Capítulo 33

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Christian

Ya está. Le confesé que estoy enamorado de ella.
Samantha se queda callada unos segundos en lo que sólo se limita a mirarme con total confusión.

—¿Qué? —dice en voz baja. —¿Estás... enamorado de mí?

—Si, Sam. Completamente enamorado. —le digo sonriendo.

Ella iba a responder algo pero su celular suena. Lo toma rápidamente y atiende.

—Hola. —dice, sin dejar de mirarme. —¿Qué pasó? —frunce el ceño. —¿Qué? ¿Qué hace en mi casa? —inquiere enojada. —Ya voy para ahí... Sí, Estefany... —dice suspirando—Ni se te ocurra decirle nada, no quiero más problemas. Ya salgo para ahí. —corta la llamada y guarda el celular.

—¿Qué pasó?

—Camille... está en mi casa. Al parecer quiere hablar conmigo. —dice elevando sus hombros y yo frunzo el ceño.

—¿Qué? —le digo y ella toma su cartera. —Te acompaño.

—No. —dice rápidamente. —Será peor si te conmigo. —me dice.

—¿Y qué tiene de malo en que nos vea juntos? Estamos juntos, ¿no? Somos novios. No tiene nada de malo, es más... será bueno. —le digo sonriendo mientras me acerco a ella.

—No. Yo sé por qué te lo digo. —me dice haciendo una mueca.

—Entiendo. —le digo cambiando mi expresión. —Como quieras entonces. —camino hacia el sofá y me dejó caer en él.

—Te quiero. —se despide, inclinándose para darme un beso en la frente.

Siento el ruido de sus tacones alejarse y luego el sonido de la puerta.

(…)

Samantha

Pedí un taxi y me llevó directamente a mi apartamento.

Fue mejor venir sola. No quería que Camille armara otro drama por verme junto a él. Quiero que ella me deje en paz. Además... ella pidió hablar conmigo, así que esto es entre nosotras dos solamente.

Él hecho de que Christian me dijo que estaba enamorado de mí, me dejó más contenta. No pude ni responderle que yo siento lo mismo.

Entro al apartamento y allí estaban mis tres amigas lanzándole miradas cargadas de odio a la tonta de Camille.

—Qué bueno que llegaste, querida. Tus amigas no saben cómo atender a las visitas.—dice Camille mientras se pone de pie.

—Tú lo dijiste "visitas", y tú no eres una. —habla Hannah.

—Qué gracioso es lo que dices. —le dice riendo Camille.

—¿Gracioso? ¿Quieres ver lo que será realmente gracioso? Tu rostro estampado contra la pared. —añade con enojo.

—Chicas. —les hablo. —¿Qué quieres, Camille? —le digo suspirando.

—Dos cosas: lo primero es que tus amigas se vayan y, segundo: hablar contigo. —me dice.

—Chicas, déjenme a solas con ella. —les pido y, luego de unos segundos, ellas se van a la habitación.

—Ahora sí. —habla Camille mientras vuelve a tomar asiento en el sofá —Hablemos.

—¿Hablar sobre qué? —le digo cansada mientras me siento frente a ella.

—Qué pregunta más tonta, querida. —dice riendo. —Sabes perfectamente bien lo que tú y yo tenemos en común.

Mi Otra Mitad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora