Capítulo 10

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Samantha

Lunes. De nuevo a la aburrida rutina de trabajo.

Hoy, sinceramente, no tengo ánimos de hacer absolutamente nada. Ayer me la pasé recordando a mis padres, definitivamente fue un error ir al cementerio a "verlos".

Me levanto y me dirijo al baño, espero que la ducha me sirva de algo, al menos necesito estar un poco más... relajada.

Luego de unos largos 20 minutos bajo el agua, salgo del baño y me cambio rápidamente. Hoy no me puse vestido porque el día no estaba muy bonito que digamos.

No tenía ganas de desayunar así que tomo mi bolso y salgo de mi casa, tomé un taxi y me llevó directamente a la empresa.

Al llegar, bajo y entro a paso lento. Saludo a Anne cordialmente, y ella opta por ignorarme.
Sigo de largo y llego a mi lugar de trabajo.

Mi teléfono suena, así que atiendo.

-Hola. -contesto.

-Buenos días, ¿hablo con la señorita Samantha Miller? -dicen del otro lado.

-Sí, soy yo. ¿Quien es usted? -cuestiono confundida, yo no era el tipo de persona que le daba su número de teléfono a cualquiera.

-Soy el encargado del lugar al cual usted trajo su auto. -ahí me doy cuenta. Les di mi número para que me llamaran cuando estuviera listo.

-Claro... ya recuerdo. Espero que me tenga buenas noticias. -le digo.

-Claro, su auto ya está listo. Lo reparamos lo más rápido que pudimos, señorita. - por fin una buena noticia.

-Gracias, de verdad. Al mediodía voy a estar por allí. -le digo.

-Su novio pagó por la reparación, así que le hemos depositado en su cuenta el dinero que usted nos entregó. Puede revisar que la cantidad esté completa. -me explica.

-Disculpe, pero no entiendo. ¿Cómo que ya pagaron el arreglo? -cuestiono.

-Así es. El hombre se apellida Smith. -inquiere.

Yo elevo mis cejas sorprendida.

-Fue muy generoso con la propina que nos dejó. ¿Puede darle las gracias por nosotros? -me pide.

-Eh, sí... -murmuro.

-Puede pasar cuando quiera por su auto. -añade. -La esperamos. Adiós.

Yo corto la llamada y dejo mi teléfono a un lado.
¿Christian pagó por los daños? ¿Por qué lo hizo? Si yo le dije que no era necesario.
Ahora estaré en deuda con él. Tengo que darle las gracias.

Aún me queda pagar el otro auto que choqué la otra noche con las chicas.
Por cierto, los dueños de la agencia me insultaron hasta más no poder, estaban muy enojados conmigo. Y, tenían suficientes motivos para estarlo, obviamente. No puedo cuestionar al respecto, porque tienen razón.

El teléfono suena así que lo atiendo:

-¿Sí, señor Collins?

-Ven a mi oficina, por favor. -habla con su voz amable, y yo corto la llamada.

Me pongo de pie y camino hacia su oficina. Golpeo la puerta y, luego de recibir su autorización, entro.

Mi Otra Mitad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora