61. Protege a la Hoja

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Narrador omnisciente

El azabache ve cómo su madre sale corriendo tras los sujetos que se llevan a su hermana menor. Por dentro, se sentía pésimo. Minako había visto cómo se llevaban a su hermana en frente de sus ojos y no había hecho nada por detener a los sujetos. Había escuchado cómo la rubia gritaba su nombre, buscando la protección de su hermano mayor, y él no había hecho nada más que temblar.

—¡Minako, ve con los demás al refugio! —le ordena su sensei: Shino.

El azabache lo observa y comienza a hiperventilar. Sabía que la situación no era un simulacro y en realidad se trataba de algo de vida o muerte. No podía darse el lujo de volver a actuar de la misma manera en la que actuó hace unos minutos (cuando se llevaron a su hermana) y congelarse cada segundo. Debía actuar.

Sin más preámbulos y al ver a su sensei distraído por unos escombros que amenazaban por caerse encima de otros alumnos, sale corriendo hacia la Torre Hokage, con las intenciones de ayudar a su padre contra el enemigo. Aunque no se preocupara tanto por su progenitor, sabía que ésa era la mejor manera de ayudar: estando cerca de la acción.

Una calle antes de llegar al edificio, ve correr a un sujeto por encima de los tejados, a una velocidad que jamás había imaginado. De pronto, llega a la torre antes que él y ve cómo se enfrenta contra su padre. Minako detiene su carrera y observa la situación del Hokage, hasta que el niño cae de rodillas por el chakra que expulsa su progenitor al entrar en una transformación que jamás había visto: parecía estar cubierto de un manto amarillo.

De igual manera, el otro sujeto se envuelve en un manto púrpura, más parecido a un monstruo que no lleva forma fija. Ambos se lanzan a atacarse entre sí y, aunque no lo llegue a admitir, Minako siente un nudo en su pecho a la vez que vuelve a correr hacia su padre.

—¡Papá!

Narra ______

«Sólo un Umi puede deshacerla».

—Debemos de encontrar alguna manera de entrar en la aldea sin que nos afecte la barrera —jadea Sakura, al notar la pelea de Naruto.

—______ —me llama Shikamaru y lo miro al instante—, ¿puedes neutralizar el Seisujikan?

—Sí, siempre he sido capaz de eso. Incluso con Soichiro.

—Sai, haz un ave —le ordena el Nara.

Mientras Sai crea el ave y ambos se suben a ésta, le doy un beso en la frente a Natsumi.

—Me encargaré de todo, hija. Te amo. —Me alejo de ella, sintiendo el leve forcejeo que hace para evitar que suelte su mano. Después, me acerco a Sasuke—. Estaré en contacto contigo. Te encargo a mi hija.

El Uchiha asiente con la cabeza y me subo al ave con Shikamaru y Sai. Luego, nos elevamos rodeando la cúpula. Cuando llegamos a donde parece ser el punto de creación de ésta, Shikamaru le ordena detenerse a Sai.

—______, quiero que utilices tu Seisujikan y le des un fuerte golpe al centro de la cúpula —me ordena Shikamaru.

—¿Crees que se pueda romper?

—Si atacas al enemigo, ataca el centro y vencerás —medita Sai—. Bien pensado.

—Hazlo.

Acato las órdenes de Shikamaru y, con ayuda de ambos, caigo encima de la cúpula, evitando traspasarla. En mi mano acumulo el Busshitsu como si fuese un puño y les ordeno a mis amigos que se retiren. Luego, con toda la fuerza que tengo, estrello mi puño contra el centro de la cúpula, aplicando mi Seisujikan en cuanto siento que toca la barrera. Entonces, se rompe y yo caigo directo hacia el suelo.

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora