24. Un corazon inmenso.

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La hora de la cita se iba acercando y mi mamá todavía seguía en casa, así que tuve que contarle que me tenía que ir porque me habían invitado a cenar

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La hora de la cita se iba acercando y mi mamá todavía seguía en casa, así que tuve que contarle que me tenía que ir porque me habían invitado a cenar. Cabe resaltar que para ese momento yo todavía no tenía nada en mente para usar, puesto que Cris no me había respondido ningún mensaje en toda la tarde, quien sabe qué estaría haciendo. El caso es que mi mamá se ofreció a ayudarme y la verdad fue algo muy lindo de su parte, porque pasamos un rato muy agradable mientras ella me maquillaba y me ayudaba a subir el vestido que ella había escogido, dejandome a mí el tema de los zapatos. Realmente me divertí y me sentí muy feliz. Luego me fui y ella se quedó en casa con papá pues habían quedado para cenar juntos.

Ahora estoy entrando a casa de Damian, nos detenemos frente a la puerta corrediza que da al patio.

—Ahora tienes que confiar en mí—dice y rio, frunciendo un poco el ceño

—Con los ojos cerrados—respondo, sonriente.

—Perfecto, porque debo cubrir tus ojos.

—Vale—acepto, un poco nerviosa.

Una de sus manos cubre mis ojos y escucho como la puerta se va moviendo.

—Wow... no puedo creerlo—susurro, impresionada y con ojos plenamente maravillados—. Esto realmente es hermoso, Dam.

Todo el lugar está decorado de una manera muy romántica pero sutil, ciertamente se nota la dedicación, me encanta.

—Lo sé—responde, guiñando un ojo y con una media sonrisa—. Ven, sientate—saca una silla para mí, pero yo todavía sigo maravillada. Luego de unos segundos reacciono y me siento.

—Gracias—digo en voz baja, luego de sentarme.

—Y cuentame, ¿cómo te fue con Adriana?—pregunta, curioso, con sus ojos fijos en los míos.

Prosigo a contarle todo, desde la hora del almuerzo hasta cuando salí de casa, Dam me escucha atentamente sin dejar de sonreír.
—Me alegra que todo haya salido tan bien. Ya sabes, si está en el propósito de Dios, nada será para mal—dice, tomando una de mis manos sobre la mesa.

—Sí, lo sé, tienes razón—sonrío.

—Bueno, ahora comamos esta delicia—suelta mi mano con delicadeza. Asiento, encantada.

Empiezo a comer y noto la musica de fondo en la que no había reparado. Perfect.

—Sabías que lo amo ¿no?—comento, divertida, refiriéndome al cantante. Él ríe.

—Creo que todo el que te conozca sabe fielmente que amas a Ed Sheeran—responde, en el mismo tono.

—Cierto, no te equivocas—apremio, asintiendo.

La noche avanza y terminamos de comer entre charlas tontas y risas descontroladas. 

—Entonces estas en plan cupido con Serena y Fran ¿no?—pregunta, juguetón.

Simplemente Carrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora