Sueños pospuestos

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Cuando Louis salió, caminando en medio de la noche, Ed ya lo estaba esperando para que se fuera con él a su casa.

Tal y como lo supuso, en cuanto llegaron lo primero que Louis hizo fue sacar una botella de whisky y comenzó a beber. Se quedó con él en la terraza pero no bebió nada, alguno de los dos tenía que estar sobrio. Sacó su guitarra y comenzó a tocarla. Eso era lo que hacía, tocar la guitarra.

-¿Todavía la extrañas? – Le preguntó Louis un poco borracho.

Ed hizo una pausa con la guitarra y miró al cielo un momento.

-Al principio, me dormía y al despertar, existía un pequeño fragmento de tiempo en el que sentía que ella seguía conmigo. La perdí muchas veces antes de aceptar realmente que se había ido –Le dijo con un nudo en la garganta – Despertaba libre... y luego recordaba.

¿Cuántas veces habían hablado de ella? ¿Cuántos momentos sucedieron en su cabeza? Historias extraordinariamente ordinarias. Salidas al parque, desayunos en familia, risas compartidas, todo aquello de lo que se habían perdido, del regalo arrebatado de su compañía. Aquella mujer dulce que no vería crecer a su hija. Esta era su realidad ahora, una hecha de un sendero de fragmentos de su vida pasada, un camino labrado de sueños pospuestos. Y solo tenía la promesa que se hizo a sí mismo el día en que la perdió.

-¿Cuánto tiempo te tomó? - quiso saber Louis.

-¿Qué cosa? ¿Aprender a vivir sin ella o volver a conciliar el sueño por las noches? ¿Quieres saber cuánto tiempo me tomó saber que seguía vivo aunque el mundo estaba ensombrecido? Han pasado tantos años, meses, días, horas. No te recuperas de algo como eso, solo... sobrevives.

Cuando Ed despertó lo primero que hizo fue asomarse a la recámara de Louis y se alarmó al darse cuenta de que no se encontraba allí y de que la cama seguía perfectamente tendida. Al bajar las escaleras lo encontró mirando a través de la puerta corrediza de cristal que daba hacia el patio posterior. No tenía que preguntarle, sabía lo que pensaba, él mismo había recordado con nostalgia aquella mañana en la que ellos nadaban en la alberca alegremente y Adeline había salido a callarlos terminando mojada hasta los huesos. Aquellas risas eran el eco del pasado, se quedaron flotando en el ambiente para siempre, recordándole constantemente que ella no regresaría jamás. Era la primera vez en todos estos años que Louis venía a esta casa, normalmente era Ed quien los visitaba a ellos.

-¿Lograste dormir un poco? – le preguntó Ed acercándose despacio para no sorprenderlo.

-No – respondió secamente.

-Te haré algo de desayunar. Tienes que comer y descansar, tienes que sobreponerte, te espera un día largo y difícil.

-Sí mamá – le dijo Louis desanimado.

Ed se percató de la botella de whisky casi vacía que estaba sobre el comedor de la cocina. No quiso reprocharle dada la situación pero tiró en el fregadero lo que quedaba y unas botellas de vino que tenía en la alacena. Sofrió un par de huevos y tostó pan, preparó una gran taza de café negro y empezó a poner la mesa cuando percibió el olor inconfundible de la marihuana. Louis seguía sin moverse, viendo al vacío con el cigarro en la boca, Ed se acercó y se lo arrebató enojado.

-Dejaste esta porquería hace casi ocho años – le dijo más preocupado que molesto- ¿Cuándo empezaste a fumar otra vez?

-Hoy – le contestó Louis sin reaccionar – lo necesito.

Ed no le respondió. Rompió el cigarro y lo tiró sin dar pie a discusiones.

Louis trataba de beber el extraño brebaje que Ed le había preparado para la resaca, tenía un aspecto, un olor y un sabor asqueroso, pero la palabra de Ed de que le quitaría el dolor que le martillaba la cabeza le ofrecía un poco de incentivo para tragarlo. Se lo bebió de un trago tratando de no vomitarlo. Empezó a sonar el timbre fuertemente una y otra vez sin hacer una pausa para que pudieran responder por el interfono de la puerta.

UnbreakableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora