Capítulo 50

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Hoy amanecí con energías renovadas, aunque tiene su razón. ¡Hoy es el concierto privado de Cepeda! Estoy preparándome un baño de espuma porque quiero consentirme. Tengo de música de fondo por el resto de mi vida que hace el ambiente más relajante.

Cuando por fin tengo el agua de mi baño a la temperatura que quiero, sumerjo mi pie izquierdo y el derecho lo dejo fuera de la bañera, veo la posición en la que me encuentro y es inevitable no reír. Sin embargo, eso no me es impedimento para disfrutar del momento.

Me siento cómoda, ya que ahora no tengo tanta presión encima, mi mamá tuvo que viajar a Colombia el miércoles y he quedado relativamente sola, la españoleta está pendiente de mí sin asfixiarme y se lo agradezco, Nicolás lleva varios días fuera del país y sólo me llama para saber cómo va el proyecto que dejó a mi cargo y que le ayude con una que otra cosa que puedo hacer desde mi computadora, eso también tiene una exploración. Cada que llamaba me bombardeaba con preguntas sobre mi salud y hasta quiso contratar una enfermera para que estuviera al pendiente de mi, y eso era algo que no se lo iba a permitir. Así que con toda y mi chulería lo mandé al otro lado del mundo y pareció funcionar, porque desde ahí, solo se dirige a mi por cuestiones de trabajo.

Tomás. Tomás no deja de ser el protector y comprensivo de siempre, está al pendiente de mi sin invadir mi espacio personal.

Somos un gran equipo de trabajo y hemos compartido desde ideas hasta el mueble de la sala viendo películas; como en los viejos tiempos. Hemos tenido nuestras discusiones pero realmente nada del otro mundo. Me siento demasiado agusto con él y cada vez parece que estamos más unidos.

—¡Scarlett!—escucho a la españoleta—¡Qué no se te vaya a ser tarde, tenemos mucho que hacer!—pongo los ojos en blanco. Hoy me retiran los puntos de la cabeza y me hacen un chequeo matutino.

Pasados diez minutos decido salir, estoy más arrugada que uva pasa pero salí cómo nueva. Me arreglo en cuestión de minutos–si, claro–y salgo de mi habitación hacia la sala de estar.

—Luce, ya estoy...—me interrumpo al ver al hombre que pone mi mundo de cabeza—¿Te equivocaste de piso?—pregunto cruzándome de brazos.

—No, no me he equivocado. ¿Estás lista?

—¿Para qué?

—Para ir al médico Scarlett, voy a acompañarte.—responde como si fuera obvio y yo fuera una retrasada.

—Pensé que iba a ir...

—Tengo cosas que hacer, el amargado de nuestro jefe me hizo un encargo.—me interrumpe ella saliendo de su habitación arreglando su cabello—¡Mejórate rápido que ya no lo aguanto!—exclama saliendo del apartamento.

—¿Vamos?

—No habiendo más.— musito resignada y él me regala una sonrisa sincera.

Todo el trayecto fue en un silencio agradable, cuando llegamos al hospital nos atendió una enfermera de lo más formal aunque no conmigo. Era todo sonrisas y aleteo de pestañas con Tomás, este al percatarse de lo que ocurría me tomó por la cintura y me acerco hacia él, el cambio de postura de ella fue tan evidente que se sonrojó de inmediato y nos llevó al consultorio del doctor Been.

Él tan amable y profesional como siempre retiró los puntos de mi cabeza y me hizo un chequeo general.

Salimos de allí y Tomás tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos. Parecíamos una pareja normal y Feliz, no quise que este momento terminara. Quería encapsular todo el sentimiento que este hombre me hacía sentir con tan solo tomar mi mano.

Una vez llegados a apartamento lo invito a pasar y el acepta. No hemos hablado mucho, el parece estar distraído con lo que sea que tenga en mente.
Estamos sentados en la sala tomando jugo de naranja hasta que él decide romper el hielo. O el silencio que había para ser exactos.

Te elegí para SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora