Capítulo 66

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Christian

—¡Preparen el quirófano! —grita un doctor arrastrando la camilla por todo el pasillo del hospital. —¡La paciente está perdiendo mucha sangre. Presenta una hemorragia interna, debido a un profundo corte en el abdomen! ¡Rápido!

Mi Samie no puede morir.

—¡TIENEN QUE SALVAR A MI AMIGA! —grita Hannah con desesperación, corriendo a mi lado. —¡NO PUEDEN MORIRSE! ¡ESTÁ EMBARAZADA, DOCTOR! —espeta justo cuando las puertas se cierran.

Hannah se arrodilla en el suelo sin dejar de llorar.

¿Qué? ¿Samantha está embarazada?

—No... —susurro entre lágrimas. —Dime que estás bromeando, Hannah. —ella niega y llora aún más. Yo le tomo por los hombros y la pongo de pie. —¡Dime que es broma!

—Es la verdad. —murmura. —Ella tenía miedo de decírtelo. —se lamenta. —Estaba mal... Se sentía confundida. —rompe en llanto.

No puede ser. ¡No puede ser!

Ella... embarazada. Un hijo nuestro.

—¡¿Dónde está mi prima?! —Estefany entra corriendo al hospital y, en cuanto me ve, me toma del cuello de mi remera. —¡Dime que ella está bien! ¡Dímelo! —me suplica llorando. —Dime que nada grave le sucedió...

—Christian... —habla Lucía con voz apagada.

—Ella se está muriendo. —informa Hannah en un susurro apenas audible.

Lucía y Estefany rompen en llanto y se abrazan junto a Hannah, en el suelo.

Yo me alejo de ellas y de todos los demás.
Tengo que asimilar el hecho de que ella está embarazada. Me dará un hijo, lo que tanto esperé a su lado.
Ahora, la mujer que más amo está muriendo en ese quirófano... al igual que nuestro bebé.

Siento que estoy soñando, que estoy teniendo una pesadilla horrible de la cual no me puedo despertar.
¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? ¿Por qué no puedo ser feliz? Parece que estoy destinado al fracaso y al desamor.

Si Samantha se va... yo no podré seguir adelante. No quiero volver a ser el mismo de antes: frío, sin sentimientos, nuevamente con esa coraza a mi alrededor.
No puedo soportar que, nuevamente, la mujer que amo se vaya de mi vida.

Logré salir adelante con la muerte de Míriam, pero... ahora con Sam, no creo que lo pueda lograr. Ella es demasiado importante y fundamental para mí.

Me siento mal, porque yo le dije que no quería más hijos por el momento. Se lo dije mientras ella está embarazada... por eso no se atrevió a confesarlo.
Dios, eso debió alterarla. Se fue de prisa, y... tal vez esa desgracia ocurrió por mi culpa. Si yo no le hubiese dicho eso...

Tomo asiento en el suelo, afuera del hospital y apoyo mi espalda contra la pared.

—Mi Samie... ¿Por qué a ti? —susurro con dolor, mirando el cielo nocturno. —Llegaste a mi vida en el momento indicado, justo cuando te necesitaba. Me supiste guiar por el oscuro camino en el que estaba y pude encontrar la luz que necesitaba, gracias a ti.—hablo mirando cada estrella. —Pasamos por tantas cosas, amor, tantas. Hasta un libro podríamos escribir con todo lo que nos sucedió en el camino. —me río sin ganas. —No te puedes ir ahora que... formamos una familia, o la estamos formando. Nos vamos a casar... —las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y no las detengo. —Tú eres mi compañera, la mujer de mi vida, mi otra mitad. No me puedes dejar solo, Sam... Por favor. —ruego con tristeza.

—¿Chris? —Lisbeth me rodea con sus brazos y lloro con ganas. —Tranquilo... Todo estará bien.

—No quiero que se vaya. —susurro contra su cabello. —Ella se... despidió de mí. Fue... la despedida más fea que tuve...

Mi Otra Mitad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora