Capítulo 67

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Christian

Los días pasan y Samantha sigue igual: sin reaccionar. No me despego de su lado ni un solo momento a pesar de que todos insisten en que debo descansar.

Ya han pasado dos días y ella sigue en terapia intensiva, lo cual me desespera. No hay resultados positivos en ella y tampoco en el bebé. Necesitamos un milagro para que ambos logren sobrevivir.

Luke está detenido desde que ingresaron a Samantha al hospital. El juez está esperando los avances médicos de Samantha y del bebé para ver cómo va a proceder con él.
Pensé que Luke bromeaba cuando me dijo que también tenía secuestrada a Camille, pero resultó ser cierto. A pesar de que ella llegó al hospital con una lesión en la pierna y otras lesiones severas, logró sobrevivir, luego de una larga operación.
Camille todavía sigue en el hospital porque está delicada, pero el médico dijo que se va a recuperar en cuestión de días.

Hablé con ella unos pocos minutos, nada más. Me contó todo lo que sucedió, sin omitir detalles. No puedo creer que tengo a un desquiciado mental como hermano. Simplemente no comprendo por qué él está empeñado en hacerme daño y en destruirme.

—Ve a descansar, Christian. Nosotras te avisaremos si hay alguna mejora en Sam. —habla Lucía.

—No me quiero mover de aquí. —les aviso a las tres chicas que están frente a mí, sentadas en las sillas del pasillo desierto. —No quiero irme y dejar a Sam ahí. Tengo que estar con ella.

—No ganas nada quedándote aquí. Debes descansar también, comer, ducharte... —opina Hannah.

—Ellas tienen razón. —comenta Estefany. —Te vamos a avisar por cualquier cosa que suceda. Ve tranquilo.

Suspiro y, sin decir nada, me pongo de pie y salgo del hospital.
Últimamente no he dormido nada, tampoco he comido. Sinceramente, no tengo ánimos de nada.
Lo único que quiero es que Samantha abra los ojos, y que todo esté bien.

Quiero que ella y nuestro hijo vuelvan a mí.
Necesito decirle que jamás me alejaré de ella, y debo pedirle perdón por hacerle creer que no quería tener hijos con ella.

***

Hannah

Quién iba a decir que esto iba a ocurrir... Jamás pensé que Luke estuviese tan desquiciado como para hacerle esto a mi amiga.
Aún no logro comprender cómo una persona puede hacerle tanto daño a otra sin sentir compasión, lástima... algo.

Personas como él, no merecen estar entre nosotros. Porque lo único que hacen es dañar y lastimar sin importarle nada.

Es horrible todo esto. Pensé que esta Navidad sería totalmente diferente, ya tenía todo planeado: los regalos para cada uno de mis amigos, la vestimenta que me pondría, la comida, el postre, la decoración... todo. Hasta había comprado unas cuantas cosas para mi pequeño sobrino. Un sobrino al cual no sé si llegaré a conocer.

Pero, al parecer, el destino tenía otros planes para todos nosotros. Sucedió una desgracia, la cual está acabando con la vida de dos seres indefensos, los cuales no tienen la culpa de haberse topado con una persona sin corazón, como Luke Smith.

Dos días han pasado, dos malditos días en que Samantha y el bebé están ahí... en esa camilla como si no tuvieran vida. No hay novedades, nada.
El doctor dijo que si ella no despierta pronto, tendrán que intervenir en su embarazo porque, Samantha, al estar en grave peligro, la vida del bebé también está corriendo en grave riesgo. El doctor dijo que ambos pueden morir si no hacen algo para salvar ambas vidas.
Él nos contó sobre un aborto indirecto: se trata del caso en el que la vida de la madre embarazada corre un grave peligro, como es el caso de Samantha, y la situación es tal que, si el médico espera a que el bebé sea viable (donde puede vivir fuera del útero con la tecnología disponible), morirán ambos, ya que antes de que llegase el momento de la viabilidad, se produciría la muerte de ella y, pues, la del bebé también. Básicamente no hay tiempo, no se puede seguir esperando.
El médico dijo que tampoco tiene otra alternativa para salvar a los dos. Él no tiene más remedio que intervenir, tratando siempre de salvar a ambos. Si en ese proceso el bebé muere como un efecto no directamente causado, entonces no hay por qué culpar a nadie.

Mi Otra Mitad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora