14. Algo cambió en mí.

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—Estuvo mal, estuvo muy mal

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—Estuvo mal, estuvo muy mal...—me repito en voz baja una y otra vez.

No debí dejar que la confusión del momento me hiciera actuar de tal manera, pero lo hice y así fue como pasaron las cosas, ya no pueden remediarse.

—Hey, calmate, Carrie...—la voz de Damian a mi lado me hace volver a la realidad, lejos de mis pensamientos.

—Yo la traté mal, Dam, no debí haberlo hecho—replico, cabizbaja.

—¿A quién trataste mal?—su voz suave y sus dedos jugando con mi cabello mientras me mira con ternura acompañada de preocupación, hacen en mí el reflejo de una sonrisa.

—Yo...le respondí de mala manera a mi madre—cuento y le veo fruncir el ceño levemente.

—¿A Greg? Tranquila, puedes hablar con él ahora mismo y él te abrazará sin importar lo que haya pasado—asegura y asiento, porque es verdad, pero ahora no se trata de mi padre.

—No, hablo de la mujer que me trajo al mundo, Dam—respondo y veo la sorpresa en su rostro—. Sí, la acabo de ver y...—ahí es donde prosigo a relatar la historia de cómo vi a mi madre por primera vez.

—No deberías ser tan dura contigo—suelta en cuanto termino mi relato—, es decir, pudiste haber reaccionado de otra manera, pero no somos perfectos, Carrie. Nos equivocamos, tomamos malas decisiones y hacemos cosas de las que luego nos vamos a arrepentir, y tu mamá es un claro ejemplo de eso, aparte de todo el mundo.

Lo abrazo, porque sé que tiene razón, porque está aquí ahora y porque no creo necesitar otra razón para hacerlo.

—¿Quien eres y que hiciste con el tonto moco?—bromeo y él rueda los ojos, divertido.

—Tal vez haya estado leyendo algunos libros...—murmura y agrando mis ojos.

—¡¿Qué?!—suelto, emocionada.

—Quería saber qué era eso tan bello que veías en la literatura, y ahora sé que no estabas equivocada—sonrío y él imita mi gesto.

—Leer es lo más hermoso que puedes hacer por ti mismo—planto un beso en su mejilla e inhaló su aroma mientras lo abrazo.

Siento sus manos jugar con mi cabello y luego sus labios dejar un beso en él, y me gusta la sensación que provoca. Sin darme cuenta, me veo entrelazando sus dedos a los míos y sintiendo la calidez de su mano, encajando perfectamente con la mía.

—Contigo todo es muy diferente, no te pareces a las demás. Siento que tengo que pedirte permiso para hacer cualquier demostración de amor hacia ti—comenta y sonrío como tonta, sintiendo las tontas mariposas hacer fiesta en mi estomago.

A partir de ahí, algo en mí cambió.

(...)

—Yo ya había hablado con ella antes, cariño—dice mi padre luego de un largo silencio que dejó el haberle contado el sorpresivo encuentro con mi madre.

—¿Por qué no me habías dicho nada, papá?—interrogo, herida. Sí mi padre me hubiese contado desde la primera vez que tuvo contacto con ella de nuevo, todo hubiese sido diferente. Tal vez.

—No sabía como, Grinch, lo siento.

—Bueno, de igual manera, ya pasó y no podemos devolver el tiempo y hacer las cosas diferentes—lo abrazo y me aferro a su pecho.

No sé que cosas nuevas traerá el regreso de mi madre, pero no quiero que nada cambie entre mi papá y yo.

El sonido del timbre hace que nos separemos.

—Yo voy—sonrío y me dirijo a la puerta.

Reviso por la mirilla antes de abrir y me encuentro con la imagen de mi mejor amiga guiñando un ojo y luego otro, seguidamente. Sonrío y abro la puerta. Ella ama hacer eso, aunque a mí me haya costado mucho aprender a hacerlo. 

—¡Hola, nena!—exclama al entrar y luego me abraza.

—¡¿Qué tal tu cita?!—la pregunta sale de mi boca sin poder contenerla y con mucha emoción.
—Shh...—dice y luego se ríe—. Vamos a tu habitación, te contaré todo, todo—sonrío y subimos corriendo.

Me siento rápidamente en mi balcón hecho especialmente para ver las estrellas y mi mejor amiga se sienta a mi lado. Nuestro lugar de favorito.

—Bueno, comienzo—sonríe y entonces nos vemos sumidas en la historia que ella relata.

Una cita, mi mejor amiga y mi primo, ambos jugando bolos, riendo y comiendo pizza, mientras se burlan recordando todas las cosas graciosas que han pasado juntos. Ambos se miran a los ojos y encuentran ese hermoso destello brillante en ellos, esa sensación sólo los ojos saben expresar, esa hermosa historia que sólo ellos pueden contar.

La noche pasa rápida entre risas, comentarios tontos y momentos típicos de mejores amigas, así que pronto nos quedamos dormidas.

(...)

—¡Quiero chocolateee!—exclama mi mejor amiga, al borde del llanto, acostada en mi cama.

La veo desde el umbral de la puerta con una sonrisa divertida, pero a la vez confusa.

—Acabas de levantarte, Cris, al menos cepilla tus dientes—aconsejo, divertida y ella rueda sus ojos, actuando como una niña pequeña.

—Quiero chocolate, ¡y lo quiero ahora!—hace un puchero y se cruza de brazos.

—Tendrás tu chocolate sí, sólo sí, lavas tus dientes y bajas a desayunar—ordeno y ella suelta un bufido.

—Rayos, ya suenas como mi madre—se levanta a regañadientes y entra al baño.

—¡Ella es un buen ejemplo!—digo detrás de la puerta, solo para molestarla.

—Sí, pero ya tengo suficiente con ella—dice con lo que supongo es el cepillo en su boca, así que tardo en entenderle, pero luego rio.

—Solo baja, Cris—salgo de mi habitación y me dirijo escaleras abajo.

Voy tarareando una canción que escuché hace poco, la cual no he podido sacar de mi cabeza, mientras bajo escalón por escalón dando saltitos.

Siento un pie enredarse con otro y el piso no tarda en hacer presencia golpeando mi rostro al caer. Genial. Típico de Carrie.

Me levanto sobando mi cabeza y riendo por mi torpeza.

Nota mental: No volver a bajar las escaleras cuando mi cerebro aún está dormido. Trae caídas inesperadas.

Nota de autora:

Lamento la tardanza, los quiero mucho💗

Gracias por votar y comentar😊💕

Simplemente Carrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora