Capítulo 2

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Me despierta la alarma de mi celular que indica que son las 03:00pm, lo que significa que: ¡Adiós comodidad! 

Me levanto al baño, me cepillo los dientes, me hago una coleta alta aunque sé que no va a durar ni cinco minutos, salgo de ahí dandome animos mentalmente  y me dirijo a la cocina a preparar mi desayuno/almuerzo. Mientras hago una ensalada con verduras y pollo recuerdo que mañana tenemos jefe administrativo nuevo.

Que no sea un idiota, pienso, ya que lo único que sé es que viene demasiado recomendado por el dueño y señor de Deko, la empresa en la que trabajo y  han mantenido el misterio desde que cambiaron a Perla, la antigua administradora. 

A las 07:00pm ya he adelantado gran parte de mi trabajo cuando recibo un mensaje del grupo de WhatsApp que crearon mis locas amigas y que decidieron integrarme a mi, porque de no haberlo hecho, no sé en que lugar bajo tierra estarían sus hermosos cuerpecitos y el mio muy probablemente encerrado en cuatro paredes homosas por la humedad y falta de sol, y eso, a decir verdad sería un gran desperdicio para la humanidad, asi que es una de las pocas y mejores desiciones que han tomado  en la vida de ellas.

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Paola: ¿Qué hacen mocosas?

Juliana: ·Trabajar mujer, cosa que tú no haces

Paola: Ja ja ja. Habló la que todavía vive con sus papás

Yo: Niñas dejen las pataletas para después, yo acabo de soltar mi computadora, quiero tener trabajo adelantado, mañana llega el nuevo jefe administrativo

Escribo y me regodeo de mi desgracia

Juliana: Ojalá esté buenorro

Paola: Jajaja esa Juliana no piensa en más

Juliana: Que culpa, los jefes siempre han sido mi debilidad

Yo: Tan solo espero que no sea un engreído ya que viene excelentemente recomendado por el grande

Paola: Uhm, fuerte, pero te lo puedes meter al bolsillo

Habló la reina de los planes, y sí, eso fue sarcasmo, sin embargo le sigo el juego.

Yo: Ah, sí. ¿Y cómo es eso? Ilumíname

Paola: Esto es serio Slett, simplemente tienes que hacerle un par de miraditas y eso basta para que esté a tus pies, como lo hacen todos los demas.

Ruedo mis ojos al cielo ante lo que leo

Juliana: comparto la opinión de Paola, además ¿Quién se ha resistido a tu mirada Lett?

Yo: Ustedes deberían superar ya eso, no voy a hacer nada. Si me lo «gano» es debido a mi esfuerzo en el trabajo y nada más.

Les respondo y me preparo para lo que viene

Paola: Que ñoña Scarlett, quién te viera diría que es verdad

¡Es verdad hija de tu madre! Me rio sola ya acostada en mi enorme cama matrimonial.

Juliana: Como digas, nosotras solo dábamos ideas, nene

Yo: Pues gracias niñas, pero no son necesarias. Me voy a dormir mañana madrugo y ustedes no van a trabajar por mi. Bye. 

                                                                                ******

A las 07:45am ya estoy en mi oficina, o bueno, mi mesa de la oficina que compartimos todos. Siempre llego antes que los demás, así que subo a la cafetería donde está doña Consuelo, la saludo y le pido un café con galletas saladas.

—¿Muy duros los turnos de noche?—pregunta ella haciendo referencia a los turnos industriales de los cuales estaba a cargo y los cuales son culpables de mi cara de Zombie que hoy cargaba.

—Fueron noches demasiado agitadas. Pero somos un gran equipo y siempre trabajamos bien— expreso ya que es cierto, en la compañia trabajaban muy buenos chicos de los cuales me sentia orgullosa no solo por lo buenos que eran en su trabajo, si no por la calidad de persona que son.

—Estoy tan orgullosa de ti— balbucea casi en un susurro y puedo notar el cariño en el tono de su voz

—No ha sido fácil llegar hasta aquí—me apresuro a decir—¿Qué sabes del nuevo Jefe?— inquiero cambiando de tema, la verdad hoy  me siento un poco curiosa al respecto

—Lo que todos sabemos. O sea, nada mi niña

—¿Tiene apertura o cierre?—quise saber

—Wilson dijo que venía con solo cierres.—da un encogimiento de hombros

Lo que hace la influencia de los grandes.

—Bien—doy por terminada la conversación— gracias por el café doña Consuelo. Iré a marcar tarjeta.

De nuevo en mi oficina, pongo música para hacer más ameno el ambiente y empiezo a planear el día de hoy. Los cambios que se harán y a reorganizar los descansos de los asesores, ya que al haber turnos industriales todo se desordenó.

Unas cuantas horas después ayudo a Alejandra, una de las asesora de ventas con la organización de su pasillo cuando escuchamos que llaman por los altavoces a todo el personal de apertura a la oficina de post venta.

—Deberíamos ir—propone una no muy animada Alejandra.

—Pueden esperar unos minutos, estamos organizando el pasillo y como norma de la empresa ya sabemos que son prioridad

—Gorda, ¿No tienes nervios por la llegada del Jefe?—indaga mientras limpia la estantería de vagillas.

—No—vacilo—o no sé. Es decir, no sabemos cómo será el carácter de él con los empleados y que estrategias nuevas tenga. Además que sabemos que lo mandó directamente el dueño y ya sabes cómo son esos que llegan con el sello del grande—ella asiente y  reímos por mi comentario. A veces no podia contener mi verborrea

Seguimos concentradas terminando de  organizar la mercancía y verificando precios que olvidamos por completo  el llamado de hace un rato.

Cuando por fin acabamos dejo a Aleja en los pasillos y me dirijo directo a la oficina. Sin embargo, algo llama mi atención. En las esquinas de los pasillos hay algo que no encaja, observo detenidamente hasta que noto dos exhibiciones repetidas, suele pasar cuando hacemos cambios. Estoy a punto de reubicarlas cuando una profunda, ronca y suave voz hace que me sobresalte.

—Señora Williams, cuando se hace un llamado a todo el personal a reunión es a todos, sin excepciones.—Al volverme hacia esa voz que había oído por primera vez hace dos semanas, quedo casi sin palabras.

La sensación de deja vú me atrapa

—To...—no termino de decir su nombre y como si de una intervención divina se tratase me doy cuenta con quién estoy tratando—Jefe, lo sie...—me interrumpe con su suave voz, algo en ella me hace sentir lo enfadado qué está.

¡Grandioso! En la llegada del jefe y ya estoy metiendo las de caminar

­­—Espero no se vuelva a repetir—clava unos segundos su mirada en mis ojos como desafiándome para luego dar media vuelta e irse.

Pero ¿y este de qué va? Es lo único que puedo pensar parada en medio de la gente que pasa a mi lado.

Es cierto que es mi jefe, pero por lo mismo debería ser más consciente y dar la oportunidad de hablar sin antes juzgar.

No me equivoqué al pensar en el carácter de él y en que seguramente debe sentirse el mandamás solo por ser el consentido del jefe.

Te elegí para SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora