6. Destello en naranja y negro

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Al despertar, abro mis ojos con lentitud y froto mis párpados, estirando mi cuerpo. Vuelvo a cerrar mis ojos, pero sin dormirme; finalmente, me siento en mi cama y siento como un pequeño cuerpo cae de mi abdomen a mis piernas. Dirijo mi mirada a aquel lugar y veo a un niño de cabello gris que abre sus ojos y me mira; luego, frunce el entrecejo y se acurruca contra una de mis piernas.

—Quiero dormir —murmura.

Inclino mi cabeza y reconozco a Obito, mi hermanito menor. Una tonta sonrisa se forma en mi rostro hasta que recuerdo por qué está durmiendo conmigo. Miro por la ventana unos segundos, intentando distraerme. Ahí es cuando veo un destello mitad negro y mitad naranja, con punta amarilla. Abro la ventana y miro en la dirección hacia donde se dirigía el destello: la Torre Hokage. ¿Será que...?

Me levanto de mi cama sin despertar a Obito y corro al baño, me ducho y me pongo lo mejor que tengo: la misma blusa negra y unos pantalones cortos grises; ahora, busco mi banda (que continúa con la tela roja que le puso mi padre hace dos años) y me la coloco en el cuello, lo mejor posible. Cepillo mi cabello y salgo corriendo por mi ventana, hacia la Torre Hokage. No sé si sea mi instinto, pero creo que él llegó.

Corro por los techos de las casas, disfrutando el sentimiento de libertad. Hacía mucho que no hacía esto; ya lo extrañaba.

Finalmente, llego a la torre y entro por la ventana de la oficina de mi padre.

—¡Ah! —grita mi padre en cuanto aparezco.

—Hola, papá —le sonrío. Estoy en posición Spider-man.

—¿Qué haces aquí y ¡por qué te apareces así!?

Me sonrojo y sonrío nerviosa.

—Esto... Y-Yo creí q-que...

Siento la mirada inquisitiva de mi padre. Luego, veo una mirada pícara en él.

—¿Creíste que él ya había llegado? —me pregunta.

—¡¿E-Eh?! ¡N-No! Y-Yo sólo...

—Lo hizo.

Abro los ojos como platos y siento mi corazón acelerarse. ¿Él ya llegó a la Hoja?

—¿Y-Ya está... aquí? —Mi padre asiente con la cabeza. Trago saliva.

—Se acaba de ir —comenta—, creo que a Ichiraku.

Asiento lentamente con la cabeza.

—Ten cuidado y no vuelvas tarde a casa —me dice. Una gran sonrisa aparece en mi rostro—. También recuerda que llegaron Ino, Chouji y Sai.

—¡Gracias, papá!

Lo abrazo con rapidez y salgo de nuevo por la ventana hacia las calles de la Hoja. Corro entre la multitud, escuchando murmullos sobre mi regreso y el de él. Entonces, diviso su figura en la entrada de la tienda de ramen. Lo primero que noto es que su cabello está... ¡más corto! Y él está más alto, con una chaqueta negra y unos pantalones anaranjados.

—¡Un ramen, que ya lo extrañaba, de veras! —exclama.

El único que se da cuenta de mi presencia es el señor Teuchi. Él me sonríe y se apoya contra la barra.

—Creo que había algo que extrañabas más, Naruto —le comenta y señala con su barbilla en mi dirección.

Mi rubio favorito se gira hacia mí y se detiene en seco, con la expresión de sorpresa en su rostro. Por mi parte, siento mis mejillas arder más de lo normal y trago en seco. Luego, una leve sonrisa aparece en mi rostro.

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora