Capítulo 42

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A veces, el amor verdadero se encuentra con la persona menos esperada. Tu mejor amigo, un desconocido, compañero de trabajo y en mi caso. El jefe. El amor nos encuentra en el lugar menos esperado y en el momento menos esperado. Eso me paso a mi. El amor me encontró en el paradero de bus, busco como intercesor una pequeña para que tropezara conmigo y ahí fue donde surgió todo.

En ocasiones creemos que es para siempre. Y no, hoy me encuentro yo a pocos metros de distancia con el que cría era el amor de mi vida. Aunque no lo quiera admitir en voz alta, aún lo creo así... Pero él y yo somos la muestra perfecta de que no siempre el amor tiene un final feliz. Yo desafortunadamente no lo tuve. A cambio recibí decepción. Si, así es, decepción por mi maldita suerte.

¿Cómo si quiera el destino puso a el hombre que destruyo mi vida y la de mis papás para que me enamorase de él? ¿Tan mala soy para no merecer el "juntos hasta que la muerte los separe"?

Creo que la muerte de nuestro amor nos separó. O del único amor que hubo entre el y yo —si es que acaso hubo un nosotros —que sin duda fue el mío. Mi amor nos separo. No podía dejar que el siguiera burlándose de mi. No sé cómo si quiera tiene el descaro de mirarme a los ojos sin sentir un poco de vergüenza ¿No tendrá corazón?. Supongo que no, de lo contrario hace mucho tiempo hubiera buscado la manera de pedir perdón por lo que hizo. ¿Qué esperaba yo de ese hombre? ¿Tan boba fui para creer que desapareciendo de la vida de él iba a solucionar todo? ¿Qué me buscaría hasta debajo de las piedras para darme una explicación a lo qué hizo? ¿De veras soy tan ingenua?

Yo y mi estúpida idea de que el amor es como lo pintan en los libros. Por eso decidieron plantarlo ahí, por que está lejos de ser una realidad.

El amor perfecto solo lo veo en libros donde cuyos personajes corren por recuperar lo perdido. Por reconstruir lo roto. Por hacer realidad un siempre.

El atisbo de dolor de cabeza amenaza con empezar, veo la hora y son casi las once de la mañana ¿Cuánto tiempo me he mantenido inmersa en mis estúpidos pensamientos? El dolor va en aumento y siento como la bilis sube por mi garganta, sin embargo hago todo lo posible por mantener mi cuerpo firme.

Trato con todo mi ser hacer algo productivo, pero no puedo, mi cerebro simplemente se niega a responder. Me he preguntado una y mil veces qué hará él aquí. Algo muy dentro de mi guarda la esperanza que sea por mi, pero mi parte racional me dice que si de algún modo fuera así, hace diez meses estuviera buscando por mi.

Que patética llegó a ser por momentos.

No puedo mantener más la "calma" me levanto y con mis piernas como gelatina me dirijo a la puerta de mi jefe. Toco un par de veces y oigo como me da paso. Inhalo profundamente y me armo de valor para girar el pomo de la puerta, una vez más estoy en la enorme oficina de mi jefe que hoy parece ser más pequeña.

Dos pares de ojos recaen sobre mi, sin embargo soy una mujer con un objetivo claro en esta oficina. Aclaro mi garganta y decido que es momento de hablar.

—Señor Colins, me permite unas palabras... A solas por favor —de reojo puedo ver como Tomás entrecierra los ojos y su postura se vuelve rígida.

Mi jefe en cuestión de segundos se acerca hasta dónde me encuentro y el rastro de preocupación en su rostro es evidente.

—¿Te encuentras bien? Te veo pálida —susurra como si estuviera confiándome un secreto pero la dulzura de su voz es notable.

—De eso quería hablar. No me estoy sintiendo bien y quería pedirte si no es mucha molestia que me retire por lo que queda del día.

— Si, claro, hoy no es mucho lo que se tenga que hacer. Ve con cuidado y Scarlett, llámame si necesitas algo—asiento.

—Gracias.

Mi jefe sonríe y espera pacientemente a que salga, cuando estoy por hacerlo el susurra.

—Eso no es buena idea—Me vuelvo frunciendo el ceño confundida

—¿El qué?— me dedica una sonrisa torcida

—Que interrumpas una reunión y luego quieras irte sin despedirte– se cruza de brazos y un atisbo juguetón toman sus ojos.

—Oh claro ... Señor Corrigan— presta su atención en mí pero su semblante es indescifrable —Fue un placer conocerlo. Que esté bien- concluyo.

Veo la duda en su rostro pero rápidamente desaparece

—Igualmente señorita Williams, tenga un buen día.

—Nicolás, nuevamente gracias —él inclina su rostro y me da un tierno beso en la mejilla que no pasa desapercibido por Tomás.

—Llámame—habla lo suficientemente alto como para que se escuche hasta la planta baja, asiento y salgo de la oficina cerrando la puerta detrás mio.

Suelto el aire que no sabía que había retenido y me apresuro a mi escritorio tratado de descifrar lo que acaba de pasar ¿Nicolás sabrá quién es Tomás para mi? Tomo mi bolso y salgo tan rápido como puedo de la oficina como si mi vida dependiera de ello.

Para fortuna mia, Clau no está en su puesto de trabajo por lo que se me facilita mi rápida huida. Las puertas del ascensor se abren y nunca en mi vida me había parecido tan lento el trayecto de este. Antes de siquiera se terminen de abrir las puertas salgo y me dispongo a salir de este edificio tan asquerosamente ostentoso.

Mi mente trabaja a mil por horas, tanto que ni siquiera me di cuenta a qué hora salí a la calle.

—¡Scarlett!—escucho el grito desesperado que da el amor de mi vida. Cuando quiero volverme es demasiado tarde y luego todo es oscuridad.


Te elegí para SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora