*Capitulo 31: La Extraño

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/Draco Malfoy/

Había esperado el momento perfecto para poder escapar de casa e ir a buscarla, pero era imposible.

La noche que volví de Hogwarts mi Madre me miraba sin expresión alguna, mi Padre con desaprobación. Lo habían rescatado de Azkaban y ahora se encontraba en casa.

-Bien hecho chico Malfoy- dijo el Señor Tenebroso avanzando hacia mi.

Ahora que habíamos huido, teníamos que refugiarnos con él.

Su misión por los siguientes meses era atraer y conseguir más y más Mortífagos y la Mansión se había vuelto su cuartel. Mi hogar ahora estaba repleta de totales desconocidos para mí y me fastidiaba no poder tener la libertad de antes para vagar por ahí. Incluso a las semanas me di cuenta de que alguien me vigilaba de cerca. Sabían que era un tanto peligroso y estaba tentado a traicionarlos por ella.

Mi padre fue el primero en tomar medidas contra eso. No se oponía a que estuviera con ella pero no dejaría que yo arruinara su reputación por una tontería así que fui encerrado en mi propia habitación.

Comencé a comportarme mejor hasta que me dejaron salir pero eso me tomo dos meses, para esas alturas yo sabía que las clases en Hogwarts ya habían concluido. Y al menos Aubry ya se encontraba a salvo con su familia.

Todas las noches soñaba con ella, a veces eran pesadillas en las cuales no podía salvarla. Le había prometido protegerla de lo que se avecinaba y ni siquiera había podido verla después de todo este tiempo.

Me la pasaba caminando de un lado a otro frente a la ventana de mi cuarto, imaginando que ella me buscaba también. Lo último que quería era exponerla al peligro y no sabia cómo.

La extrañaba, no había duda de eso y mi Madre lo sabía, había notado mi actitud frente a todo.

Intenté escribir una carta y enviársela pero mi Padre la interceptó y volvió a regañarme. Podía ver en su mirada la decepción que le causaba. Intenté no hacerlo más y me enfoqué en lo que pasaba a mi alrededor.

Fingí interesarme por los planes del Señor Tenebroso, acudía a las juntas y convivía con otros Mortífagos.

Mi tarea del día era mandar correo a otros miembros del mundo mágico con Sangre Pura. Me senté con mi Madre en el comedor a hacer la encomienda. Ambos sellábamos los sobres y los envolvíamos listos para ser enviados.

-Así que Draquito al fin supo de qué lado está- dijo Bellatrix entrando.

Mi madre asintió en silencio, ella odiaba pelear con su hermana por lo que usualmente dejaba que me molestara todo el tiempo.

-¿Qué pasó?, ¿A caso tu novia no te ha escrito?- se burló. -¿Al fin dejaste de pensar en esa babosa?, ¿Ya maduraste?- escupió sus palabras y luego rió.

La miré con desprecio, no quería causar problemas así que contuve mi enojo.

-Ella vendrá- fue lo único que conteste pera después volver a mi trabajo.

Comenzó a caminar al rededor de la mesa y se colocó frente a mí.

-Oh, sí que lo hará- guiño un ojo llamando mi atención. La miré confundido. -¿No te has enterado?- una estruendosa carcajada más y salió corriendo.

Iba a ir tras ella pero mi Madre me detuvo negando con tristeza.

La Sangre De Un Mortífago {Draco Malfoy}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora