12. En tu retaguardia.

22 4 2
                                    

—De acuerdo, ¿Que quieres hacer?—pregunto a Damian mientras me siento a su lado en el sofá

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—De acuerdo, ¿Que quieres hacer?—pregunto a Damian mientras me siento a su lado en el sofá.

—No lo sé, con esto me basta—sonríe.

—Pero no estamos haciendo nada ¿lo sabes no?—cuestiono.

—Te equivocas, yo sí estoy haciendo algo—alza las cejas y hace esa mirada rara que divierte.

—Ah ¿sí? ¿que cosa?—inquiero, levantando mi mentón.

—Te miro—responde, simple.

—¿Me miras? Yo también te estoy mirando si es por eso—rio y ruedo los ojos. Damian está loco.

—Pero, esta vez es diferente—acota, causando que lo mire ceñuda.

—Deja las bobadas, moco. Veamos una peli—propongo y me levanto para tomar el control remoto.

Me siento a su lado de nuevo y lo veo mirando sus uñas mientras muerde su labio inferior, gesto que hace cuando quiere decir algo pero no sabe cómo.

—Sueltalo, moco. Estamos los dos nada más—apunto, tranquila.

—Eso no lo hace menos incomodo—responde, mirando hacia otro lado.

—¿Que cosa? Dime, no estoy entendiendo.

—Tú...tú tienes una mancha ahí—frunzo el ceño y miro mi regazo. Nada.

—¿Una mancha donde?

—Ya sabes...en tu retaguardia—suelta en un susurro y entonces lo capto.

No puede ser. Mi periodo ahora no. ¡¿Que hago?!

—De acuerdo...sí es incomodo—digo, mirando al piso.

¡Rayos! Sí Cris estuviese aquí sabría qué hacer, luego de reírse, ella me ayudaría.

—Las chicas usan una cosa rara para eso, me parece que les llaman...¿toallas intimas? Algo así es, puedes usar una de esas, sabes—suelta rápidamente, cortando el silencio.

—Lo sé, Damian, sé que usamos ¡Soy una chica!—le recuerdo, frustrada—Hagamos algo, iré me cambiaré y tú esperas acá.

—De acuerdo, espero acá—asiente y ambos nos miramos, en silencio. Él me mira esperando a que me levante.

—Cierra tus ojos—ordeno y lo veo cubrir sus ojos con ambas manos para luego soltar una risa—. Tonto—ruedo los ojos—. Ya vengo.

Me levanto, subo corriendo a mi habitación y voy directo al baño, primero me reviso en el espejo y nada, no hay nada. ¡¿Qué rayos?! Reviso mi ropa interior y tampoco. No puede ser, él no hizo eso, yo lo mato.

Suelto un grito de frustración y bajo corriendo las escaleras, mientras se escuchan sus carcajadas por toda la casa. 

—¡Me la vas a pagar, moco!—grito mientras lo veo correr hacia el jardín, abriendo la puerta de vidrio corrediza.

Lo sigo y llegamos a la piscina, él en un costado y yo en el otro. La piscina de mi casa tiene una  separación de cemento en el medio, un lado es más pequeño que otro. Ambos caminamos y nos encontramos frente a frente en la separación. El equilibrio no es lo mío, puedo estar parada normalmente, recibo un pequeño empujón y estoy en el piso, así de fácil es hacerme caer; por lo que camino lentamente por la separación hasta llegar al medio de ésta. Damian hace lo mismo y nos encontramos en la mitad. Por un segundo nos miramos sin saber que hacer, pero luego reacciono y empiezo a dar golpes en su pecho, recordando lo incomoda que me hizo sentir su estúpida broma, y olvidándome de mi alrededor.

Moco responde a mis golpes agarrando mis manos y dejandome indefensa por unos segundos, sin embargo, retrocedo un poco y empiezo a pisar sus pies y moverme, desenfrenada y locamente.

En uno de mis intentos por hacerlo caer, mi pie se va de un lado y es todo tan rápido que no puedo describir que gesto hizo Damian al verme caer al agua y venirse conmigo por el hecho de tener mis manos agarradas.

Solo siento el golpe en mi trasero y me duele. De ambos lados de la piscina tuvimos que caer en el menos hondo. Me siento y quito de mi cara todo el cabello mojado que se pegó a mi frente, miro mi ropa empapada y sólo puedo reír, reír frenéticamente por todo, por lo tonta que fui al caer en otras bromas de Damian, por no tener equilibrio y caer de trasero en la piscina pequeña, por la cara de Damian en este momento, por todo. Damian se une a mí y ambos terminamos riéndonos de nosotros mismos.

Pronto comienzo a lanzarle agua y comenzamos una guerra. Sin darnos cuenta terminamos enredados, él arriba de mí «¿Cuando llegamos a esto?» me pregunto mentalmente y no puedo evitar reír otra vez. Damian se levanta de mí y me ayuda a levantarme también.

—Estás loca—comenta, divertido.
—¡Hey! A mí me respetas, muchachito, nada de insultos—bromeo, apuntando con mi índice y sonriente. Vamos caminando al interior de la casa.

—Sí, en efecto, estás loca—lo confirma asintiendo y ruedo los ojos.

—Nunca—recalco la palabra mientras lo tomo del cuello de su camisa y hago una sonrisa malvada— pero nunca le digas loca a una loca—advierto y me mira ceñudo.

Estallo en carcajadas por su expresión. Mi estomago duele de tanto reírme, y me encanta. Mi grupo de amigos puede ser reducido, pero es sincero; amo estar con cada uno de ellos porque puedo ser yo misma y sé que no me juzgaran, y me reiré hasta tener dolor de estomago. Realmente me siento afortunada de las personas que tengo en mi vida, porque me aman y yo las amo a ellas.

—No puedo creerlo—musita mi mojado amigo a mi lado, sacándome de mis pensamientos.

—¿Que?—pregunto, perdida.

—Olvidalo, sí puedo creerlo—sonríe.

—Mm...¿me explicas? Siento que me estoy perdiendo algo—comento, divertida.

—Hasta así—me señala—, humeda y distraída, te sigues viendo hermosa—sonríe y guiña un ojo, para luego atravesar la puerta corrediza y dejarme ahí, sola.

Siento el calor subir por mis mejillas y, por primera o tal vez segunda vez, recuerdo los sentimientos que Damian me confesó aquella vez. 

¿En serio le gusto a Damian? Por que todavía me niego a creerlo.

Nota de autora:

Voten y comenten, please🙏💕

Los amoo

Besos, May💜📖

Simplemente Carrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora