31. Diferencias

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Una vez más, el rubio frente a mis ojos cae sobre el congelado lago en el que patinamos. Le oigo cómo maldice y no tardo en llegar hasta él, hincándome a su lado.

—Vamos, Naruto. Es nuestro último día aquí y debes aprender.

—Prefiero las aguas termales —murmura, enojado y haciendo un puchero.

«Dos palabras: jodidamente tierno.»

—Las aguas termales fueron ayer —digo riendo.

Una sonrisa pícara se forma en el rostro de Naruto.

—No me importaría repetir lo de ayer —susurra y se acerca a darme un beso en los labios, apasionado.

«Sigo sin poder creer que sean aguas termales privadas. ¡Esta cabaña tiene de todo!

Me descubro el cuerpo, que estaba envuelto en una toalla, y entro a las aguas, sentándome al lado de Naruto. Él no tarda en rodearme con su brazo y depositar un beso en mi cabeza.

—Estás muy bella así —susurra en mi oído.

—A-Así..., ¿cómo?

—Desnuda...

Antes de que pueda impedirlo, Naruto me toma de la cintura y me sienta sobre él, de manera que pueda verlo a los ojos. Siento cómo su mano comienza a acariciar mi zona íntima lentamente.

—Na-Naruto... —jadeo.

—Me encanta el hecho de que puedo ponerte así con solo una caricia.

Ignoro su tono egocéntrico y le beso la boca, apasionadamente. No tardo en hacer que entre en mí y comienzo a moverme rápidamente, haciendo que él y yo soltemos varios gemidos. El sonido del agua moverse no hace más que hacer más erótico el momento.

—Mierda... —jadeo por mis bruscos y deseosos movimientos.

—Eres muy grosera... Creo que... necesitas un... castigo...

La voz de Naruto jadeante hace que me mueva más rápido; pero Naruto me detiene y sale de mí de golpe. Se levanta y me recuesta contra la orilla, dándole la espalda. De pronto, él vuelve a entrar en mí y comienza a moverse rápidamente, presionando mi espalda y haciendo que mis pechos toquen el frío borde de roca.

Pero esta posición hace que todo sea más excitante que antes.

Siento la misma presión en mi vientre bajo, mientras unas gotitas de agua mojan aquella zona. También noto que Naruto acelera sus movimientos.

Finalmente, suelto un gemido al mismo tiempo que Naruto detiene sus movimientos y siento cómo se humedecen nuestras zonas íntimas. El rubio se inclina un poco y deposita un húmedo beso en mi hombro desnudo.»

Pero me separo en cuanto recuerdo lo sucedido.

—Eres un pervertido —digo, riendo.

—Pero te encanta.

Le doy un zape y me alejo de él, con dirección hacia la cabaña.

—Arreglaré mis maletas —le aviso—. Te las arreglarás solo.

—¡No me dejes aquí!

Pero me limito a ignorar su voz y tararear una canción.

(...)

El clima era completamente diferente; todo lo opuesto. Hacía mucho calor y había mucha humedad en el aire. Ante esto, ato mi cabello en un chongo alto, para evitar que se esponje.

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora