43. Eres mi refugio.

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Busco desesperadamente mi celular en mi bolsa, sigue sonando el tono de llamada y yo sigo sin hallarlo

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Busco desesperadamente mi celular en mi bolsa, sigue sonando el tono de llamada y yo sigo sin hallarlo. Cuando por fin lo encuentro, contesto.

—¿Aló?—digo, poniendo el celular en mi oreja y cubriendo la otra con un dedo para escuchar mejor.

¡Hola, hermosa!—la voz de Dam me hace relajar. No había visto el remitente.

—¿Cómo estás, tontuelo?—pregunto sonriente.

Muy bien, mi tonta ¿y tú?

Súper feliz, ¡ya casi es navidad!—exclamo, alegre.

Así es, preciosa. Quise llamarte un poco antes de las doce para no interrumpir tanto tu tiempo en familia...

Nunca interrumpes, cariño.

Sí, bueno, yo quería desearte una feliz navidad. Que tengas una hermosa noche, princesa. Recuerda que te amo mucho, un poco más que ayer y menos que mañana. Eres mi medialuna—sonrío y siento mi estomago saltar de la emoción.

—Nunca lo olvido, tonto. Te amo más cada día y te deseo la mejor navidad de todas. Eres mi refugio—lanzo un beso y nos quedamos unos segundos hablando tonterías.

—Cinco... Cuatro...—las voces de mi familia nos interrumpen.

—Debo colgar. Te amo, bye—me despido y cuelgo, para ir corriendo al patio con mi familia.

—Dos... Uno...—llego y los veo a todos sonriendo y abrazándose.

—¡Feliz navidad!—me uno al coro y lo grito con todas mis fuerzas.

Abrazo a mis abuelos, luego a mis padres, mis tíos y al final mis primos. Termino en los brazos de Mel, llorando sin saber muy bien por qué.

—Calmate, prim. Es la emoción—dice, para calmarme y limpio mis ojos.

—Es que, amo a cada uno de ustedes ¿si? Me han visto crecer y ser lo que ahora soy, han estado en cada caída y subida. No imagino esta familia sin alguno de los que están aquí. Tengo mucho miedo de perderlos—digo, temblando.

—Carrie, calma ¿si? Ambas creemos en Dios, tú cristiana, yo católica, pero Dios en fin. Las dos sabemos que él tiene un propósito y está al mando de la vida de cada uno. Todo está en sus manos, calmate—me abraza fuerte y yo termino asintiendo. Tiene razón.

—¡Abramos los regalos!—grita Mindy, con todas sus fuerzas, haciéndonos reír a todos.

La seguimos hasta la sala donde tenemos el árbol de navidad y los regalos debajo del mismo.

—¡Yo empiezo!—exclama mi prima menor.

—De acuerdo, yo te ayudo—dice su madre, mi tía Alexa.

—Este dice de... ¡Carrie para Mindy! Es mío, es mío—me mira, sonriente y asiento para que lo abra.

La pequeña rompe el empaque y encuentra un oso de peluche que llega un poco más de la mitad de su cuerpo.

—¡Me encanta!—exclama, abrazándolo—¡Gracias, gracias, gracias!—se acerca a mí y me abraza con el oso a un lado.

Pasan los regalos de Mindy y sigue Mel, comienza abriendo el que le compró Paul, saca del empaque un hermoso collar.

—¡Ahora Carrie!—exclama, terminando con su ultimo regalo. El mío.

Saca de la bolsa el hermoso vestido negro que escogí para ella.

—¡Oh por Dios!—pausa cada palabra, sorprendida.

—¿Te gusta?—pregunto, sonriente.

—Esto tiene que ser una broma—dice y la sonrisa se borra de mi rostro.

—¿Ah?

—Toma, es mi regalo ¡abrelo!—obedezco, aun confundida por su reacción.

Cuando abro la bolsa, encuentro el mismo vestido que le compré a mi prima, pero esta vez en color blanco.

—¡Compramos el mismo vestido!—exclamo, sorprendida. Todos ríen.

—¡Me encanta!—dice Mel, abrazandome.

—Esto es genial—comento, sin superarlo.

—Sí, ahora abre tus regalos—ordena y asiento, emocionada.

—A ver...—tomo una bolsa negra—, este es de mamá—anuncio a los demás y ella sonríe.

Abro la bolsa y encuentro papel, mucho papel. Frunzo el ceño. Voy sacando todos los papeles y encuentro una caja totalmente negra. La saco y la abro.

—¡Un portátil nuevo!—exclamo, anonadada—¡Muchas gracias, mamá!—la abrazo.

—Continúa abriendo—dice, animada.

—Este es de mis abuelos—sonrío y mi pecho saltar.

—Sabes como somos, cariño. Nos gusta la sencillez, pero sabemos que amas escribir—dice mi abuela, enternecida.

Abro la caja y encuentro un libro en blanco.

—Sigue creando magia, mi niña—dice mi abuelo, abrazándome.

Es un regalo hermoso, me encanta.

Continúo con los regalos, recibiendo dinero, algunas prendas, joyería y hasta zapatos, todas cosas muy lindas por parte de mi familia.

—Y por ultimo, el regalo de papá—sonrío y tomo una caja grande. Muy grande. Extremadamente grande.

—Adelante, Grinch.

Abro la caja y encuentro otra mas pequeña dentro, frunzo el ceño y la saco. Abro la caja y veo otra aún mas pequeña. Sigo el juego como con cinco cajas más. Ya cansada y con las risas de los demás a mi lado, tomo la caja más pequeña, que ya parece no tener nada.

Encuentro una carta. La abro y la leo en voz alta.

Las mejores cosas se consiguen con tiempo y dedicación, ven a darme un abrazo hija.

Sonrío y me acerco hasta mi padre.

—¿Te divertiste viéndome abrir cajas no?—pregunto mientras lo abrazo.

—Oh, claro que sí. Valió mucho la pena... Toma, este es mi verdadero regalo—me tiende una cajita pequeña. Le miro divertida.

—¿No es otra broma?—pregunto, insegura.

—Tendrás que averiguarlo, hija.

La abro y encuentro una cadena de oro, viene con un dije, es una corona pequeña y linda. La saco y le digo a papá que me la ponga.

—Lee lo que dice detrás—indica y así lo hago.

Daddy's princess. Sonrío enternecida.

—Siempre serás mi princesa—papá besa mi frente.

(...)

—¡Buenos días, familia!—saludo, sonriente.

Mi tía Ana mira mi piyama de arriba a abajo.

—¿Qué hay con tu ropa, Carrie?—reclama, frunzo los labios—. Nah, mentira. Te lo paso por hoy—me abraza y sonrío.

Ella es muy exigente, ama la pulcritud y siempre está pendiente de cómo nos vemos. Me estresa, pero así la amamos.

—Pasa y desayuna, hija—indica mamá y obedezco, sentándome en la mesa con el resto de mis primos que se levantaron aún más temprano que yo. 

—Mmm, esto está delicioso—exclamo, saboreando la comida.

Paso un desayuno divertido con mi familia, sin embargo mi mente me lleva a Dam y sonrío al pensar en él. Ya lo extraño. Lo bueno es que llega mañana.

Simplemente Carrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora