No sé cuántas veces he escuchado el «yo te ayudo» «no seas terca» «te vas a lastimar» Es cierto que tengo un pie enyesado y se me dificulta caminar, pero el bastón que tengo me es suficiente para valerme por mí misma.
Me siento enfadada conmigo misma por no poder recordar exactamente lo qué pasó. Decido levantarme de la cama y el dolor en mis costillas sigue persistente, antes de darme cuenta lanzo un gruñido de dolor y como si la suerte estuviera de mi lado, Nicolás hace acto de presencia en la habitación.
—¡No seas terca!—ahí está de nuevo, se apresura a acercase a mi lado ayudándome a levantar— ¿Es que no tienes sentido común o qué? — una vez sentada lo fulmino con la mirada.
—Veras, déjame pensarlo— lo veo por unos segundos—¡No!
—Eres la mujer más frustrante que he conocido.— menea la cabeza y las esquinas de sus labios se levantan en una pequeña sonrisa.
Me quedo mirándolo sopesando de que humor se encuentra hoy. Si no quiero permanecer aquí, él es el único que puedo ayudarme a salir.
—Nicolás— empiezo— ¡Quiero salir de aquí!— digo con voz de niña regañada
—Créeme, yo en tu lugar hace mucho hubiera escapado
—Lo sé, y como tú eres muy influyente ¿Podrías por favor acelerar mi salida?—noto como me ve con un atisbo de suficiencia marcado en su rostro
—Eso no supone un problema— se encoje de hombros
— ¿Cómo? No entiendo— pregunto confundida.
—A eso venía, tus padres me han mandado por ti. Te dieron de alta— mi emoción es tanta que no mido mis movimientos y me lanzo a abrazarlo no sin antes hacer una que otra mueca de dolor, sin embargo el me devuelve el abrazo cuidadosamente.
—¡Gracias a Dios! Juro que si me quedaba un día más aquí encerrada, hubiera muerto de desesperación— hablo aún en los brazos de Nicolás que acaricia mi espalda.
—Scarlett me enteré que...— Tomás entra y se queda parado a mitad de la habitación con su ceño fruncido y su mandíbula apretada.
Me deshago del abrazo poco a poco cuidando de no lastimarme, pero todos mis intentos son en vano. Es como si por mi cuerpo hubiera sido impactado por mil autos y no solo por uno.
—Hola—saludo yo al fin.
—Hola, lamento la intromisión—no se me pasa por alto tono cortante que empleó— pero supongo que ya sabes que te dieron de alta.
—Sí, justamente Nicolás vino a decírmelo.
—Bien, ¿Necesitas algo?
—No— se apresura a responder Nicolás— ya tengo todo listo para ella.
—Los espero afuera— sin más sale y cierra dando un portazo que me sorprende.
—¡Vaya! Eso fue... Raro— digo para mi
—Eso claramente fueron celos
—¿Qué?—pregunto atónita
—Que te traje ropa limpia para que te cambies— me entrega un bolso que reconozco— ¿Te ayudo?
—¡No! Quiero decir, yo puedo sola.
—Estoy fuera por si necesitas algo— asiento
Una vez quedo sola en la habitación abro mi bolso y veo un conjunto de ropa deportiva negra, sonrío, seguramente debió ser Juli quién la empacó. Me quito poco a poco la bata de hospital y quedo solo en pantis, saco la sudadera y me a pongo con sumo cuidado, tomo el pantalón y repito el mismo procedimiento. Estoy sacando las zapatillas y la puerta de la habitación se abre y reaparece un Tomás con semblante indescifrable.
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Te elegí para SIEMPRE
RomanceScarlett, una joven con tan solo 23 años de edad, ha evitado el amor a toda costa. Sabe que el amor duele, que el amor no es bonito y sobre todo, tiene claro que los "siempre" están sobrevalorados. Tomás Corrigan, el chico que la dejó sin palabras...