34. Clases de uniones

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—Pues... —La miro atentamente, esperando una respuesta—... tendremos que detener los rescates —dice, con una amplia sonrisa.

Mis ojos y boca se abren más de lo normal, viendo perpleja a mi amiga Sakura. Un sonrojo se apodera de mis mejillas a la vez que Sakura me entrega los papeles. Leo todo su contenido rápidamente, confirmando mis sospechas con mis propios ojos.

—Supongo que no podrás tomar alcohol en mi boda —comenta la chica, en pose pensativa.

Muerdo mi labio inferior y grito en mi interior a causa de la felicidad. Después, le entrego los papeles a Sakura, le agradezco y salgo casi corriendo del hospital. Debía llegar con Naruto rápidamente para darle la noticia de...

—¡______! —le escucho gritar a alguien.

Me paralizo y comienzo a sudar cuando reconozco su voz: es la de mi rubio favorito, mi esposo. Me giro y lo veo correr hacia mí, saludándome. Al llegar, me alza en sus brazos y me planta un beso en medio de la calle, provocando que me sonroje.

—Ya te había extrañado —comenta con una tierna sonrisa.

—Solo fueron tres días...

—Aun así. —Me da otro beso en la mejilla—. Vayamos a casa; Sai se encargará de dar el informe de la misión.

—De acuerdo —sonrío al ver que podremos estar a solas.

Caminamos por las calles de la Hoja y me detengo a ver a cada niño pequeño que se nos cruza o saluda a Naruto; especialmente, observo cómo interactúa Naruto con los pequeños.

No tardamos en llegar a nuestra casa, por lo que tomo a Naruto de la mano y lo siento en el sofá.

—¿Pasa algo? —me pregunta al no entender mi comportamiento.

—Y-Yo... —comienzo a jugar con mis manos, nerviosa.

—¿Tú...?

Cierro los ojos con fuerza y exclamo, rápidamente:

—¡Estoy embarazada!

Cuando abro los ojos, Naruto me mira con los ojos muy abiertos, a la vez que un leve sonrojo se apodera de sus mejillas. Baja su mirada hasta mi vientre y traga saliva en seco. De repente, se abalanza contra mí y me da un beso en los labios, para después bajar y ponerse a la altura de mi vientre. Levanta mi camisa y deja mi piel al aire, dándole un tierno beso.

—Hola, pequeñín —lo saluda, como si el bebé pudiera escucharle.

No evito soltar una pequeña risa ante tan conmovedora escena.

—Solo tiene dos semanas, Naruto.

—Pero está ahí —susurra, viendo atentamente mi plano vientre con una gran sonrisa.

De pronto, lo noto tensarse y se pone de pie, así que yo hago lo mismo.

—¿Qué pasa? —le pregunto.

—Los rescates tendrán que retrasarse —murmura, mirando hacia otro lado.

—Pero no se cancelarán.

—Esperaba que tu madre pudiera acompañarte en estos momentos.

Siento una leve opresión en el pecho y lo miro, entristecida. Poso mi mano en su mejilla y hago que me mire a los ojos.

—Puede que no esté conmigo ahora, pero tengo todo lo que necesito.

Le doy un corto beso en los labios y luego llevo mis dos manos a mi vientre, acariciándolo.

—Nuestra familia está creciendo —susurro, sintiendo un pequeño nudo en mi garganta.

Escucho un sollozo que no es mío, a lo que miro a Naruto, que tiene los ojos cristalizados y sus lágrimas caen por sus mejillas. Él no hace más que abrazarme y colocar su cabeza encima de la mía, acariciando mi vientre.

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora