Creo que si la gente tuviera que definirme en una palabra esa podría ser: Rara, o tal vez loca, o explosiva también.
Pero yo diría que soy: Carrie. Sí, así, simplemente Carrie. Solo soy yo.
Y si quieres saber más sobre mi singular vida, te invito...
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Damian se fue al momento en que mi padre llegó y, aunque me alegré de verlo en casa, no quería que Dam se fuera. Lo quería a mi lado. El resto de la noche.
Sin embargo, apenas llegó a su casa, me llamó y continuamos nuestra conversación, cómo si no nos hubiéramos despedido, cómo si siguiéramos el uno junto al otro.
—Entonces, yo pienso que Loreane debería admitirle a Josh que está enamorada de él. ¡Así él dejaría de sufrir tanto!—opina el tonto al teléfono.
Cuando se fue, hablábamos de una de mis historias en curso: Sólo por ti. Él empezó a leerla en Wattpad hace poco y ahora está esperando a que actualice o a que yo le cuente lo que sigue, insistiendo sin piedad.
—Basta, moco. No te diré nada. Además, ¿por qué das tanta importancia a una simple historia de amor?—pregunto, por molestarlo. Realmente me encanta su interés en mis escritos.
—¡Oye, no es una simple historia de amor! Es tu historia, tu creación, por eso me importa tanto. Además, es muy buena—sonrío y lo imagino sonriendo al otro lado de la línea. —De acuerdo, un válido argumento—asiento, sabiendo que él no puede verme. Le escucho bostezar y, despegando el movil de mi oreja, miro la hora. Doce menos diez minutos—¿Con sueño, perezoso? Es mejor dormir ya—opino, lanzando un bostezo.
—Está bien, carretera. Descansa. Ha sido un placer estar contigo esta noche—no puedo evitar reprimir una sonrisa tonta, así que muerdo mi labio inferior.
—Lo mismo digo, moco—y sin más, corto la llamada.
Texteo a Cris, rápidamente.
Yo: Dormiré, mañana me cuentas cómo les fue. Besos.
Y sin más, apago mi celular.
(...)
—Sueño, sed, hambre, flojera. Sueño, sed, hambre, flojera. Sueño, sed, hambre, flojera—repito, mientras resuelvo los ejercicios que planteó el profesor.
—Carrie, querida, ¿puedes callarte?—la irritación en el tono de Serena me divierte. Así que sonrío.
Resulta que Serena y yo tenemos más clases en común que solo informática, y eso es genial porque ahora hablamos mucho más.
—Oh, lo siento, amiga. No sabía que mi presencia te molestaba—bromeo y ella rueda sus ojos, divertida.
—Sí, molesta muchísimo—suelta, antes de volver a darme la espalda y seguir con sus ejercicios.
—Y flojera, ya entendí—vuelve a voltearse—. Cuando salgamos de aquí, podrás comer, tomar y dormir todo el tiempo que quieras. Por ahora, dejame en paz los quince minutos que quedan de clase, por favorrrr—pide, uniendo sus manos. Rio.
—De acuerdo. Me alimentas más tarde, eh—le apunto con el índice y ella asiente, rápidamente, y vuelve voltearse.
Y así es como se logran las cosas, señores, insistiendo.
(...)
—¡Ay Señor, los muertos vuelven a la vida!—exclama aquella hermosa mujer en cuanto me ve llegar al lado de mi padre. Mi abuelo ríe a su lado y se adelanta para abrazarme primero.
—Tu abuela siempre exagerando—dice con voz tierna y burlona—. Te habíamos extrañado, cariño—comenta, con mis manos entre las suyas.
—Entonces me alegro de estar aquí—sonrío y beso su frente—. Yo también les extrañe.
—Bueno, bueno, ¡ven a saludar a esta vieja!—me acerco hasta mi abuela quien está sentada en su sillón favorito. Me siento en sus piernas.
—¡¿Cómo se encuentra mi viejita favorita?!—exclamo, con voz alegre cerca su oído.
—¡Pero, muchacha, cuidado me dejas mas sorda!—responde igual de alto. Mi papá y mi abuelo, quienes se encuentran frente a nosotras en dos sillones distintos, ríen.
—Ay, te extrañe demasiado—la abrazo fuerte, sin pensar en sus delgados brazos. Ella también me abraza con todas sus fuerzas.
—Yo también, mi niña—dice, tierna y sincera, sonriendo—. Pero ten cuidado con mis huesos, siempre tan rústica—bromea, riendo.
—Bueno, hay cosas que no cambian—me encojo de hombros, divertida.
—Entonces, como la tradición lo ordena, vamos a jugar pues—mi abuelo se levanta y mi papá lo sigue hasta el jardín. Mi abuela y yo vamos tras ellos.
Siempre que mi papá y yo venimos a casa de los abuelos, jugamos unas partidas de dominó, un juego de mesa que mi familia ama jugar.
Nos sentamos en la mesa en medio del jardín con la brisa de la tarde rodeandonos.
—Bueno, me van a disculpar, pero yo escuché risas y supuse que la loca había llegado—mi prima Melissa se asoma por la puerta corrediza y salto a su encuentro.
La abrazo y sonrío con todos mis dientes. Dios, había extrañado demasiado a esta chica. ¡Y eso que vivimos a media hora de camino! Tengo que venir más seguido.
—No puedo creerlo, ¡tengo que contarte mucho!—chilla en un susurro, sonriente. Me toma de la mano y me jala de vuelta al jardín, donde están mis abuelos y mi papá—Lo siento, viejitos, pero voy a secuestrar a Carrie un rato.
—¡Ay, pero entonces quedamos incompletos!—se queja la abuela. —Deja que se vayan, Leonor. Es más, llamen a Patrick y así podrán irse a chismear—ordena el abuelo y ambas asentimos, sonrientes.
Salimos de la casa de los abuelos y emprendemos rumbo a casa de Patrick, nuestro primo. En el camino Mel me pregunta cosas sobre cómo me va en el insti y vamos hablando más que todo sobre mi vida y mi día a día. No tardamos en llegar puesto que la casa queda cerca, así que llamamos y nuestro primo sale de una vez.
—¡Hola, Patrick!— Melissa y yo saludamos al mismo tiempo, nos miramos y reímos. Él también se ríe.
—Hola, chicas—sonríe y me mira con extrañeza—. ¡Qué milagro verte, Carrie!
—¿Cierto que sí?—concuerda Mel—. Estaba muy desaparecida.
—Si bueno, ¡ya no lo estoy!—sonrío—. En fin, los abuelos quieren que vayas a casa y juegues con ellos unas partidas—cuento, simple.
—De acuerdo, vamos—cierra la puerta y nos acompaña en el camino de regreso a casa.
Una vez llegamos a la casa, Mel y yo subimos corriendo a su habitación y Patrick se va al jardín con los abuelos.
Mi prima comienza a contarme sobre su vida y todas las cosas grandiosas que ha alcanzado ahora que está fuera del instituto. Mel y yo somos contemporáneas, ella es sólo unos meses mayor que yo, sólo que ella salió primero porque, de tan buena estudiante, la adelantaron un año. Mi prima es una chica genial, su personalidad es increíble y su físico terriblemente envidiable. Es genial, y no supe cuánto la había extrañado hasta que la tuve enfrente.
Nota de autora:
Espero que les guste💕 Gracias por votar y comentar😊