51. Viaje estrepitoso

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Un brusco movimiento en la cama y una irritante alarma, que comienza a sonar en mi dormitorio, logran despertarme de golpe, haciendo que me incorpore en mi cama. Lo primero que veo es a mi esposo correr por la habitación, como si estuviera preocupado.

—¿Naruto? —pregunto, un tanto adormilada aún.

Él se detiene en seco y se gira, palideciendo.

—¿Te desperté? Lo lamento, es que todavía no me acostumbro a levantarme temprano y...

Una suave y floja risa se escapa de mis labios al verle tan arrepentido por sus acciones. Entonces, me levanto de la cama y camino hasta él, rodeando su cuello con mis brazos.

—No te preocupes. —Le doy un corto beso en los labios—. Entiendo perfectamente eso. Ahora, arréglate bien, que yo te haré el desayuno.

Le doy unas palmaditas en el pecho y me alejo, para después cubrirme con una bata de tela fina y comenzar a arreglar nuestra cama.

—Eres increíble, de veras.

Le escucho alejarse rápidamente y adentrarse en el baño; tan rápido que sólo logro sonrojarme como respuesta a su cumplido. Cuando termino la cama, bajo al primer piso donde cocino un poco de comida saludable, además de una pequeña ración de ramen. Cuando termino, veo que Naruto baja de las escaleras, ya vestido.

—¿Ya está listo?

—Así es. —Le entrego su comida.

Me da un beso de despedida y sale de nuestra casa, para dejarme sola nuevamente, con todos los quehaceres de la casa por realizar. Aunque me sentía completamente feliz porque Naruto haya cumplido su sueño, me sentía extraña con solo verlo las mañanas. Ni siquiera cuando no vivía en esta dimensión lo veía tan poco. Siempre encontraba la manera de verle, pero ahora... Con suerte y beso sus labios por las mañanas.

(...)

—¡Deja de ser tramposa!

—¡Deja de mentir!

—¡Minako, Natsumi, dejen de pelear!

—¡Yo no empecé! —chillaron al mismo tiempo, para después fulminarse con la mirada.

No hago más que soltar un pesado suspiro y servir los platos de comida en la mesa.

—¿Papá no vendrá a comer? —me pregunta mi pequeña rubia.

—No creo, hija. Ya es muy tarde. Seguramente, tenía muchas cosas que hacer.

—Papá siempre tiene más cosas que hacer, antes que estar con su familia —murmura Minako, mirando su plato lleno de comida.

—El trabajo de Hokage implica muchas cosas, Minako.

—¿Y por qué no lo deja? —su mirada se conecta con la mía y noto cómo sus azulados ojos se cristalizan—. Antes éramos felices cuando sólo hacía esas misiones. ¡Éramos felices!

—Minako...

—Y él lo arruinó todo —me interrumpe, soltando unas pocas lágrimas y mirando hacia otro lado.

Lo miro con lástima, pues él estaba sufriendo por el trabajo de tiempo completo de su padre. Sentía que mi propio hijo estaba creciendo sin su padre...; como Naruto y yo.

Miro el reloj en la pared, confirmando que Naruto no podrá venir.

—Cuando acabemos la comida, iré a entregarle el almuerzo a su padre. ¿Quisieran venir?

Minako da un fuerte golpe en la mesa y se levanta, para después salir casi corriendo del comedor.

—¡Minako!

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora