Somos lo que somos

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Zayn condujo todo el camino hacia la casa de Simon. Fue un recorrido que les pareció mucho más largo de lo que era.

-Tranquilo amigo, todo saldrá bien. Niall y Liam no permitirán que nada les pase.

-Acabo de confiar la vida de mi hija a un hombre que le puso Bear a su primogénito y a otro que no distingue el rubio natural del color del pelo de una Barbie.

Zayn rió.

-Tal vez no escribirán un libro de astro física, ni ganarán un nobel, pero puedes estar seguro de que morirían por ti.

-También lo habríamos hecho por ti - respondió Louis - Permanecimos uno al lado de los otros, todos esos años como One Direction ¿Por qué no nos pediste ayuda?

-Esperé demasiado tiempo y cuando me di cuenta, ya había perdido todo lo que me importaba, incluso a mí mismo.

-No sabes cuánto lamento que los peores años de tu vida fueran los mejores de la mía.

-Voy a remediar lo que hice. A cualquier precio - respondió Zayn.

- Tal vez, todo lo que vivimos tuvo que suceder de esta manera para que pudiéramos ser capaces de reunir las herramientas necesarias para detenerlo - dijo Louis reflexivo. 

-Tal vez sí.

Ed le había colocado a Louis una micro cámara, sujeta al botón de su chamarra, a la altura de su pecho, para que pudieran grabar la confesión de Simon y enlazarla a la red. A parte de eso, solo llevaba el nuevo y moderno reloj. Habían decidido no usar auriculares ni micrófonos para escucharse unos a otros, porque a diferencia de la vez anterior, ahora estarían rodeados de gente con la que tendrían que interactuar y sería molesto e inútil, escuchar todo aquello al mismo tiempo. Además no podían considerarse espías profesionales y no dominaban bien el arte del espionaje. 

Entraron sin ninguna dificultad. Anticipadamente, Zayn había acordado con Bill, el guardaespaldas y ayudante de Simon, que lo ayudaría con el plan. Lo convenció fácilmente al explicarle que sería juzgado como cómplice, y ya que tenía una familia de la cual hacerse cargo, prefirió colaborar. Quizá ayudo también, que le dijeron la clase de persona que Simon era en realidad.

Bill era el único empleado en la casa por el momento. Lo dejaron cuidando la entrada principal y subieron. Tal y como suponían, encontraron a Simon en el escritorio de su oficina, trabajando como siempre. Cuando los vio, no mostró ninguna reacción ni sorpresa.

-Diría que deberías estar en la gala, pero tú nunca estás en donde debes - les dijo tranquilamente - Veo que ustedes no se cansan de ocasionar problemas. Así que me ahorraré los sermones.

-Me hubiera gustado escuchar eso hace doce años - respondió Louis - nos hubiéramos ahorrado muchas charlas aburridas, eso sí que fue cansado.

Estaba sentado despreocupadamente, con su acostumbrada arrogancia. Haciendo anotaciones en unas hojas, como si fuera un día ordinario.

-¿A qué has venido realmente? - preguntó Simon sin imprimir ninguna emoción en su voz.

-Quiero la verdad. Sé que mataste a Adeline y puedo probarlo – le dijo Louis decidido.

Puso la computadora portátil que traía en la mano, sobre la mesa, la abrió y reprodujo un fragmento del vídeo de la confesión de Richard.

No pensaban mostrárselo completo, estaban contando con la buena suerte de que él no supiera que se había suicidado, para hacerle creer que Richard colaboraría con ellos para encerrarlo.

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