Capítulo 26

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Me levanto del frío suelo aún aturdida, no dejo que mi mente se ponga a divagar en todo lo que vi, demasiada información para tan tempranas horas de la mañana.

Una vez llego al almacén entro a mi oficina, es raro como todo puede pasar de ser solo felicidad a ser vacío, eso siento yo, vacío. Prendo el computador y me sumerjo en todo el trabajo acumulado que tengo para hoy, no son mas de las 8:30am y siento como toda yo está...incomoda, terriblemente incomoda, en mi mente no dejan de recrearse las imágenes de mi pequeñaja vertida de sangre, en lo mal que lo pasaron mis papás, sobre todo ¿cómo pudo el decirme "te quiero" cuando fue quien dejó en la reverenda calle a mis papás? ¿será todo esto una trampa? ¡Agrrr! ¿cómo no lo vi antes? si pudo quitarle todo a mis papás ¿por qué no hacerme daño a mi? ¿tan estúpida fui?

Miro a mí alrededor, la verdad todo se me hace tan familiar pero a la vez tan desconocido.

¿Qué carajos sigo haciendo yo aquí?

Tomo una hoja en blanco y un lapicero y empiezo a escribir lo que nunca llegue a pensar hacer. Para el momento que termino Wilson entra a la oficina ¡perfecto! Me levanto de mi silla tomo mi bolso y me dirijo hacia él que se haya concentrado en un sin mar de facturas.

—Jefe Wilson, mi carta de renuncia— Digo con tal seguridad y este a su vez clava sus oscuros ojos en mi.

—Williams, yo no puedo aceptarla, eres de mis mejores trabajadoras ¿Qué pasa? ¿Te sientes agobiada? ¿Dime que puedo hacer yo para que cambies de opinión?

Necesito una escapatoria.

—Oh, no jefe, no es nada de eso, solo mejores oportunidades. — sonrío —De veras me alegra mucho haber hecho parte del equipo deko pero mi estadía aquí ha llegado a su fin.

—Esta bien Scarlett— veo la duda en sus ojos— las puertas de este lugar están siempre abiertas para ti.

—Gracias

Salgo de la oficina envuelta en mi propio mundo y siento como me toman del brazo, me vuelvo con el ceño fruncido y a la última persona que esperaba que me retuviera está ahí parada justo frente a mi

—Hannah—digo a modo de saludo

Veo como una maquiavélica sonrisa abre paso por su cara.

Esto no me gusta nada.

—¿Hasta cuándo pensabas tener esa fachada de niña buena?

—No entiendo tu punto— respondo desinteresadamente.

—Mira Scarlett, no me veas la cara de boba ¿Así es como consigues tus ascensos? Vaya inteligente eres.

Antes de que yo pueda procesar lo que está pasando mi mano ha tomado vida propia y se ha estampado contra su linda y hermosa cara.

Mierda, eso dolió.

Eres toda una campeona, Williams.

—Cuida tus palabras, que tú seas una víbora eso no quiere decir que el resto de población humana lo sea.

Me mira con odio. !Ja! Como si me importara

—No te creas que vas a quedarte con él eres tan poca mujer.—dice con desprecio.

—Nena—sonrío sin ganas—yo por tipos no me peleo. ¿Lo quieres? Todo tuyo es.

Y con la cara de sorpresa en su rostro salgo del almacén como toda digna reina de belleza.

Subo las escaleras de mi edificio con un solo plan en mente. No puedo quedarme más aquí, no después de que ese sujeto sepa de mi renuncia, capaz que viene a buscarme y para beneficio suyo y de mi mente psicópata es mejor que no me encuentre.

Abro la puerta de mi apartamento no sin antes darme cuenta que hay un sobre en la entrada.

¿Será hoy el día de los malditos sobres?

Me agacho y lo recojo cerrando la puerta de mi apartamento y con más temor del que debería abro el sobre y saco su contenido que de por si me pone más nerviosa ¿Ya dije que tengo miedo de leerlo? Sin embargo lo leo.

La escapatoria que necesitaba la tengo justo en mis manos. Entro a mi habitación y hago maletas. Cuando estoy satisfecha con lo que he empacado salgo de mi apartamento.

Adiós dulce hogar. Hola nuevas oportunidades. Digo para mí Y me alejo con nostalgia.

Llego al apartamento de mi mejor amiga y dejo mis maletas en la entrada, me dirijo hacia su oficina. Lo que tengo en frente me hace gracia, miles y miles de planos y lápices regados en el suelo me dicen que ha pasado una larga noche.

—Pero mira quién se dignó en trabajar—digo aún parada en la puerta

—¡Largo de aquí!

Me Lanza el lápiz que tenía en su mano para fallar abruptamente en el acto

—Vengo en son de paz arquitecta.

—Mas te vale desgraciada. No tengo ganas de empezar la tercera guerra mundial.

—¡Cristo! ¿Qué son esos gritos?— dice mi embarazada favorita— y tú ¿Que diablos haces acá? ¿No se supone que debes estar trabajando?

Su pregunta hace que Paola vuelva a centrar su atención en mí.

—Chicas. Necesito contarles algo—saco el sobre que tengo en mi bolso y se lo paso a Juliana y a Paola que se acercó en dos pasos largos. !y eso que estábamos como a tres metros de distancia!

Chismosas.

Ambas terminan de leer y me ven con sus ojos como platos

¡Qué empiece la acción!


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