*Capítulo 46: Entrega

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/Draco Malfoy/

Desperté cargado de energía, con la mejor vista que el mundo podía proporcionarme. Aubry dormía a mi lado y no era nada nuevo, llevaba casi un año siendo así, pero esta vez se veía perfecta, como la vez que la miré por primera vez.

Al parecer me había empeñado a complacerla a la perfección y ahora descansaba, sin embargo no podría durar, teníamos trabajo por hacer por lo que la desperté propinándole besos en su cara hasta que sonrió satisfecha.

Nos levantamos y tomamos la vieja rutina de ducharnos y arreglarnos, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo.

Al bajar al Gran Comedor nos detuvimos en seco mirando como Snape y los Mortífagos huían, después de enfrentar a McGonagall. Todos los estudiantes estaban ahí celebrando por la "derrota" de los otros tres. Incluso logramos localizar al trío de oro entre toda esa gente.

Los minutos pasaron entre gritos y aplausos, hasta que algo los hizo callar, a todos. Era la voz del Señor Tenebroso que se oía en cada una de nuestras cabezas.

"La guerra está por comenzar, sus familias perecerán al igual que ustedes"

Pronto el lugar se llenó de murmullos, la mayoría eran de los más pequeños, quienes temían.

"Pero hay una manera de evitarlo, que nadie salga herido en este día. Solo entréguenme a Potter y no me acercaré al castillo con mi ejército, ahí estarán a salvo y los dejaré en Paz.

Deben considerar mi oferta".

Y la voz se esfumó dejando a todos muy confundidos y dudosos en lo que debían hacer.

-¡Ahí está!- dijo Pansy señalándolo. -¡Atrápenlo!, ¡entréguenlo!, ¡hagan algo!- gritó mirando a su alrededor. Los de Slytherin pronto apoyaron su decisión y pedían lo mismo.

-¡Silencio!- pidió McGonagall. -Profesor, podría acompañar a la señorita Parkinson y a sus compañeros de casa a las mazmorras- ordenó.

Todos los demás estallaron en aplausos mientras escoltaban a nuestros amigos y compañeros fuera del lugar.

Se dirigían directo hacia dónde nosotros estábamos por lo que tomé a Aubry de la muñeca y la obligué a esconderse conmigo en uno de los pasillos contiguos.

Vimos pasar a los chicos y esperamos unos segundos para seguirlos pero antes ella me entregó su varita con a sonrisa de lado. Sabía que no tenía la mía, Potter me la había quitado.

-No, es tuya y tú la necesitas- me negué de inmediato. -Mi madre me ha dado la suya para usarla- le mostré sacándola de mi pantalón.

-Perfecto, solo quiero que estés protegido- confesó y le regale una cálida sonrisa para que dejara de preocuparse por mí.

Al llegar a la mazmorra vimos a todos ahí encerrados.

Y los únicos que se percataron de nuestra presencia fueron Crabe y Goyle quienes no tardaron en acercarse.

-¡Hey Draco, sácanos de aquí y te ayudaremos a lo que sea!- prometió el grandote.

Los necesitaba para algo más por lo que los dejé salir discretamente y luego volví a cerrar la puerta prefiriendo dejarlos encerrados que libres para la guerra.

-A buscar por lo que hemos venido- susurré a mi chica y los cuatro nos dirigimos directamente al séptimo piso, donde se encontraba la ya conocida Sala.

-Baja y ahí espérame, volveré pronto- le prometí a Aubry mientras besaba su mejilla, para después adentrarme al lugar con los otros dos tontos.

La Sangre De Un Mortífago {Draco Malfoy}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora