Delincuentes inexpertos

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Día de Harry y Liam

Mientras los chicos estaban en su misión, Harry y Liam se dirigieron al banco. Se suponía que debían estar escribiendo canciones para su gran reencuentro, pero contaban con que, si todo salía mal y tenían que producir el disco al final, Ed les ayudara con las composiciones.

-¿Estás listo? - preguntó Harry.

-No tengo experiencias robando bancos, así que no lo sé.

-Cálmate Liam, no es como que vayas a asaltar a mano armada y luego tengamos que fugarnos a toda velocidad con una docena de patrullas siguiéndonos por toda la cuidad, siendo titulares en todos los noticiarios y encabezando la lista de los más buscados.

-Creo que has visto demasiada televisión - Dijo Liam entre risas, tenía que reconocer que bromear aligeraba la situación - Esa es la clase de tonterías que Louis diría. Quién me iba a decir que lo extrañaría justo ahora.

-Yo también lo extraño. Me habría gustado que las cosas fueran diferentes, tal vez si me lo hubiera dicho, si desde el principio nos hubiéramos unido para detener a Simon...

-Creo que no te lo dijo, porque en el fondo temía que le pidieras que se quedara a tu lado. Necesitaba irse para salvar a su hija y aunque se hace el valiente y parece que no le teme a nada, estaba aterrado ante la idea de perderlos a ambos. Si se lo hubieras pedido, nunca habría tenido el valor para dejarte. 

Harry asintió suspirando, lo entendía y al mismo tiempo seguía sin aceptarlo. La lógica le dictaba que todo había sucedido así por una razón, pero le molestaba desconocerla.

-Eres tan afortunado - continuó hablando Liam - En lugar de pensar en lo que pudo haber sido, imagina lo que pueden hacer. Simon puede creer que nos atrapó, pero la verdad es que, no importa a donde vayamos, nos seguiremos sintiendo como en casa porque estamos juntos. Y Louis y tú no han perdido nada, separarlos solo ha servido para afianzar su amor. Y su divorcio, quizás sea la señal de que ahora pueden tener la boda que se merecen.  

Harry sonrió con la idea, tantas preocupaciones, tantos problemas, tanta incertidumbre, solamente habían logrado distraerlo de lo que era realmente importante. Estaba tan concentrado en el temible futuro que le aguardaba, que no estaba viendo lo que tenía frente a él. Así que decidió que no desperdiciaría más su tiempo. Le deseó suerte a Liam y mientras esperaba en el auto, comenzó a hacer algunas llamadas.

Zayn les había explicado que, para abrir la caja solo tenía que presentarse con la llave y una pequeña tarjeta del banco. Era una tarjeta plastificada, con una banda magnética, parecida a las de crédito. Esta simple pieza, era una del par que le habían dado a Simon cuando alquiló la caja de seguridad. En aquella ocasión, él mismo lo había acompañado y le habían entregado dicha tarjeta como autorización, para ser una de las dos únicas personas que podían acceder a la caja, siempre y cuando, trajera consigo la llave para abrirla.

Todas las cajas se abren con dos llaves, una la conserva el banco y otra se la lleva el cliente. Zayn suponía, correctamente, que Simon lo había autorizado para esta transacción, anticipando que en una necesidad de emergencia, en la que le fuera imposible venir en persona, pudiera hacerlo él. Pero nunca le dio la llave, de hecho, ese día en que se la entregaron en el banco, fue la única ocasión en que la vio. Había hurgado muchas veces en la oficina y en la casa buscándola, pero no había dado con ella. Liam sería el encargado de entrar. Ed le había conseguido una falsificación bastante buena de una identificación con su foto, pero con el nombre de Zayn, se la pedirían solo para anotarlo en el registro.

Liam se dirigió al banco solo, con algo de temor, hay que admitirlo. Si un milagro ocurría y la suerte estaba de su lado, uno de ellos podría pasar inadvertido, pero nunca los dos. 

Aunque estaba muy nervioso de violar la ley por primera vez en su vida, Liam pasó sin ningún problema. Por fortuna, el gerente que lo atendió era un hombre mayor que parecía no estar al tanto de los cantantes juveniles, lo que eliminó la posibilidad de que lo reconocieran. Tal y como lo previeron, se registró, mostró su tarjeta de persona autorizada y su llave. Un oficial lo escoltó hasta una pequeña sala e introdujo su llave, luego se retiró para que en privado, él pudiera poner la otra y sacar el contenido con discreción.

 Liam no sabía lo que podía encontrar. Esperaba que fuera algo siniestro, un oscuro secreto que les ayudara a revelar la clase de monstruo que era realmente. Se decepcionó un poco cuando se dio cuenta de que solo había una carpeta llena de papeles y una libreta café de pasta gruesa con muchas anotaciones. Sacó todo y lo echó en la mochila que llevaba colgada al hombro. Hasta el fondo, había una manta de bebé perfectamente doblada. Era delgada y suave, de color blanco, con letras azules bordadas en una orilla: "Eric Cowell". La guardó también, cerró la caja y salió de allí lo más rápido que pudo, intentando no parecer sospechoso.

Al regresar al auto, en un estado que se podría catalogar como euforia, Liam le contó todo a Harry, con la exitación de quien se ha sacado el premio mayor de la lotería. Condujeron rápido para alejarse de allí, pero no demasiado, no podían abusar de su suerte, burlar la ley dos veces en un mismo día, sería demasiado pedir para dos delincuentes inexpertos como ellos. 

Harry compartió su plan con Liam y pasaron el resto del día haciendo preparativos para llevarlo a cabo. 


Día de Niall

Después de llamarla por teléfono, Niall había quedado de verse con Lauren. Ofreció pasar por ella como todo un caballero que era, pero se negó, tal vez para restarle un poco de formalidad a su reunión, ya que no pretendía crear malos entendidos entre ellos, solo buscaba un amigo con el cual poder hablar en estos momentos difíciles.

Niall esperó un buen rato en el café, la mesera coqueteó con él un par de veces y le ofreció panecillos de chocolate de cortesía. En eso estaba, cuando Lauren llegó con prisa y disculpándose apenada. Parecía un desastre, normalmente salía arreglada de pies a cabeza, pero era evidente en su físico, su deterioro emocional. Le dio un beso en la mejilla en forma de saludo y se sentó.

-Siento la demora. Tuve que esperar a que llegara mi madre para ayudarme a cuidar de Eric mientras salía.

-No quería causar inconvenientes, pudiste decirme que no podías y... -Empezó a decir Niall.

-Necesitaba mucho esto – lo interrumpió Lauren – De verdad, necesitaba salir, hablar con alguien, desahogarme. Lo siento, no quiero que seas mi paño de lágrimas ni nada parecido, es solo que, en estos momentos necesito un amigo. Alguien que pueda escucharme.

-¿Qué sucede? Me estás asustando.

-Es Eric, me entregaron ayer el resultado de los análisis y... -Lauren hizo una pausa para respirar porque un sollozo devoró sus palabras – tiene anemia aplásica, es un trastorno en la sangre, poco común pero grave.

Niall se quedó frío, en ningún momento pensó que Eric estaría enfermo de gravedad, ni siquiera le había pasado esta posibilidad por la cabeza. Lauren le explicó que su médula ósea no produce suficientes células sanguíneas nuevas y que, aunque no habían podido determinar la causa de la enfermedad, se encontraba en un estado delicado y que empezarían a buscar un donante. El problema era que su tipo de sangre es B negativo, el más difícil de encontrar, ya que solo el 1.5% de la población lo tiene.

-Es el mismo tipo de sangre que tenía su padre – le dijo Lauren con tristeza – En estos momentos me gusta pensar que él habría hecho lo correcto por su hijo.

Consideró decirle la verdad, pero no pudo. Cómo le explicas a una mujer que te acercaste a ella para descifrar el misterio de por qué la espiaba su esposo muerto, quien les había tendido una trampa para vengarse de ellos por desenmascararlo. Con qué palabras podría confesarle que todo este tiempo supo en dónde estaba y lo que planeaba. 

Niall no sabía qué decir. Repitió algunas frases trilladas de consuelo y la dejó hablar, para que se desahogara, para entender mejor lo que sucedía y sobre todo, para no tener que decir nada más. Era una situación inimaginable, allí estaba, teniendo en frente a una madre desesperada y él, sabiendo un secreto que le podía salvar la vida a su hijo.

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