Capítulo 39

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Christian

Eran las 20:15 y aún estaba en mi casa. No sabía qué hacer.

En quince minutos tendría que ir a buscar a Camille para ir a la dichosa fiesta y, sinceramente, no tengo ganas de ir. Pero no puedo fallarle, además... me siento muy culpable por lo que le está sucediendo con su familia.

Samantha no me contesta las llamadas y no me quiero imaginar cómo debe estar en este momento.

Me replanteo las cosas y pienso si realmente vale la pena perder el amor de una buena mujer, por hacer esta estupidez de una noche.
¿Realmente necesito ayudar a Camille? ¿Puedo soportar el dolor que está sintiendo Samantha por mi culpa?

Me dejo caer en el sofá y apoyo mi cabeza en el respaldo.
Los minutos pasan y, cuando miro el reloj ya habían pasado veinte minutos. Genial.

Me quedo unos segundos en la misma posición hasta que escucho sonar mi teléfono. El nombre de Camille aparece en la pantalla.

Samantha no se lo merece. Ella ha sido muy tolerante conmigo y con mis traumas del pasado, como para que yo le esté pagando de esta manera.
Ella sabe que a mí me cuesta confiar en las personas, y aún así se ha mantenido a mi lado.

Decido responder.

—Hola.

—¿Dónde estás? Te estoy esperando, Chris. —me dice, tratando de sonar tranquila.

—Estoy en mi casa... —contesto, y ella se queda unos segundos en silencio.

—Espero que no me dejes plantada, Christian. Sabes que a mis padres no les hará gracia alguna. Además... prometiste ayudarme. —inquiere, a modo de advertencia.

—Camille, yo... —ella me interrumpe.

—Te estaré esperando, espero que no llegues tarde. —corta la llamada.

Aprieto mi mandíbula y me pongo de pie. Tomo las llaves de mi auto y camino hacia la puerta de la entrada.

Salgo de la casa y entro al auto. Me quedo sentado, agarrando el volante con fuerza.

Marco una vez más el número de Samantha, pero ella no me responde.

Pongo en marcha el auto y comienzo a conducir hacia la casa de Camille.
En todo el camino fui maldiciendo y golpeando el volante por el enojo que tenía conmigo mismo.
Me arrepiento de haber tomado la decisión estúpida de ayudar a Camille.

Samantha tenía razón, no tengo por qué hacerme responsable de algo que yo no provoqué.

Llego a la casa de Camille y ella ya se encontraba afuera esperándome un poco impaciente.

—¡Chris! —corre hacia mí y me da un abrazo, el cual no pude corresponder. —¡Qué bueno que ya estás aquí, aún faltan 10 minutos así que llegaremos bien! —me dice sonriendo.

—Camille... yo... —ella pone un dedo en mi boca y sonríe.

—No hablemos de cosas negativas por hoy, ya tendremos tiempo para eso. —me guiña un ojo y toma mi mano para avanzar hacia el auto, pero yo no me muevo. Ella se gira hacia mí y frunce el ceño. —¿Qué sucede? Vamos. —dice riendo y yo suspiro.

Suelto su mano de inmediato.

—No, Camille. No puedo ir contigo a esa fiesta y fingir que estamos juntos. —le digo. —No puedo perder a la mujer que amo por esta estupidez.

—¿Qué? —dice desconcertada. —No puedes hacerme esto. ¡Me dijiste que irías conmigo! ¡Me preparé para ti, me compré un vestido, hice todo esto para que volvieras a verme como antes! —exclama con enojo. —¡Tienes que ir conmigo!

Mi Otra Mitad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora