Todo sucedió muy rápido, iba conduciendo hacia el lugar donde trabaja mi novia, cuando un chico, supongo porque tenía una pasamontañas tapando su cabeza, salta por encima de la parte delantera de mi auto, causando que frene de golpe, por el susto. No tardan en llegar dos personas que, al igual que él, cubrían sus rostros; me amenazaron con bajar del auto rápidamente y, dudando, lo hice. Pensé que querían robarme, pero en ningún momento se interesaron por el auto, sino que se dedicaron a atacarme. Ninguno dijo nada, solo me golpeaban y yo trataba de entender la situación, pero no le hallaba sentido, quise defenderme, pero mis fuerzas flaquearon y mi cabeza no dejaba de darme vueltas. Nada tenía sentido, hasta que pararon. Dos salieron corriendo, pero el ultimo se quedó unos segundos más. Recuerdo exactamente sus sarcásticas palabras: ¿Por qué no le dijiste a tu Dios que te ayudara? Es una pena que no haya evitado esto.
Quedé confundido y devastado en el piso de aquella calle vacía, por la cual, misteriosamente, nadie habitaba. Al cabo de unos minutos, mientras intentaba recuperarme, llegó Carrie a mi lado y sentí mi corazón saltar al verla, pero también temí por ella, ya que los que me lastimaron pudieron haber estado cerca. Sin embargo, nada pasó y mi hermana y mi mejor amigo llegaron y nos ayudaron.
Tuve que ir al hospital, pero ya todo pasó.Ahora estoy en mi casa, con la vista fija en el techo de mi habitación, pensando en quienes pudieron haber sido. No pude reconocer ningún rostro...
El tono de mi celular interrumpe mis pensamientos, es Carrie. Realmente no sé que hacer, no quiero contarle lo qué pasó, porque se pondrá nerviosa y es lo ultimo que quiero. La llamada se cae y comienza otra vez, si no le contesto se preocupará aún más.
—¿Dam? ¿estás ahí?—su voz hace que sonría y me sienta bien.
—Si, preciosa ¿cómo andas?—pregunto, poniendo el alta voz y dejando mi celular a mi lado.—Bien... quería saber cómo te sientes—muerdo mi labio, amo a esta chica y su preocupación por mí.
—Estoy bien, princesa, no fue nada grave. Ya pasó—digo, para despreocuparla.
—De acuerdo... Cambiando tema, tengo planes para nosotros hoy—dice, animada.
—¿Si? ¿cuales?
—Será una sorpresa—suelta en tono misterioso y no me queda más que aceptarlo.
—Bueno, confío en ti.
—Eso lo sé, cariño... ¡Carrie ven aquí en este instante!—una voz femenina un tanto rara se escucha al final, logrando un ceño fruncido de mi parte. Carrie ríe.
—¿Está todo bien, preciosa?—ella sigue riendo por lo bajo.
—Sí, cariño. Es que con Paul estamos jugando a que él es la dama elegante y yo su mayordomo fiel—no puedo evitar fruncir mas el ceño, pero luego estallar en carcajadas por el retraso mental de ambos primos.
—Entonces te dejo para que sigan jugando—digo, aun divertido.—¡Nos vemos a las tres y media!—su voz se escucha amortiguada, como si estuviese corriendo—¡Te amo!
—Yo más, rulitos...—digo, pero la llamada ya ha terminado con una sonrisa plasmada en mi rostro.
No puedo describir todo lo que ella me hace sentir, cada día mi amor hacia Carrie es más grande, más puro, más real. Con ella puedo ser yo mismo, sin ponerme nervioso; puedo contar malos chistes y ella siempre se reirá, puedo caer y ella estará a mi lado, intentando levantarme o tirándose junto a mí. Nunca he conocido a alguien mejor, y que bueno que lo noté a tiempo. Carrie es simplemente ella y no podría haber alguien igual.
Dicen que el amor de tu vida no te pondrá a sudar de los nervios, al contrario, te dará paz. Y yo con Carrie no puedo sentirme más tranquilo.
—¿Hijo, estás ahí?—la voz de mi padre me saca de mis pensamientos.
—¡Pasa, papá!—respondo, recostándome de la cabecera de la cama.
—¿Cómo vas, campeón?—saluda, sentándose en la orilla de la cama.
—Bien, papá, nada grave—digo, para que se olvide del tema. Sé a qué viene y no quiero hablar de eso, pero también sé que me hará decirlo sí o sí.
—Me alegra bastante, tenía pensado que saliéramos a tomar algo, tu y yo, como en los viejos tiempos—cuenta, emocionado.
—¿Ahora?—miro la hora en mi reloj. Tres en punto.
—¿Sino cuando?—pregunta, divertido.
—Pa, lo que pasa es que Carrie habló conmigo hace un rato y dijo que en media hora nos veriamos, porque tiene una sorpresa—cuento, intentando no desanimarlo.
—Oh, me parece muy bien. La salida podemos pasarla para otro día, no hay problema—dice, sin expresión alguna.
—Gracias, papá—me acerco y lo abrazo.
—Bueno, la salida se cancela hoy, pero tú debes contarme qué pasó ayer, después de que salgas con tu chica—me apunta con el dedo índice.
—Sí, papá—digo, sin ánimos.
—¡Que les vaya bien!—dice ya cerrando la puerta.
Mientras me baño pienso en lo que ocurrió ayer, porque eso no sale de mi cabeza, se me hace imposible distinguir la voz de quien me atacó y solo me queda buscarle sentido a sus palabras.
En esta época, todos tratamos de buscar el respeto, el no juzgar a nadie por lo que es, por lo que ama o por lo que cree, pero sigue siendo difícil para algunas personas, más cuando se trata de la preparatoria. Muchas personas se han metido conmigo por mi fe, al igual con Carrie, Cris o Paul, todos hemos soportado burlas y humillaciones, ¿pero llegar al punto de acosar y herir a alguien que no te ha hecho nada malo? Me parece injusto.
Sin embargo, creo fielmente en que todo pasa por algo, todo tiene un sentido y si Dios guía mi vida, Él sabrá la razón de todo lo que ocurra en ella. Por eso quiero calmarme y dejarlo todo en sus manos.
Hoy me dedicaré a Carrie y a lo feliz que me hace tenerla junto a mí.
Nota de autora:
¡Nueva actualización!
Espero les guste♥
Besos, May💜📖
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Simplemente Carrie.
Teen FictionCreo que si la gente tuviera que definirme en una palabra esa podría ser: Rara, o tal vez loca, o explosiva también. Pero yo diría que soy: Carrie. Sí, así, simplemente Carrie. Solo soy yo. Y si quieres saber más sobre mi singular vida, te invito...