Capítulo 49

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Christian

¡Maldita sea! No puedo ver a Samantha alejada de mí. No lo soporto.
En esa maldita fiesta, ella se mantuvo lo más alejada de mí posible, y eso me desesperó.

Se reía con un idiota, y a mí ni siquiera me habló.

Y sé que la culpa de todo eso es solamente mía. Eso hace que me ponga peor.

Me dejo caer en el sofá y suspiro.

—Qué bueno que llegaste. —Lisbeth se sienta a mi lado. —¿Estás bien?

—No, no estoy bien. —suelto de mala gana. —Yo cambié, ¿sabes? Cambié por mi bien y también para que Samantha se diera cuenta de que yo no era como ella me describía. Pero todo ese cambio no valió la pena, porque ahora no la tengo conmigo. —le explico. —Y, me doy cuenta de que soy un idiota. No debí cambiar. —añado. —Digo, estaba bien siendo como era: un mujeriego que se acostaba con cualquiera sin tener nada más. —ella frunce el ceño con notable confusión. —Y, pensándolo bien... creo que lo mejor será que yo vuelva a ser el de antes. ¿Qué caso tuvo haberme enamorado? Si todo empeoró.

—Me asusta un poco lo que estoy escuchando. —inquiere. —Tú cambiaste para bien, y ahora no puedes volver a ser el de antes, Chris. —me dice y yo elevo mis hombros.

—Si Samantha no está conmigo, no tiene caso que siga mostrándome débil. Eso se acabó. —sentencio.

—Pero fuiste tú quien la alejó. ¿Por qué te pones en el papel de víctima ahora? —dice sin entender.

—¡No lo sé! —exclamo. —Tal vez sigo siendo el mismo egoísta de siempre: no quiero que esté a mi lado porque siento que no soy bueno para ella, pero tampoco la quiero lejos ni con alguien más.

—No puedes decir eso. Ella merece ser feliz. —espeta. —Si no la quieres a tu lado, déjala en paz.

—No puedo. No quiero. —zanjo.

—¿Y qué pretendes hacer? ¿No piensas en el daño que le ocasionas? —me reprende. —¡Por Dios, tienes que madurar!

—Cambiar no me sirvió de nada, sólo me convirtió en alguien débil y sensible. —explico.

—Eso lo dices porque estás enojado contigo mismo. Te enamoraste y, como las cosas no resultaron como querías, te pones a la defensiva.

—¡No estoy a la defensiva! —me altero. —¿No entiendes? No tengo control sobre nada. Esa mujer ha consumido mi vida.

—Te vas a arrepentir de lo que estás haciendo. Volver a ser el de antes solo de destruirá más. —me replica.

—Al menos no volveré a sufrir. —le digo.

—Yo creo que va a suceder todo lo contrario.

—Tú no sabes nada. —chasqueo la lengua.

—Ah, ¿y tú sí? —se ríe. —Mírate, Christian. Estás actuando de una manera muy irresponsable. —me mira con decepción. —Alejaste a Samantha de tu vida por tus estúpidos arranques de locura. Ahora que ella está lejos de ti, pareces animal enjaulado. Ni siquiera toleras la sola idea de imaginarla con alguien más. —alza las manos, confundida. —Realmente no te entiendo.

Se va de la sala, dejándome con mis pensamientos tormentosos.

Tomo mi celular y marco el número de la persona que, tal vez, podrá sacarme de la cabeza a Samantha.

Al segundo tono contesta.

—Camille, ¿podemos vernos? —digo sin dudarlo.

***

Mi Otra Mitad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora