Samantha
A las 7 de la mañana sonó mi despertador, como todos los días.
Hoy no tenía ganas de ir al trabajo, no después de lo que sucedió ayer.
Realmente no puedo creer lo que esa mujer me haya insultado y ofendido de esa manera.
Y, por si fuera poco, lo que le hizo a mi preciado auto no tiene explicación alguna.
No entiendo cómo pudo pensar que entre mi jefe y yo había algo, no logro comprenderlo.
Además, antes de armar semejante lío, sencillamente podría haberme preguntado. Pero no, ella tenía que montar todo un espectáculo.En fin, cuando llamé a la policía, porque lo hice a pesar de que mi jefe no quería, les expliqué todo lo sucedido y ellos fueron hasta donde se encontraba mi auto destrozado. Obviamente no les dije que había sido esa tal Camille, no podía acusarla sin pruebas.
Los policías quedaron en hacerse cargo de todo y buscarían alguna pista que fuera a dar con el responsable.Yo sólo esperaba que esto terminara. Ahora mi auto se encontraba en reparación y obviamente los gastos correrán por mi cuenta. No podía permitir que mi jefe pagara por los daños.
No logré cerrar un ojo en toda la noche, con lo que había pasado era imposible dormir, pero de todas maneras debía de ir a trabajar, era mi obligación.
Luego de darme una buena ducha, me vestí y me puse un poco de maquillaje, tenía que ocultar mis ojeras.Una vez lista, salgo de mi apartamento y pido un taxi, ya que no tenía auto. Estar en esta condición me estresa demasiado.
Una vez que llego a la empresa, saludo a mi amiga, que ya se encontraba en la recepción.
—Buenos días, Lucía. —digo una vez que estoy frente a ella.
—Hola, amiga, ¿son ciertos los rumores que hay en la vuelta? —indaga sorprendida.
—¿Cuáles... rumores?
—Pues, dicen que tú y nuestro jefe... están saliendo. —la escucho y mi ceño se frunce. —Comentan que tu auto fue destrozado por la ex novia celosa de él. —continúa.
No puedo creerlo, si pensaba que ayer había sido el peor día de mi vida, efectivamente estaba totalmente equivocada.
—Lo único cierto en todo eso, es la parte del auto. —señalo.
Me despido con un ademán, y comienzo a caminar en dirección a la oficina de mi jefe.
Tomo el ascensor impacientemente, y voy buscando mentalmente las palabras adecuadas para pedirle a ese hombre que le ponga fin a los rumores.En cuanto las puertas se abren, voy rápidamente hacia su oficina.
Golpeo la puerta e ingreso.Lo veo de pie, con el semblante serio.
—La estaba esperando, señorita. —habla entre dientes. —Creo que ya se enteró de los rumores, ¿no? —yo asiento —Dígame, ¿por qué lo hizo? —me acusa.
—¿Qué? ¿De qué habla? —le digo sin entender.
—¿Por qué les dijo a todos que usted y yo tenemos una relación? —golpea el escritorio con sus manos.
No puedo evitarlo y suelto una sonora carcajada, debido al disparate que mencionó.
—Yo no dije nada. ¿En verdad piensa que yo quiero tener una relación con usted? —le digo incrédula. —Antes de acusarme de algo así, al menos compruebe que lo que está diciendo sea cierto.
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Mi Otra Mitad ©
RomanceChristian Smith es un hombre de 26 años, quien dirige una gran empresa que su padre le cedió antes de retirarse de su cargo. Él solamente se dedica a sobrellevar la empresa, nada más; Es un hombre frío, arrogante y de escasos sentimientos. No cree...