corrijo, y el semáforo cambia. Mi padre avanza, asientiendo.
—Correcto. Ella ha estado llamando y hemos hablado estos días... Quiere verte—concluye. Silencio y más silencio de mi parte—. Claro está que, es si tú quieres, no te obligaremos a nada, cariño—papá toma el volante con una mano y la otra la tiende a mi encuentro, entrelazando nuestros dedos. Algo que hacemos siempre, significa fuerza ante todo.
¿Realmente estoy lista para verla de nuevo?
—Si quieres puedo estar ahí, no las dejaré solas, al menos que tú así lo pidas. Sé que es una situación fuerte de afrontar, pero algún día pasaría—pestañeo varias veces, evitando que las lágrimas broten.
—¿En serio, papá? ¿realmente pensabas que esto pasaría un día? ¿creías que ella volvería? Por que, diecisiete años más tarde, cualquiera perdería la esperanza de que su madre volviera—las lágrimas salen, sin poder contenerlas, las limpio con la manga de mi suéter—. Esto no es algo que yo hubiese estado esperándome ahora mismo. Ella sólo vino a descontrolar la vida que poco a poco hemos estado equilibrando por nuestros propios medios todos estos años.
—Lo sé, y posiblemente tengas razón, hija, pero te conozco. Sé que, en el fondo de tu corazón, no hay rencor hacia ella, porque no eres así. Eres una chica noble, valiente y deslumbrante, vas a poder con esto y mucho más. No estás sola, cariño—sonrío. Mi papá tiene razón.
Yo puedo hacerlo. Mi vida no se caerá a pedazos por la simple llegada de una mujer a mi vida, tal vez hasta mejore, después de un tiempo.
—Lo haré.
(...)
Con los chicos—Damian, Paul y Fran—, decidimos reunirnos en casa de Cris para pasar una tarde de viernes diferente. Obviamente, Serena también nos acompañará, lo que ella no sabe es que Francisco también estará con nosotros. ¡Un plan perfecto!
—Bueno, ya conoces mi casa, Sere. Cómoda y acogedora. Eres bienvenida—mi mejor amiga sonríe antes de abrir la puerta, luego entramos.
—¿A mí no me vas a dar la bienvenida?—hago un puchero.
—Qué hablas tú, si ya casi eres parte de la decoración, vives más aquí que yo—bromea, haciendo un ademán donde le resta importancia a mis palabras. Serena ríe.
—¡Oh, pero que sorpresa!—Tiana, la madre de Cris, nos recibe con una sonrisa—. Que alegría verlas, niñas. ¿Cómo están?
—Hola, titi—le abrazo.
—Hola, mucho gusto, soy Serena—mi amiga se presenta y Tiana le abraza, sorprendiéndola.
—Bueno, supongo que vienen con los chicos. Damian, Paul y...¿Francisco? Están abajo. Más tarde les llevo unos aperitivos que aprendí en internet ayer—cuenta, emocionada.
—Oh, no te preocupes, titi, gracias—sonrío y Sere nos arrastra hacia un lugar alejado de la madre de Cris.
—Oigan, ¿por qué no me dijeron que Francisco estaría aquí?—reclama, susurrando. Cris se encoge de hombros.
—Invitación de último minuto, Damian quiso traerlo—se excusa, sin darle importancia. Sere suelta un bufido.
—¿Podrías decirnos por qué te incomoda tanto su presencia?—pregunto, curiosa.
—Ash, es que yo...no lo sé. Me pone nerviosa con solo posar su mirada en mí, me aterra—contesta, cabizbaja. Cris y yo nos miramos cómplices.
—Te gusta—soltamos al tiempo.
—Shhh—nos manda a callar, cubriendo nuestras bocas con sus manos—. ¡¿Están locas?!—grita en un susurro.
—Algo—responde Cris, sonriendo.
—¡Puaj! Qué asquerosa, Carrie—se queja Serena, limpiando su mano babeada por mí. Bueno, tenía que hacer quitara sus manos—. Volviendo al tema, no me gusta. Sólo no me siento cómoda con él, así que no nos dejen solos, nunca.
—De acuerdo, tranquila—sonrío.
—Bueno, vamos—Cris avanza primero y nosotras le seguimos.
El sótano de la casa de Cris es como una guarida, tiene de todo. Puedes leer, ver pelis, jugar y hasta comer, sin necesidad de salir de ahí; si tuviese un baño, podrías vivir ahí y no salir nunca más.
—¡Hola, hola, babys! Han llegado estas bellezas, no necesitan llorar más—bromeo en cuanto piso el lugar. Los chicos ríen.
—Carrie y sus entradas anormales, típico—niega Fran, divertido.
—¿Cómo están, chicos?—pregunta Sere, mirando a nadie en específico.
—Sentados, dah—se burla Paul, mi amiga rueda sus ojos.
—Tan gracioso—dice, sarcástica, pero termina riendo.
(...)
—Bueno, ¿que vamos a ver?—pregunto, interesada.
—Tenemos dos opciones concretas: Love, Rosie ò Baywatch—responde Cris.
—Yo digo Rosie—sonrío.
—¿En serio, romance? Yo digo Baywatch—responde Paul.
—Rosie—objeta Cris.
—Baywatch—dice Sere, luego de pensarlo por unos segundos.
—Baywatch—responde Fran.
—Eh...—Damian muerde su labio inferior.
—La decisión es tuya, moco—palmeo su hombro.
—No es tan difícil, Baywatch es genial—anima Paul.
—Además, el romance es muy aburrido—comenta Sere, la fulminó con la mirada.