Samantha
Estoy muy cansada, no tengo ganas de seguir trabajando.
No puedo dejar de pensar en Christian, tiene algo que me atrae, y no sé qué es.
Quizás sea su forma de hablar: tan directa y autoritaria, o su forma de ser: siempre tan correcta. Realmente no lo sé.No sé qué me pasa.
—Vamos, Samantha. —me repito a mí misma, en voz baja. —Me tengo que concentrar. No quiero descuidar mi trabajo y que luego me despidan.
Escucho una risa a mi lado y, cuando levanto la vista, me encuentro a Hannah cruzada de brazos observándome.
—Vaya, y yo que creía que era la única loca que hablaba sola. —dice riendo.
—Es una forma de... concentrarme. —elevo mis hombros.
—Bonita forma de concentración. Más bien parecía que te regañabas. —yo ruedo los ojos. —A ti te pasa algo. —asegura.
—Sí, como a todo el mundo.
—No, puedo sentir que se trata de alguien, más bien de un hombre. —eleva una de sus cejas.
—¿Eres psíquica? —cuestiono con diversión. —Y, respondiendo a tu pregunta: no. —digo tratando de sonar tranquila. —¿Un hombre? Definitivamente no. —digo riendo.
—A mí no me engañas. —me señala. —Puedes decir lo que quieras, pero yo me doy cuenta. Y puedo llegar a apostar que se trata de Christian. —afirma, y yo suspiro.
—Ya te dije que no.
—¿No es sobre Christian? —yo niego—¿Entonces sobre quién es?
—Pues... —pienso —Sobre... ¿Matt? —invento, y ella abre me observa sorprendida.
—No. —cubre su boca con sus manos. —No, no, no. ¡¿Te gusta Matt?! —pregunta.
Genial. Qué tonta soy. ¿Por qué no se me ocurrió otro nombre? Ahora piensa que me gusta Matt, cuando en realidad quien me gusta es... No, nada.
—No quise... —ella me interrumpe.
—¡No puedo creer que te guste Matt! —dice sin poder creerlo.
En ese momento la puerta de la oficina de mi jefe se abre y salen él y Christian.
Lo que faltaba.
—¿Qué acabas de decir? —le pregunta Christian a Hannah.
—Que a... —yo la interrumpo.
—Nada. —digo mirándola a ella. —Hannah ya se iba a trabajar. —ella aprieta sus labios y susurra un lo siento, hacia mí.
—No, quiero que repitas lo que dijiste. —le ordena Christian, Matt solo nos observaba sin decir nada.
—Lo siento, no quise decir eso... Fue una broma.
—Samantha. —me presiona Christian —¿Lo que escuché es verdad?
—No sé qué escuchó, señor. —digo elevando mis hombros con nerviosismo.
Matt se ríe por lo bajo.
—¡No juegues conmigo! Contesta. —yo frunzo el ceño.
¿Por qué me presiona tanto?
—Samantha... —continua y yo lo observo seriamente.
—Bueno, basta. —espeto. —¿Quién te crees que eres para exigirme explicaciones? —le cuestiono, enojada. —No tengo por qué responder, así que déjame en paz. ¡No te metas en mi vida!
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Mi Otra Mitad ©
RomanceChristian Smith es un hombre de 26 años, quien dirige una gran empresa que su padre le cedió antes de retirarse de su cargo. Él solamente se dedica a sobrellevar la empresa, nada más; Es un hombre frío, arrogante y de escasos sentimientos. No cree...