19. Sufrimiento en el altar

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Un precioso vestido de tela fina y con brillos blancos estaba delante de mí, listo para ser usado. Era uno tradicional que se usa únicamente para las bodas de los Umi. La tela inferior consistía en un vestido fino, de mangas largas y pegadas a los brazos, que me llegaba a cubrir completamente el cuerpo; todo era de un color blanco con brillos. Encima venía una túnica blanca liza, que arrastraba por el suelo; tenía las mangas largas y anchas, que cubrían por completo mis brazos al caer. Finalmente, todo se sujetaba con un cinturón grueso de color grisáceo.

Y yo no paraba de observar el atuendo que usaría este día; el día de mi boda. Habían pasado dos meses desde que dejé la Aldea Oculta entre las Hojas y vine a la Aldea de los Umi, para salvarlos a todos y condenarme a un infierno. Pero, si tengo que casarme con Soichiro y vivir una vida infeliz a cambio de la seguridad de la Hoja, no me arrepiento de nada.

Me levanto de mi cama y camino hasta la ducha, donde me despojo de mi ropa de entrenamiento, la cual jamás he dejado de usar. La doblo cuidadosamente y la dejo sobre el retrete. Luego, abro el grifo de la tina para que el agua empiece a correr hasta llenar la tina. Cierro el grifo y entro en la bañera, dejando que mi cuerpo se humedezca. A través de la cristalina agua, noto el pequeño bulto de mi vientre. Con solo dos meses de embarazo ya tengo una pequeña bolita, casi imperceptible.

Limpio cuidadosamente todo mi cuerpo, de pies a cabeza. Salgo de la bañera y seco mi cuerpo, después lo envuelvo en una toalla y camino hasta donde reposa el vestido de novia que usaré. Me coloco parte por parte: primero, el vestido interior; luego, la túnica blanca; finalmente, el cinturón grueso, el cual dejo algo flojo para que no lastime mi vientre.

Comienzo a arreglar mi cabello, peinándolo en una larga trenza, similar a la que Yumiko me tejió la última noche que pasé en libertad. Sí, a mi vida ya no la consideraba vida, pero debía soportarlo.

Dejo caer mi trenza sobre mi espalda y doy un profundo suspiro, viéndome en el espejo de cuerpo completo que incluye el armario. Intento esbozar una sonrisa al ver mi rostro, pero ni siquiera sale una mueca. Es como si mi rostro estuviera paralizado, congelado en una sola expresión.

Salgo descalza de mi dormitorio y camino por el pasillo de la casa de Toru, el padre de Soichiro. Veo unas cuantas fotos de la familia y pienso: «Pronto, el clan Umi crecerá». Quito mi vista de las fotos y continúo mi camino hasta la entrada de la casa, donde veo dos pares de zapatos: unos tacones blancos y mis botas negras de entrenamiento. Miro ambos pares hasta decidir que me pondré los tacones blancos.

Finalmente, salgo de la casa. El fresco aire de abril inunda mis pulmones, al igual que una brisa alborota mi cabello. Sin más por hacer, camino a paso firme por el camino bordeado de rocas blancas que Soichiro preparó el día anterior. La tradición es que la novia camine por aquel camino que construyó el novio; el camino debe pasar por los lugares más significativos para la pareja.

Y así es como me paso dando vueltas por la aldea, siguiendo el camino bordeado durante varios minutos. Pasados diez minutos, me detengo en seco por una fuerte presión en mi corazón. Pero no es una enfermedad, sino el simple dolor al saber que mi vida será completamente distinta al terminar el día; estaré condenada para siempre. Ya no habrá vuelta atrás y permaneceré lejos de mi familia para siempre..., al igual que de Naruto.

Unas frías lágrimas se escapan de mis ojos al compás del fresco aire que mueve las copas de los árboles. Ni siquiera suelto sollozos ni mi respiración se me dificulta; solo es el dolor en el pecho y las caídas de las lágrimas, además de mis mejillas humedecidas.

Desde pequeña siempre soñé con casarme y huir de la casa de mi alcohólico tutor, conseguir a alguien que me salvase de él; pero cuando llegué aquí, mis ideales cambiaron: dejé de querer casarme, pues sabía que con Sasuke Uchiha no llegaría a nada; pero, después de darme cuenta de mis verdaderos sentimientos, decidí que quería tener una vida junto al hombre que amo: Naruto Uzumaki. Desde que volví a la Hoja, quise estar con él, protegerlo, estar a su lado, acompañarlo...

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora