Último pensamiento

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Richard estaba sentado en su silla, se había disparado en las sienes.

Sus pequeños niños se asomaron por entre los barrotes de la escalera desde el segundo piso y llamaron a su madre entre sollozos, los había despertado el fuerte ruido. Julia, que lloraba histéricamente, se secó las lágrimas al escucharlos, trató de recobrar la compostura, tomó un poco de aire y se dirigió hacia ellos para tranquilizarlos y devolverlos a su cuarto.

Ed se acercó a Richard para asegurarse de que ya no estuviese vivo, solo por si hubiera cualquier cosa por hacer, pero no la había.

La computadora sobre el escritorio estaba encendida, mostraba la ventana principal en donde aparecen todos los íconos de los archivos y programas. Lo que llamó su atención, fue que una carpeta parpadeaba. Supuso que eso sería lo último que había estado haciendo antes de que tomara esta fatídica decisión. Era un vídeo, uno que confirmaría sus mayores miedos. Pensando que la ambulancia llegaría en cualquier momento, sacó una memoria USB, que venía en la parte posterior de su reloj y copió el archivo, con la esperanza de que fuese algo que les sirviera para hacer que Simon hablara.

Logró guardarlo a tiempo, justo cuando el equipo de emergencias llegó.

Los primeros en acudir fueron los para-médicos de emergencias, pero cuando el forense acudió para hacer su reporte, se vio atraído también por la computadora y descubrieron con rapidez que el vídeo era de despedida, pero que contenía también la confesión de un crimen grave, por lo que se vio obligado a llamar a la policía y a dejar todas las evidencias tal y como las había encontrado.Largas horas estuvieron sentados esperando a que llegara el detective del caso.

Los sentaron en la mesa de la cocina después de que la mamá de Julia se llevara a los pequeños para cuidarlos. Uno de los policías puso la computadora frente a ellos y les explicó que verían el vídeo que encontraron y que el archivo decía específicamente que debía ser entregado a ellos para que lo utilizaran según sus intereses.

"Si están escuchando esto, significa que encontré el valor, o la cobardía, para dejar esta vida atrás. Pero antes de hacerlo, quiero dejar el testimonio de mis errores. Para que puedan entenderme, para que, quizás, puedan perdonarme.

Simon Cowell está vivo. Para escapar de todos sus problemas y de una larga estadía en la cárcel, fingió su muerte y yo lo ayudé. Nunca contamos con que caería de un segundo piso, pero eso no lo detuvo, lo rehabilité durante dos años, mientras él, desde su casa controlaba todos los asuntos de la empresa. Era el cerebro, el genio dentro de la botella, ayudado y financiado por los altos ejecutivos de lo que hoy es MM Management.

Yo escapé de él porque... me amenazó con revelar que... yo la maté, es cierto.

No era mi intención, no podía saberlo. Simon me dijo que necesitaba hablar con Adeline, yo solo seguí sus instrucciones. Me dijo que tenía que quedarme en la clínica al menos hasta que naciera su hijo. No sé cómo, pero él sabía a donde la llevarían. Así que conservé mi puesto con la instrucción de que asistiera el parto. La inyección solo conseguiría una alteración breve y temporal de la presión, suficiente para sacarlos de la habitación, estabilizarla y aislarla el tiempo suficiente para que Simon hablara con ella. Dijo que tenía un mensaje muy importante para transmitirle y que solo ella podía saberlo. Le administré el medicamente y luego ella... falleció.

Me quedé con la incertidumbre de lo que había sucedido, pero no indagué nada en el hospital para no generar sospechas. Solo pude aguantar dos días y luego renuncié. Hice un análisis al contenido de la botella del medicamento y descubrí que estaba adulterado. Sospechar de Simon era la suposición más obvia, pero no puedo probar nada. Desde ese momento me amenazó con que si no lo ayudaba, revelaría la verdadera razón por la que esa joven había fallecido. Caí en su trampa, me convertí en un asesino y en su esclavo al mismo tiempo.

UnbreakableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora