La fiesta

940 102 79
                                    

Una semana antes.

La pequeña Ad se levantó de la cama a primera hora de la mañana y se dirigió a hurtadillas a la habitación de sus padres. Hoy era un día especial, sería su fiesta de cumpleaños número 7. 

Una de las mejores cosas eran las fiestas que le organizaban sus papás. Siempre había sido muy popular entre sus amigos debido a las alocadas cosas que se les ocurrían a Louis y a Harry, por las que nunca escatimaron en gastos. Como aquella ocasión en que pidió su fiesta de Frozen e hicieron congelar el jardín solamente para que pudieran patinar e hicieran muñecos de nieve de verdad. O cuando decidió vestirse de Ironman y todos tuvieron que usar disfraces de los vengadores. Así era Adeline, lo mismo podía ser una princesa que un super héroe, ese era su súper poder.

Abrió la puerta con sigilo y se subió a la cama, observó un momento a sus padres que dormían abrazados plácidamente.

-Papá, ya levántate, nos quedamos dormidos, hace mucho que ya amaneció.

Sin abrir los ojos, Louis la buscó con la mano y la atrapó envolviéndola con el brazo para acomodarla entre él y Harry. Lo que la hizo reír.

-Cinco minutos más hija, solo cinco minutos. –le dijo, pronunciando cada palabra más bajo que la anterior y se volvió a quedar dormido.

Se levantó librándose del abrazo que la atrapaba y en el costado de la cama comenzó a jalarlo de un pie, lo que lo hizo reír también. Después de un rato, varios jalones y una guerra de cosquillas, los convenció para que dejaran la cama al fin. 

En pijama como estaban, se pusieron en marcha rumbo al jardín. Ad no tenía memoria de cuando iniciaron a hacer esto, desde que podía recordar la habían llevado al jardín al amanecer, le enseñaron desde muy pequeña a trepar árboles y no había nada que disfrutara más que eso.

Atravesaron el jardín con el fresco de la mañana, Ad se adelantó corriendo para trepar primero haciendo alarde de que ya era suficientemente grande.

Louis y Harry caminaban de la mano.

-Soñé que estábamos juntos y éramos felices- le dijo Harry apretando su mano.

Louis se detuvo y lo jaló hacia él, parándose ligeramente sobre las puntas de sus pies, rodeó con ambos brazos su cuello y a su vez Harry lo abrazó por la cintura. Se besaron en los labios. Después de un largo y dulce beso le susurró:

-Yo también estoy soñando y no quiero despertar nunca.

-Qué asco, babaaa- dijo Ad entre risitas traviesas mirándolos desde el árbol.

Como todos los niños, se preguntaba por qué a los adultos, en específico sus padres, no les daba asco intercambiar saliva. Pero al mismo tiempo entendía que era una muestra de amor, que hacen las parejas que se aman. Se lo habían explicado hacía mucho tiempo ya.

Había visto esta misma escena miles de veces en miles de escenarios diferentes, era normal la sensación de seguridad que dichas muestras de amor le proporcionaban y aun así nunca dejó de admirarlas con igual fascinación. Lo que no podía saber, es que el beso que compartían en este momento jamás se repetiría.

Sentados en una rama alta vieron el auto de Ed estacionarse, Ad se bajó rápidamente y corrió hacia él.

-Tíoooooooo Edddddddd – gritó mientras se alejaba a toda prisa.

-¿Cómo es que tuvimos este pequeño mono? – le preguntó Louis riendo mientras le daba la mano a Harry para ayudarlo a bajar.

-Pues deben ser tus genes o tu mala influencia. Recuerda que yo quería llevarla al ballet y tú insististe en que fuera a la liga de fútbol infantil– le contesto Harry sin ánimo de recriminar, él mismo había estado encantado con lo del fútbol.

UnbreakableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora