Creo que si la gente tuviera que definirme en una palabra esa podría ser: Rara, o tal vez loca, o explosiva también.
Pero yo diría que soy: Carrie. Sí, así, simplemente Carrie. Solo soy yo.
Y si quieres saber más sobre mi singular vida, te invito...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Qué tal está loción para papá? Es muy varonil ¿no?—pregunto, entusiasmada.
Con Dam estamos paseando por el centro comercial desde hace un rato. Quisimos empezar con el regalo para papá, pero mi novio parecer un poco exigente con su regalo. Quiere que mi papá lo ame, dijo cuando llegamos. Yo le compré una camisa de vestir y unos zapatos.
—Claro, tan varonil que huele a: soy una mariposa rosa del campo—responde tratando de reír en su nerviosismo. Sonrío y lo abrazo.
Dejo la loción a un lado y tomo su rostro entre mis manos.
—Dam, este gesto de querer regalarle algo a mis padres es muy lindo. Ellos amaran cualquier cosa, tranquilizate ¿si? Son personas muy sencillas—digo, para que se calme. Asiente y sonríe.
—De acuerdo, entonces vamos por el auto de colección que vimos en la primera tienda, ese me gusta—dice, animado.
—Bueno, vamos—digo, dejándolo salir primero de la tienda. Suelto un suspiro y entorno los ojos.
Si tan solo él hubiese comprado el auto cuando llegamos, ya iríamos por el ultimo regalo. Bueno, tal vez exagero, pero si hubiésemos ahorrado mucho tiempo.
—Quiero este—dice a la sonriente chica de la caja. Demasiado sonriente para mi gusto, pero mi novio parece no notarlo.
—Está lindo, como tú—comenta ella, haciéndole ojitos. Muerdo mi labio inferior con ganas de ponerle un cartel en la cara a mi novio que diga: propiedad de Carrie. Dam le da una sonrisa torcida.
—Sí, ¿cierto?—ella asiente, emocionada. Ruedo los ojos, queriendo salir de ahí lo más pronto posible—. Es para el padre de mi novia, esta hermosa chica junto a mí—toma mi mano y la chica de la caja se dedica a mirarme con una ceja alzada, mientras inspecciona mi físico. Sonrío.
—¿Podrías apurarte un poco? Es que ya vamos tarde—le digo a la chica, haciendo una mueca. Rodando los ojos, toma el auto y se apresura a cobrarnos.
—Tu cambio, lindo. Que tengas un gran día—dice, con una sonrisa, ignorando olímpicamente mi presencia. Que maleducada.
—Bueno, ya tenemos el reloj. Podemos pasar ahora a buscar un regalo para la señora A—comenta Dam en cuanto salimos de la tienda. Siento una sensación de molestia en el estómago.
—Claro, lindo, por supuesto.., lindo—digo, imitando una voz chillona parecida a la de aquella chica. Dam ríe.
—¿Celos?—pregunta, alzando una ceja.
—Nah, para nada, yo no soy de esas—digo, soltando mi mano de la suya y acelerando mi paso.
—Oh, seguro—suelta, sarcástico. Ruedo los ojos y me volteo para enferntarlo.
—Si no te gusta, puedes volver y quedarte con ella mejor—suelto, sorprendiendome. ¿En serio yo dije eso? ¿estoy celosa por esa tontería? No, no era una tontería. Esa chica estaba coqueteando con él en mi cara.
Me volteo y sigo caminando.
—Hey—me toma una mano, haciendo que me detenga—, ella no me interesa, siquiera sé cómo se llama. Además, le dije que eres mi novia ¡tú estabas ahí!—exclama, defendiéndose. Me cruzo de brazos.
—¿Y qué dices de tus sonrisas encantadoras?—reclamo, frunciendo los labios.
—¿Cuales sonrisas encantadoras? Solo estaba siendo amable, cariño—se acerca más a mí y toma mi rostro entre sus manos—. Ya deja los celos, sabes que solo te amo a ti.
Posa sus labios sobre los míos y trato de resistirme, para seguir molesta, pero es en vano. Sus labios son como imanes a los míos, no puedo evitarlo. Además, tiene razón, yo soy novia y ella es solo una desconocida que, aun sabiendo que él tiene novia, le coquetea.
—A mamá quiero comprarle un vestido elegante para una cena romántica con papá—comento, divertida.
—Uh, genial—alza las cejas, del mismo modo—, yo le compraré un collar que pueda usar con él—dice, animado.
—¡Eso!—chocamos los cinco y reímos.
Pasamos la tarde entre tiendas y regalos para nuestras familias. Solo faltan dos regalos. El de Dam y el mío, pero esos los compraremos por separados.
—¿Qué fue lo que le compraste a Paul? Ya lo olvidé—digo, subiendo a mi auto.
—Un reloj negro con verde—recuerda, dejando caer su cabeza hacia atrás.
—¿Cansado?—pregunto, encendiendo el auto.
—Demasiado. Muchas compras por hoy, esto mejor se lo dejo a las chicas—comenta, divertido.
—Ay, eres un caso—sonrío y pongo el auto en marcha.
—¿Y si comemos algo antes de irnos a casa?—propone, girándose para verme.
—¿Cómo qué?—pregunto, concentrada en la vía. Conducir de noche no es lo mejor para mí, por lo que prefiero poner toda mi atención en las calles para que no me sorprenda ningún auto.
—Lo que tú quieras, hermosa—responde, suave.
—De acuerdo—sonrío y paro frente a un semáforo. Lo miro—¿Pizza, perro caliente o hamburguesa?
—¿Qué tal pizza, perro caliente y hamburguesa?—bromea y ruedo los ojos, divertida— Ay, yo si soy capaz de comer todo eso—dice, divertido.
—Tranquilo, te creo—digo, sincera. Mi novio come demasiado pero eso parece no hacerle efecto, por que su cuerpo siempre se mantiene igual.
—¿Entooonces...?—pregunta, para saber mi respuesta. Encojo mis hombros— Verde—anuncia y pongo la vista nuevamente al frente y avanzo.
—Creo que hoy quiero perro—comento, sacando mi lengua a un lado y mordiéndola, concentrada en un giro.
—Perfecto, también yo—dice, asintiendo.
Llegamos a la calle de comidas rápidas, estaciono en un puesto vacío y ambos bajamos. Caminamos buscando el carro de nuestro perrero habitual.
—¡Hey, Billi!—saludo en cuanto llegamos al puesto donde comeremos.
—Oh, ¿qué tal, chicos? Tiempo sin verlos—comenta, asomando su cabeza para vernos mejor.
—Así es, Billi. La flojera de conducir nos hace pedir todo a domicilio—responde Dam, divertido.
—Auch, se pierden las viejas costumbres—niega, divertido y nosotros reímos—. ¿Qué van a pedir?
—Lo mismo de siempre, Billi—respondo, emocionada.
—Entonces cojan una mesa, chicos. Será un placer—dice, para luego ponerse a cocinar.
Nos sentamos en una mesa para dos y pasamos el rato comiendo y disfrutando de nuestro tiempo juntos bajo la luz de la luna.
Gracias, Dios, por permitirme ser tan feliz.
Nota de autora:
¡Triple actualización!
Gracias por estar presentes aquí, son un gran apoyo.