*Capítulo 30: Fin de año

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/Aubry Illuminot/

Bajé las escaleras hasta el gran comedor. Todo era una locura había todo un desastre, ventanas y cosas rotas por todos lados.

Los Mortífagos lo habían causado.

El castillo se encontraba en un silencio total. Caminé hacia el patio y ahí descubrí a todos alzando sus varitas, en memoria de Dumbledore quien ya hacía en el suelo recostado, sin vida.

Me limité a mirar la escena, no me sentía capaz de unirme. De cierto modo había ayudado indirectamente a que se lograra el cometido de Draco.

El orden del lugar se fue restaurando poco a poco. McGonagall nos ordenó volver a nuestras casas correspondientes. Al entrar en Slytherin las miradas de odio se hicieron presente.

Todos notaron la ausencia de Draco y sabían que su tía Bellatrix fue quien causó el desastre en el castillo, junto con otro par de Mortifagos.

"Él no tenía opción"

Pensé una y otra vez mientras caminaba a mi dormitorio con la mirada en lo alto.

Al día siguiente las clases no fueron retomadas con exactitud. Se guardaba luto por el director y se les dejaba a los alumnos caminar por el castillo sin más. Podíamos tomar el almuerzo a la hora que quisiéramos y realmente no había ruido a nuestro alrededor.

Todo tan Pacífico.

Me dirigí a la Torre de Astronomía, donde todo había sucedido. Tenía curiosidad de mirar qué tan alta estaba, pero cuando llegué me arrepentí. Ahí estaba el trío de oro platicando, se detuvieron a notar mi presencia.

-¿Te encuentras bien?- preguntó Hermione tomándome por sorpresa. Jamás había cruzado ni una palabra con ella.

-Si- fue lo único que dije. Me indicó que me acercara y lo hice no muy segura, cuando estuve frente a ella me abrazó asustándome. Segundos después se separó con una sonrisa cálida.

-¿Crees que Draco lo hubiera matado?- preguntó el pelirrojo.

-¡Ronald!- reprendió ella a su amigo y discretamente me señaló.

-No se preocupen por mí- dije sentándome a su lado. Era un extraño momento con ellos.

-No, él ya estaba bajando su varita- comentó Harry mirándome de reojo. -Fue Snape, siempre fue él- susurró aquello último. Pude ver en sus ojos un poco de impotencia, algo no muy común en él y lo supe porque en ocasiones Draco tenía esa mirada.

Suspiré al pensar en él.

Nos quedamos una hora más en silencio, mirando a nuestro alrededor. En realidad era una hermosa vista.

Las clases volvieron a la normalidad en la semana. Faltaban un par de meses para terminar el ciclo escolar y volver con nuestras familias.

El tiempo para mí era infinito. Me dedicaba a ir de un lado a otro en silencio. Temiendo por lo quque pudiera estar pasando con él. No tenía noticias de nada y nadie se atrevía a hablar del tema. Comencé a pasar un poco más de tiempo con sus amigos. Blaise fue quien mejor me recibió aunque el resto no estuvo tan mal. En mi cabeza todo era una locura, no veía la hora de volver con mis Padres y aún menos con él

.

El momento había llegado. Miré el Expreso no muy segura de lo que pasaría después.

Durante el viaje de regreso no dejé de pensar ni un segundo en Draco y anhelaba tenerlo mis brazos como la noche que nos conocimos.

Todo era tan tranquilo entonces.

El tren llegó a su destino finalmente y bajé en busca de mis cosas.

Me extrañaba que mis Padres no mandaran a nadie a recogerme en la estación como acostumbraban hacer. Camine sin chistar hasta casa que no se encontraba muy lejos y al llegar me encontré con lo peor.

Dos Mortífagos los custodiaban y amenazaban con sus varitas a la altura del cuello.

La Sangre De Un Mortífago {Draco Malfoy}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora