Capítulo 25

2.2K 127 3
                                    

Más de dos años atrás

Unos suaves golpes en la puerta hacen que vuelva mi vista y me encuentre con mi pequeña consentida. Me mira pidiendo permiso para pasar y le doy un pequeño asentimiento

—¿Qué haces a esta hora despierta pequeñaja?

—Pero mira tú, ya tengo 18 años deja de decirme así—me hace un puchero al tiempo que se cruza de brazos.

Cosa bonita de la vida.

—Puedes tener mil años y siempre serás mi pequeñaja—puntualizo—Ahora dime ¿Qué haces a estás horas despierta? Pensé que seguías de ermitaña en tu habitación.

Pega un gritito de pura emoción.

Que tendrás en mente mocosa.

—¡Estoy tan feliz! No pude tener un mejor cumpleaños. ¡Agrrrr! Parece todo tan irreal. ¡Quiero encapsular este momento!

—Ehh, pero puedes bajarle dos a tu emoción, mira que no te estoy entendiendo nada.

—Antes que nada beba, quiero que me prometas algo ¿Bien?—Me dice lo más seria que puede, asiento y sigue— sé que va a sonar dramático pero viniendo de mi no esperes más, si llego a morir antes que tú por favor baby, prométeme que siempre me recordarás con nuestra canción. Por la que casi rompemos nuestra hermandad.

Ruedo mis ojos ante su discurso. ¿Pero qué puedo hacer? Así es ella, sale con cualquier disparate.

Hermana mía tenía que ser.

—A veces me das miedo Jess, no terminas de cumplir tu mayoría de edad y con las barbaridades que sales.

Me mira con tanta emoción en sus ojos a la espera de una respuesta

voy por el mundo solo y sin amigos voy, dando tantas vueltas sin ningún sentido— canto y sé que con eso la gané de nuevo porque se abalanza sobre mi y me da apapachos muy típicos de ella que me hacen reír.

Al tiempo se separa y sé que ahí es donde viene la parte importante por la que está aquí, siendo las tres de la madrugada

—¡Me propuso matrimonio!

La miro y no lo creo ¡de razón tanto drama!

—¿Cuándo? ¿Cómo? ¡Quiero todo con lujo de detalles!

Pasados largos y cortos 20 minutos estamos llorando como Magdalenas. Pero es que la emoción nos pudo, estamos sumidas en un abrazo cuando escucho su susurro.

—Es por eso que te dije lo de antes— sorbe por su nariz— siempre quiero que me recuerdes Feliz. Justo como en estos momentos, no quiero que me llores, no te lo perdonaría desde el cielo beba. ¿Me entiendes?

Me quedo callada, lo que dice hace que por todo mi cuerpo pase un frío. No me permito pensar en sus palabras. No, no y no.

—Pero para que eso pase tendrás que casarte y darme mis sobrinos y mira que para eso falta mucho.

—¿Puedo dormir contigo?

—Siempre que quieras.

—Eres la mejor hermana que tengo, te amo

—Soy tú única hermana boba, te amo más.

*****************

Bendito tráfico de Medellín. No debí haber tomado esta avenida.

Bruta que eres, me dice mi conciencia. Me pongo los ojos en blanco mentalmente.

¡Pff! Menudo día he tenido hoy, sino fuera porque me gusta ganar mi propio dinero no le daría clases de guitarra a ese riquillo de quinta. Resoplo y refunfuño bajo el sol de la tarde, si sigue así voy a terminar derritiéndome.

Poco a poco vamos avanzando y a lo lejos veo el por qué tanta demora. Un accidente, típico, ya no se me hace raro. Sigo ahí en la carretera por unos quince minutos hasta que Unos metros más adelante uno de los autos pertenecientes al choque llama mi atención. Mis nervios se disparan automáticamente y empiezo a temblar.

¡Maldita sea!

Ese es el auto de Raúl, el nov... prometido de mi hermana, me apresuro a bajar de mi bebé dejándola a un lado de la acera de la avenida y corro hacia el lugar de los hechos, un estremecimiento me recorre y pienso en Jess y en lo histérica que debe estar.

Me acerco a uno de los policías judiciales que están en el área y le digo que soy familiar de uno de los posibles accidentados. El me da una mirada de compasión, maldita sea ¡No me mires así!.

"Lo siento jovencita pero ellos se llevaron la peor parte de todo" señala el auto de Raúl y yo quedo ahí parada. Pasmada. Aturdida.

Él dijo ellos, no él.

Mi mundo se desmorona. Sin Antes darme cuenta corro hacia donde esta el auto de Raúl rezando para que no sea lo qué yo creo

Por favor Dios, que no sea eso, por favor, por favor.

Llego justo a la puerta del copiloto y la suma de todos mis miedos está ahí, justo en la chica de ojos soñadores que está irreconocible. Un sollozo se escapa de mi al tiempo que unas fuertes manos me toman por los hombros "señorita no puede estar aquí" es lo último que escucho. Es lo último que recuerdo

Te elegí para SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora