Samantha
Abro mis ojos gracias al odioso despertador. De sólo saber que hoy tengo muchas cosas para hacer en la empresa, no me dan ganas de ir.
Suspiro y me levanto de la cama, me dirijo al baño y me doy una buena ducha.
Vuelvo a la habitación y me visto adecuadamente.
Bajo a desayunar rápidamente para poder llegar a tiempo. Tomo mi café y luego salgo de la casa.
Manejo rápido ya que eran las 07:55, sólo tenía cinco minutos para llegar. Odio llegar tarde a trabajar.
Cuando llego eran las 8 en punto. Genial.
Corro hacia la empresa y, cuando se abrien las puertas, me choco con alguien haciendo que yo pierda el equilibrio y caiga al suelo.
-¡Maldita sea! -exclamo. -Fíjate por dónde vas. -digo un poco enfadada, mientras me pongo de pie, sola.
-Veo que no está de humor hoy, señorita. - ese "señorita" lo conozco perfectamente, sólo él me llama así.
Levanto la vista y me encuentro con Christian, obviamente.
-Estoy apurada. -le digo exhalando, mientras paso por su lado.
-Espera... -me volteo al oír su voz. -¿Quieres almorzar conmigo hoy? -me pregunta indeciso.
-No, adiós.
Comienzo a caminar hacia el ascensor y, antes de que las puertas se cierren, él me guiña un ojo.
Idiota.
Cuando llego a mi lugar de trabajo, me dejo caer en la silla.
¿Cuándo será el día en que yo no me cruce con Christian? Ese hombre es tan... estresante. Odio tener que cruzarlo en todos lados.
A pesar de que es muy lindo, guapo, elegante, de tener una sonrisa blanca total, un cuerpo de infarto (aunque no sé cuándo tiene tiempo de ir al gimnasio) y el cabello tan rebelde... No deja de ser un dolor de cabeza.
-...luego un auto me chocó, yo me morí y vi a un bonito ángel que me saludó. Y yo le dije "Hola, ángel, ¿cómo estás, amigo?" -sacudo mi cabeza y observo confundida a Hannah. -Eso sí lo has oído. -eleva una ceja.
-¿Qué necesitas? -le pregunto.
-¿Qué te pasa? Estas extraña hoy, como... de mal humor. -toma asiento en la silla frente a mi escritorio.
-No me pasa nada, sólo estoy un poco cansada. -trato de sonreír.
-No te creo. Sé que no somos las grandes amigas como para que me tengas mucha confianza, pero me puedes decir lo que sea, yo no le diré a nadie.
-Ni siquiera yo sé lo que me pasa. -suspiro. -Pero, gracias de todas maneras. - ella me da una sonrisa y se va.
No sé qué es lo que me pasa. Lo que sí sé es que... me siento rara.
El teléfono suena así que lo atiendo:
-¿Sí, señor Collins? -digo sin ánimos.
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Mi Otra Mitad ©
RomanceChristian Smith es un hombre de 26 años, quien dirige una gran empresa que su padre le cedió antes de retirarse de su cargo. Él solamente se dedica a sobrellevar la empresa, nada más; Es un hombre frío, arrogante y de escasos sentimientos. No cree...