Capitulo XXIII

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Pedro: Faltan como dos semanas para que llegue el veinticuatro, el veinticinco. (Simón, Ramiro, Yam y Nico se echan a reír)

Nico: No me digas que es el único concepto que tenés de las navidades.

Pedro: Es que..

Ramiro:..bueno, bueno, lo que pasa es que, Matteo nos ha propuesto ir en el avión de su padre, él tendría que irse mañana, pero ha decidido hacerlo pasado mañana porque a lo mejor muchos de nosotros no estaríamos listos para mañana.

Yam: Adoro Italia.

Nico: Bueno, no hay problema, hablaremos con el jefe, creo que después de tanto tiempo trabajando necesitamos unas vacaciones.

...

(Pasa el día muy lento para Ámbar, pero finalmente llega la hora de su cita con Simón. Simón estaciona la camioneta frente a la mansión de Benson, él baja del coche y se dirige a la puerta, toca el timbre)

Ámbar: Yo voy, yo voy.—grita emocionada por toda la casa mientras corre hacia la puerta.

Sharon: Con cuidado Ámbar que podes lastimarte.—dice Sharon desde el salón mientras toma su café.

Ámbar: Adiós madrina.—grita desde el vestíbulo. (Ámbar abre la puerta y salta en los brazos de Simón)

Simón: Vaya, no cabe duda que me ha extrañado.

Ámbar: Te he extrañado mucho, mucho, mucho. (Ambos se besan)

Simón: Yo a tí también, amor. (Se vuelven a besar)

Ámbar: Mejor vámonos.—dice ella cerrando la puerta de la mansión y tirando de la mano de Simón hacia la camioneta. (Simón se ríe)

Simón: ¿Has tomado alguna especie de calcio? Te noto muy energética.

Ámbar: Estoy feliz con nuestras vidas, todos mis amigos están bien, nosotros estamos juntos...

Simón: En este caso nadie va arruinar tu felicidad.

Ámbar: Exacto, nadie. (Simón abre la puerta del copiloto y Ámbar sube, Simón cierra la puerta y se dirige a la puerta del conductor, abre la puerta y sube. Tras cerrar, arranca el carro y lo pone en marcha)

Ámbar: ¿A dónde vamos?

Simón: A un lugar que conoces.

Ámbar: ¿Dónde es? (Simón se ríe)

Simón: Tranquila, ya lo verás. (Ámbar sonríe)

Ámbar: De acuerdo chico misterioso, ya lo veré. (Simón mira a Ámbar mientras ésa busca entre los cd's que hay en el carro de Pedro)

Simón: Te amo. (Ámbar lo mira un poco asombrada. Ella sabía que Simón la amaba, pero Simón no se lo decía mucho)

(La mayoría de veces era ella la que decía lo mucho que lo ama y Simón simplemente decía "yo a ti" pero escuchar eso, así, cuando no se lo esperaba la dejaba son habla, ilusionada, más enamorada, era como un momento mágico. Ámbar sonríe)

Ámbar: Yo también te amo. (El camino sigue hasta que llegan junto a un lado, en lo que Ámbar admira este maravilloso lugar que desconocía por completo, Simón se ocupa de organizar la cena en la parte trasera del coche. Se trata de un toyota que por detrás sólo tiene un lugar para cargar todo tipo de cosas, no se trata de una maletera común que tiene una puerta. En fin. Simón termina de organizar la cena y baja del coche en un salto, y se acerca a Ámbar)

Simón: ¿Qué te parece el lugar?

Ámbar: Es hermoso ¿Cómo es que no lo conocía?

Simón: Supongo que nunca te has levantado de la cama y has decidido buscar los lagos que hay aquí. (Los dos se ríen)

Simón: Anda, vamos a cenar.—dice tomando a Ámbar de la mano. (Los dos caminan hasta la camioneta. Simón ayuda a Ámbar a subir y él también hace lo mismo)

Ámbar: Guau, la cena se ve deliciosa.

Simón: Espero que esté rica, no soy muy bueno en la cocina, al menos si no te gusta, trata de disimular ¿si?

Ámbar: Está bien, veamos.. (Ámbar toma una patata y se la lleva a la boca)

Ámbar: La patata está rica. (Simón se ríe)

Simón: No tienes que examinar comida por comida, mira, come...ah, y traje tus empanadas favoritas.

Ámbar: ¡No! ¿las compraste?

Simón: Sólo para ti. (Ámbar toma el plato de empanadas y las empieza a comer)

Simón: ¿Me dejas una?

Ámbar: Claro que no, son todas mías.

Simón: Anda, amor, no seas mala, en el plato hay más de ocho.

Ámbar: Está bien, para que veas que soy buena te daré la mitad de una empanada.

Simón: Creo que el señor Montero le pone algo a esas empanadas como para que te niegues a compartirlos.

Ámbar: Okay, te doy empanadas si prometes llevarme a comerlos mañana.

Simón: De acuerdo. (Ámbar deja el plato de empanadas y los dos comen y beben sus refrescos. Luego de comer las empanadas, comen un poco de albóndigas con patatas, pero no terminan porque ya están llenos. Ámbar y Simón recogen todo y lo guardan en la cesta)

(Simón pone una manta sobre el piso de la camioneta en lo que Ámbar sostiene las almohadas. A continuación, los dos se sientan sobre la manta, Simón toma su guitarra y empieza a tocar una melodía mientras canta, Ámbar se limita a mirarlo, feliz. Cuando Simón termina de cantar deja su guitarra a un lado y Ámbar le toma de la mano)

Ámbar: Gracias.

Simón: ¿Por qué?

Ámbar: Por hacerme la mujer más feliz del mundo, nunca voy a terminar de agradecértelo.

Simón: Oye, no digas eso, no me tienes que agradecer nada, mi deber y mi obligación es hacerte feliz, amor. Anda, ven aquí.—dice Simón abriendo los brazos)

(Ámbar se acerca a él y se eecuesta en su pecho. Simón la abraza y la besa el pelo)

Simón: Te amo tanto que no te imaginas.

Ámbar: He estado pensando que...ahora que estamos aquí, podemos..—Ambar aparta la cabeza del pecho de Simón y lo mira a los ojos—. "Hacerlo".—añade con un hijo en la voz.

Simón: Oye, no es correcto, sabía que tratarías de hacer algo así.

Ámbar: Pero lo hiciste con Daniela.

Simón: No eres Daniela, comprende. No quiero que hagas tonterías por querer mostrarme que eres mejor que alguien. Cuando sea el momento lo haremos.

Ámbar: Pero... Simón: ...suficiente, no hablaremos más de eso. (Ámbar se queda callada mirando hacia abajo)

Simón: Amor, no quiero que estés triste, pero tampoco puedo complacerte en algo así, al menos no por ahora.

Ámbar: ¿Es por mi enfermedad? (Unas lágrimas se escapan de los ojos de Ámbar, quien levanta la mirada para ver a Simón a los ojos)

Simón: Es porque te amo con toda mi alma, no puedo hacerlo, no ahora y quiero que me prometas que no harás eso otra vez.

Ámbar: ¿Qué hago entonces si llego a tener ganas de vos? ¿me callo?

Simón: Simplemente dejaremos que todo pase por sí sólo, creeme que te comprendo, pero sería una irresponsabilidad de mi parte, y no quisiera dar a la señora Benson más razones para odiarme, viste cómo se puso cuando nos vio dormidos, imagínate si se entera de que hicismos algo así. (Ámbar se lo piensa bien y se da cuenta de que después de todo, Simón tiene razón)

Ámbar: Sí, tenés, razón... (Simón la abraza fuerte)

Simón: Tenemos todo el tiempo del mundo, amor.

Por tu AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora