47. Una nueva etapa

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Seis meses habían pasado desde que había obtenido mi propio equipo, teniendo como alumnos a Keerus, Enoki y Hanami. Los tres habían mejorado bastante con el pasar de los meses, llegando a demostrar su buen trabajo en equipo, sus habilidades y la capacidad para superar sus miedos; especialmente, Keerus. Aquel niño pequeño, de cabello negro como el mío y ojos castaños, que no parecía poder perder el miedo que me tenía a mí y a la mayoría de las cosas, ahora era el mejor del equipo. Tenía una puntería demasiado certera y su taijutsu era muy avanzado. Sin duda alguna, Keerus había sido el que más se había esforzado.

En cuanto a Hanami... Ella prefería centrarse en cosas más detalladas, demostrando así su afición por el ninjutsu médico. Su control de chakra era el mejor de los tres, por lo que le encantaba trabajar con ninjutsu; sin embargo, eso hacía que su taijutsu no fuera tan bueno como el de sus compañeros. De la misma manera, gracias a su afición por las cosas detallas y la observación, desarrolló un especial gusto por el genjutsu, demostrando que ella era la que tenía más conocimientos.

Finalmente, Enoki... Él, a pesar de ser el que más habilidades demostraba al inicio, descubrí que era y es el que peor puntería tiene; sus habilidades para el genjutsu son pésimas, pero tenía ventaja en el taijutsu y ninjutsu. En cuanto a taijutsu, tenía casi el mismo nivel que Keerus, por lo que hacían un duelo cada que podían; por el lado de ninjutsu, no era muy bueno su control de chakra, pero lograba hacer los jutsus básicos y alguno que otro avanzado.

Sin duda alguna, el Equipo 4 había progresado bastante en estos últimos seis meses, por lo que podría decir que ya estaban listos para dar el siguiente paso.

—¡Al fin llega, ______-sensei! —exclama Keerus, señalándome.

—Ya, ya. Perdonen la demora —digo, restándole importancia—. Mi hija de dos años no quería dejarme ir.

—Y siempre son sus hijos —murmura Enoki, fastidiado.

Me acerco un poco a él y me inclino levemente para llegar a su altura; al notarme tan cerca suyo, le noto sonrojarse y mirarme con atención.

—Lo entenderás cuando tengas tus propios hijos, Enoki —le digo, sonriéndole.

—¡Y-Yo no tendré hijos ni me casaré!

No evito soltar una pequeña risa.

—Conocí a alguien igual hace varios años atrás... y ahora tiene una hermosa hija por la que él daría su vida —le comento, pensando en mi mejor amigo azabache.

—¿Uh? ¿De qué hablan, sensei? —nos pregunta Keerus.

—De nada —le respondo—. Ahora, les diré la razón por la que los cité aquí. —Saco unos papeles de mi bolsa y se los muestro; los tres miran con atención las hojas—. Los exámenes chuunin serán pronto y los recomendé como participantes. ¿Gustan...?

—¡Sí! —exclaman los tres, interrumpiéndome.

—¡Ya verán que seré el mejor! —dice para sí mismo Keerus, tomando una de las hojas.

—Un paso más cerca para mi sueño —murmura Hanami, tomando otro papel mientras sus ojos brillan.

—La venceré pronto —susurra Enoki, refiriéndose a su hermana.

—Bueno..., como ya vi que aceptaron los tres, mañana nos veremos en la entrada de la aldea.

—¿Qué? ¿No serán aquí? —pregunta Hanami, frunciendo el entrecejo.

—Me temo que serán en la Aldea Oculta de la Arena, por lo que debemos viajar durante tres días. —Le veo hacer una mueca a Enoki—. Bien. Mañana, a las seis de la mañana, en la entrada de la aldea. ¡Hasta pronto!

Para siempre, de verasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora