Le lanzo un beso a mi reflejo en el espejo, tengo mis labios pintados de rojo en honor a mi felicidad. ¿Quién no va a estar feliz con una boleta VIP para el concierto privado de Andrés Cepeda?
Salgo del baño y me dirijo a la oficina tarareando besos usados, calentando motores para lo que me espera en los próximas días.
—¡Hola Claudia! —saludo con demasiado entusiasmo y ella me ve como si me hubieran salido dos cabezas.
—¿Es tu cumpleaños?
—No tarada, uno a veces puede amanecer de buen ánimo — le respondo y le muestro lengua
—Ya se te va a bajar el ánimo, el señor amargura no se lo aguanta hoy nadie—señala mi oficina.
—Ninguna fiera se me ha hecho difícil domar — con eso me despido de Claudia y entro a mi oficina.
Hoy nada va a dañar mi estado de ánimo.
Una vez enciendo mi computador timbra el teléfono. Ya estamos. ¿Tan temprano Adonis?
Hoy se te vale todo.
—Buenos días jefe ¿En qué le puedo ayudar? — respondo con más emoción de la que pretendía.
—Scarlett, ve al departamento de contabilidad y pídele a Luce las carpetas de balance del mes pasado.
Y cuelga, así como si nada, sin un "por favor" ni un "gracias"
Grosero.
Entro en la oficina de mi española favorita y la veo inmersa en una pila documentos que no entiendo.
Golpeo la puerta que está abierta y ella alza su cabeza y frunce el ceño
—¿Ya te despidieron?
— ¿Tan poca fe tienes en mi, mujer?
Hace un gesto de fastidio y me invita a pasar.
—No sería raro. ¿Qué quieres?
—El Adonis amargado quiere que le mandes los balances del mes pasado.
Se levanta y se dirige a lo que supongo yo son archivos y saca una carpeta más gruesa que una Biblia. Se acerca y me la entrega
—¿¡Es en serio!? —digo y mi reacción le causa gracia a Luce, quien suelta una carcajada.
—Ve antes que ese tío nos eche de patitas a la calle.
Me apresuro a salir de la oficina y tomo el ascensor que parece tardar años en llegar a la planta quince.
Golpeo la oficina de mi jefe y este tan entusiasmado como siempre — sarcasmo — responde "adelante". Giro el pomo de la puerta y lo veo contemplado la ciudad. Se ha quitado su camisa de traje y se ha remangado a los codos su camisa blanca. Cuando se percata de mi presencia, gira y sus ojos atrapan los míos. Hace un rápido recorrido con su mirada por mi cuerpo, y siento que me intimida, sin embargo, no se lo demuestro.
—Aquí está lo que me pidió, Jefe— hago énfasis en esa última palabra y el me regala esa sonrisa arranca bragas, pero yo no me derrito. No aún
—Déjala en mi escritorio — Recuesta el peso de su cuerpo sobre el ventanal y yo me dispongo a caminar a su escritorio y dejar la enorme carpeta en el.
—¿Algo más?
— No. Puedes irte.
Y así es como salgo yo del territorio de este hombronon tan bueno.
Me siento en mi silla y suelto una bocanada de aire que no sabía que había retenido. Mi jefe es el más frustrante de todos.
Abro mi correo y voy revisando los más importantes. Pero uno en especial llama mi atención y hace que mi mundo pare de repente.
De: Tomás Corrigan
Para: Scarlett Williams
Asunto: ....
La puerta de mi jefe se abre abruptamente y la puerta de mi oficina es levemente golpeada. Dos hombres a la vez me hablan, uno con un tono de voz preocupada y afanada, el otro con una particular voz suave y autoritaria.
—Scarlett, cancela la reunión con...
— Buenos días, señorita.
La segunda voz hace que todo mi cuerpo se estremezca. Que todo mi cuerpo responda a su aguda y sexy voz.
Mi mirada se ha quedado en ningún punto exacto. Los segundos que pasan parecen horas y el ambiente se ha vuelto tan pesado que es casi palpable.
Mi jefe aclara su garganta y se anima a romper el hielo
—Señor Corrigan. Bienvenido— se apresura a su encuentro, sin embargo mis ojos no hacen contacto con ellos.
—Colins, creí oír que querías cancelar una reunión.
—Puede esperar. Sigue, en mi oficina te atiendo.
Oigo pasos pero mi vista aún sigue en algún punto en la pantalla de mi computador.
—Señorita...—se detiene junto a mi escritorio y siento como me falta el aire.
No otra vez.
— Williams, Scarlett Williams— responde Nicolás por mi. Ya que no he podido articular media palabra.
—Un gusto señorita Williams — extiende su mano frente a mi, pero mis ojos se niegan a verlo, todo mi cuerpo se niega a responder.
¡Reacciona!. Me ordeno mentalmente.
Al girar mi cabeza mis ojos se posan sobre los suyos. Tiene un aire de suficiencia marcado en ellos, como si supiera que esa era la reacción que iba obtener de mi. Me sonríe con esa sonrisa que sólo tiene reservada para mi y siento como algo dentro de mi se revuelve por tan simple gesto.
—Bienvenido señor Corrigan — me decido en devolverle el saludo y mi mano se junta con la suya.
La electricidad que recorre mi cuerpo es inexplicable. Sigue haciendo el mismo efecto en mi. Como si él también lo sintiera, baja su vista a nuestras manos Unidas y me da un leve apretón y se apresura a soltarla y a continuación entra a la oficina de mi jefe.
Y yo que creía que nada iba a dañar mi estado de ánimo hoy.
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Te elegí para SIEMPRE
RomanceScarlett, una joven con tan solo 23 años de edad, ha evitado el amor a toda costa. Sabe que el amor duele, que el amor no es bonito y sobre todo, tiene claro que los "siempre" están sobrevalorados. Tomás Corrigan, el chico que la dejó sin palabras...