Samantha
Lunes. Nuevamente tengo que ir a trabajar.
Hoy había decidido ponerme un vestido azul, un poco corto y ajustado, unos tacones negros y un saco negro también. Ato mi cabello en una coleta alta, y tomo mis cosas para salir ya, si no llegaría tarde.
Abro la puerta y mis ojos se abren de par en par al ver lo que está frente a mí.
¿Qué es esto?
Dos globos grandes y rojos con forma de corazón son sostenidos por alguien.
Uno de ellos dice "Perdón" y el otro "Te amo, Sam"
Intento no sonreír ante este detalle y el rostro de Christian se deja ver entre ambos globos.Él me mira haciendo un puchero con sus labios y luego me sonríe de lado.
—¿Y? ¿Qué te pareció esto? —habla él.
Yo carraspeo y luego cierro la puerta detrás de mí, algo incómoda.
—Son... lindos. —respondo. —Pero las cosas no son tan sencillas como para perdonarte.
Comienzo a caminar lejos de él, y siento el ruido de una explosión detrás de mí. Me volteo aturdida y veo a Christian con ambos globos reventados en sus manos. Los tira al suelo con rabia y luego me mira durante unos segundos.
—Nada de lo que haga va a servir ¿no? —me pregunta y yo me quedo en silencio. —Dímelo.... así dejo de hacer el ridículo. —me da una mirada cargada de enojo y pasa por mi lado.
—¿Todavía tienes el descaro de enojarte? —cuestiono a su espalda. —Disculpa por no poder perdonarte el que hayas preferido a Camille.
—¡Sé que me equivoqué! —exclama girándose para mirarme. —Pero, estoy arrepentido. Te he pedido disculpas hasta más no poder. ¿Qué más debo hacer?
—Dejar de intentarlo. —inquiero. —Dejar que yo piense tranquila, sin que estés detrás de mí constantemente.
—Que así sea.
Se va, y yo me quedo allí, de pie, observando ambos globos esparcidos en el suelo.
Suspiro salgo voy detrás de él para salir del edificio.
Me subo a mi auto y comienzo a conducir hacia la empresa de Matt.Cuando llego, entro y llego a mi lugar de trabajo.
Me dejo caer en la silla y dejo la cartera en el respaldo de mala gana.
Enciendo la computadora y comienzo a ordenar el escritorio.—Malditos papeles... —murmuro en voz baja.
Altas filas de papeles hay en el escritorio, jodiendo mi existencia. Exhalo enojada y los agarro para ordenarlos, pero todos ellos se escapan de mis manos y caen al suelo.
—¡Mierda! —gruño.
Me arrodillo para juntarlos y alguien se agacha a mi lado.
—Alguien no está de humor... —dice Hannah ayudándome.
—Estoy perfectamente bien. —respondo, recogiendo todo el desastre.
—Te he estado observando desde mi lugar y, desde que llegaste, tienes una cara de pocos amigos y te noto enojada. —añade, dejando los papeles sobre mi escritorio.
—Estoy bien. —repito dejando los demás.
—Bien, te dejaré sola. Si necesitas algo solo llámame. —yo asiento.
Dejo todo a un lado y tomo asiento.
Inhalo profundamente y luego exhalo.
Trato de alejar todos los pensamientos malos.
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Mi Otra Mitad ©
Roman d'amourChristian Smith es un hombre de 26 años, quien dirige una gran empresa que su padre le cedió antes de retirarse de su cargo. Él solamente se dedica a sobrellevar la empresa, nada más; Es un hombre frío, arrogante y de escasos sentimientos. No cree...