Capítulo 20

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Christian

No sé qué hacer con Samantha. Esa chica es quien ocupa todos mis pensamientos.

Todo comenzó con una simple atracción, como siempre, y yo sólo quería llevarla a mi cama. Pero ella siempre se hizo respetar y nunca intentó siquiera ligar conmigo. Siempre se dedicaba únicamente a su trabajo y, luego de que se fue, todo cambió.

Se fue a otra empresa y ni siquiera se despidió de mí ni tampoco me agradeció. Nada. Lo cual me dejó claro que ella nunca quiso nada conmigo, ni siquiera un revolcón.

Con el tiempo todo cambió: yo comencé a perseguirla y no sé por qué lo hacia. Sólo sé que a ella eso le molestaba, y a mí me gustaba verla enojada.

Ahora estoy muy confundido. Siento que cada vez estoy más lejos de ella, y no quiero eso. Tengo un gran lío en mi cabeza.

Tampoco sé por qué me voy a casar con Camille. Ni siquiera se lo propuse, ella comenzó a insistir con eso.
Yo no siento nada por ella y tampoco quiero casarme, ni con ella, ni con nadie.
Me casé una sola vez en mi vida y fue el peor error que cometí, por eso prefiero estar solo.

Necesito hablar con Samantha, necesito saber qué es lo que me pasa con ella.
Quiero oírla, que me diga si siente algo por mí.

—Chris. —la horrible voz de Camille me saca de mis pensamientos.

—¿Qué quieres? —le digo rodando los ojos.

—Hablar sobre nuestra boda, parece que se te olvidó que nos vamos a casar. —me dice en modo de reproche.

—Estoy trabajando, tengo que terminar esto porque esta noche hay una fiesta en el club. —le digo obvio.

Automáticamente recuerdo la charla que tuve con Samantha, cuando le avisé de la fiesta. Sacudo la cabeza y me concentro en mi trabajo.

—Puedes dejarlo para después. Esto es importante. —chilla y yo exhalo, cansado.

—¡Deja de molestarme, Camille! ¡Te digo que estoy ocupado!

Ella golpea mi escritorio.

—Siempre estás más pendiente de tu trabajo que de mí. —me dice enojada. —¡Te recuerdo que nos vamos a casar! Tienes que estar pendiente de mí. —yo me pongo de pie y la miro enojado.

—¡Si no te gusta como son las cosas, sabes bien lo que tienes que hacer! ¡Si no estás conforme, puedes irte de una vez! —le digo, harto.

Ella se queda callada y se sienta nuevamente.

Yo suspiro y tomo de mala gana los papeles para continuar mi trabajo.

Odio su comportamiento, no la soporto.

—A veces pienso que de verdad te molesta mi presencia, parece que no quieres estar conmigo. —dice en voz baja, y yo cierro mis ojos por unos segundos. —Pareces más a gusto con Samantha. —me mira de repente y yo también la miro. —¿Sabes? Cuando le mencioné sobre nuestra boda parecía echar fuego por los ojos, le molestó demasiado. Y, ni hablar de cuando le pedí que fuera nuestra madrina de bodas... —dice riendo.

—¿Por qué lo hiciste? —le reprocho. —¿Por qué tenías que decirle sobre la boda? ¿Qué más le dijiste? —le digo enojado y ella me sonríe.

—Le dije la verdad, cariño, que tú sólo tienes ojos para mí y que siempre vas a estar conmigo. —eleva sus hombros. —Sabes cómo son las idiotas como ellas, quizás se pueden ilusionar con cosas que no van a pasar nunca. —yo me pongo de pie y la tomo del brazo.

—¡Suficiente! ¡Vete ahora mismo de aquí, no te soporto más! —la arrastro hacia la puerta pero ella se suelta de mi agarre.

—¡No puedo creer que te pongas así por lo que le dije a esa tonta, Chris! —dice sobando su brazo. —¡Tú estás conmigo, es a mí a quien debes defender!

Mi Otra Mitad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora